ℂ𝕒𝕡𝕚̄𝕥𝕦𝕝𝕠 6

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Pasadas las horas, Horacio salía de su ducha con una bata envolviendo su cuerpo y una toalla cubriendo su cabello. Se dirigió a su armario y comenzó a buscar prendas para esta noche.
Al mirarse en el espejo notó un leve crecimiento en su pancita, haciéndolo ronronear suavemente. Pues su corazón se sentía tan cálido cuando pensaba en que él formaría su propia familia y cuidaría de su bebé por el resto de su vida. Amaba la simple idea de poder compartir todo por él y que cuando nazca su vida será ese cachorro. Amaba saber que en unos meses será "madre".

Acarició con delicadeza y cariño su pancita, llenando la casa de su dulce aroma a frutos rojos que volvería loco a cualquier alfa que esté cerca de él.

—No veo las horas de que estés conmigo, mi cachorrito. Sea lo que seas, seremos los mejores amigos del mundo.— Le habló a su pancita, sonriendo con calidez mientras comenzaba a vestirse.

Eligió algo tranquilo; una camisa rosita con un pantalón de vestir negro y un cinturón que marcaba a la perfección su diminuta cintura.

—¿Crees que es demasiado para una juntada de amigos?— Preguntó mientras posaba su mano sobre su pancita, pues estaba hablando con su bebé.

—Nah, estoy guapísima.— Sonrió levemente, sacudiendo su cabello y comenzando a preparar este. Su cresta tan bonita y perfecta no era nada fácil de mantener.

....

Por otro lado, Greco y Volkov tenían una charla por llamada, mientras que ambos estaban en sus minutos libres.

—Ya te he dicho que no puedo, Greco. Sabes que no soy muy... Social y amigable con las demás personas. ¿Qué voy a hacer yo con los amigos de tu esposa?— Contestó el ruso negándose a ir a la reunión de amigos que Greco le estaba invitando esta noche.
No tenía ningún otro plan que no sea llegar a su casa y acostarse a ver alguna serie por ahí mientras acariciaba a su mascota Mika. Nunca se le dió bien ser sociable.

—Pues podrías conocer a gente nueva, macho. Que estoy hasta los huevos de ti y de que yo sea tu único amigo.— Bromeó Greco. Pues en realidad quería que Viktor confiara más en hacer amigos, y quizás conocer a algún omega con el que se siena cómodo.

El ruso suspiró, masajeando su entrecejo. —Joder, te diré que me lo pensaré solamente para que dejes de tocarme los cojones. Me voy a trabajar, adiós.— Colgó la llamada, suspirando.

Algo que tenía claro es que no necesitaba conocer a nadie, pero podría pasar un buen rato.

Entró a su oficina dispuesto a completar unos cuantos informes sobre sus pacientes, tomando el primero que estaba ahí para empezar. Dada la casualidad que fue el de aquel omega que no podía sacárselo de su cabeza desde la primera vez que lo vió.

Apenas leyó su nombre y la foto de él en el informe, su alfa no pudo evitar relajarse y soltar su aroma ligeramente dulce sólo por haber visto una foto de ese omega de cresta roja y ojos que te hacen sentir en el cielo.

Suspiró, completando una que otra palabra que le faltaba.

«¿Debería pasarle su caso a otro doctor?»

Se preguntó.

Pues, estaba prohibido siquiera dudar de los sentimientos que él podría tener con cualquiera de sus pacientes.  Y, aunque él se niegue y use la excusa de que "seguramente sea por el celo", no debería arriesgarse.

...

Minutos antes de la fiesta, Horacio se terminaba de perfumar mientras esperaba que Loki pasara por él para ir a la fiesta. No esperaba mucho para esta reunión, sólo iba para pasarla bien unos minutos. Cuando escuchó el sonido de la bocina del coche afuera, tomó su bolso y salió.

—Buenasssssssss.— Se saludaron al mismo tiempo, mirándose mutuamente. —Bua, estás guapísimo ¿Planeas divertirte hoy, pícaro?— Bromeó Loki, riendo suavemente mientras arrancaba el coche hacia la casa de Iris.

—Me arreglé para verme bien por mí y por mi cachorro. No podemos permitir que nos vean como si nada, nosotros somos unas perlas.— Sonrió Horacio mientras acomodaba su cresta con el espejo del auto, se sentía tan tranquilo y pretendía pasarla bien esta noche, se lo merecía.

—Pues yo digo que quizás podrías pasarla bien como a nosotros nos gusta...— Dijo Loki en un tono que Horacio hizo que alzara su ceja y lo mirara fijamente.

—¿En qué estás pensando? ¿Qué hiciste?— Se cruzó de brazos, con su ceño fruncido. Conocía a Loki, algo estaba tramando.

El noruego se puso nervioso al instante, comenzando a reír. —N-Nada, nada, tú sabes que te diría si tramara algo.— Apartó su mirada, haciendo que Horacio gruñera.

—Eivot Kolleback.— Gruñó, con su mirada amenazante.

—¡B-Bien! I-Iris tiene planeado presentarte a u-un alfa que se llama Camilo y que está interesado en ti... E-Es un amigo de ella y quiere que los presente a ver qué tal.— Soltó rápidamente. Nunca podía mentirle a Horacio, pues este lo conocía lo suficientemente bien.

Este frunció levemente su ceño, gruñendo y soltando ligeramente su aroma agrio. —¿¡Presentarme a un alfa!? ¡Sabes que no quiero conocer a nadie! ¡La voy a matar!— Dijo molesto, pues no quería pasar ningún momento incómodo donde tendría que rechazar a un alfa.

—¡Yo qué sé, tío! ¡Me lo ha contado antes de que llegara a tu casa! Sólo recházalo o dile que ya tienes novio. Podrías usar al doctor este que quieres que te examine hasta el alma. Es una buena idea ¿No?— Sugirió el castaño, viendo cómo Horacio golpeaba su hombro. —¡Auch!—

—Tú e Iris están en serios problemas.— Gruñó el crestudo.

Apenas llegaron, saludaron cordialmente a la omega embarazada. Ya que Greco aún se encontraba en la ducha.

—¿Y viene alguien más, aparte de los que ya conocemos?— Preguntó Loki.

—Un par de amigos míos y creo que dos amigos de Greco. No estoy segura.— Dudó un poco. —¿Me ayudan a terminar de cocinar? Me faltan manos.— Rió suavemente.

Entre los tres, comenzaron a cocinar lo último que les quedaba. Hasta que sonó nuevamente el timbre.

Iris estaba demasiado ocupada con la salsa, por lo que Horacio se limpió las manos y habló.

—Tranquila, yo voy a abrir.— Sonrió, dirigiéndose a la puerta y abriéndola con una suave sonrisa. Sonrisa que desapareció, tragando saliva y sonrojándose levemente.

—Hola, bonito. Soy Camilo, amigo de Iris. ¿Puedo pasar?— Sonrió el alfa coquetamente, pues él sabía que él era Horacio y le encantaba ese omega.

Sin embargo, este no lo miraba a él, si no al hombre que se encontraba detrás suya con cara de pocos amigos.

—¿D-Doctor Volkov...?— Murmuró ¿Qué hacía Volkov ahí? ¿Y por qué comenzó a soltar sus feromonas dulces?

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"𝔸𝕞𝕠𝕣 𝕖𝕟 𝕔𝕒𝕕𝕒 𝕝𝕒𝕥𝕚𝕕𝕠" || Volkacio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora