ℂ𝕒𝕡𝕚̄𝕥𝕦𝕝𝕠 11

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Horacio se terminó de acomodar la cresta suavemente y dió unos toques finales en su maquillaje, pues gracias a la difícil noche que tuvo se le habían creado un poco de ojeras y no podía permitirse que lo vean así. Se vistió casual y mientras se veía en el espejo, notó cómo su pancita se veía mucho más grande de lo que recordaba. También, como Loki le habíia dicho, estaba el doble de sensible que antes.

Alzó sus hombros, seguramente sea por ser una "madre primeriza".

Al salir de su hogar, Loki conducía tranquilamente en silencio, pues sabía que Horacio ahora mismo estaba en su palacio mental buscando la forma de enfrentar la ruso luego de que anoche se hayan besado a lo desgraciado en su propia casa y lo más importante; que el alfa se fue sin decir nada como si estuviera huyendo de él.
Cuando ya estaban en la puerta de la clínica Horacio entró en pánico, frenando a Loki, quien estaba apunto de entrar.

-¿Y ahora qué te pasa?- Preguntó en una corta risita, notando las mejillas del moreno algo rosadas.

Horacio apenas pisó la vereda de esa clínica pudo sentir mariposas en su estómago y a su Omega desprender instintivamente su dulce aroma. Viktor ya estaba ahí.

-É-Él... Él está cerca.- Murmuró el francés, frotando su mano sobre su barriguita. Miró a Loki, quien le sonrió levemente.

-¿Y luego me dices que es imposible que ese alfa sea tu destinado? Quizás está en el último piso pero tú lo sentiste apenas bajaste del coche.- Le guiñó su ojo, riendo suavemente. -Aunque, no tenemos que olvidarlo que te mereces una disculpa de él por ser un tonto e irse así.- Aclaró, sonriendo suavemente.

Horacio suspiró, todo daba a que, efectivamente, Viktor es su destinado. Pero... No siempre los destinados terminan juntos ¿No?

También había sentido un aroma algo familiar, pero estaba bastante lejano... Sacudió su cabeza, negando. -V-Vamos adentro... M-Mi turno es en 20 minutos...- Dicho esto, ambos entraron a la clínica a sentarse en la sala de espera.

...

En frente del hospital había una pequeña cafetería donde Viktor siempre solía almorzar, ya que no le gustaba para nada la comida de su trabajo.
Hoy, luego de la charla con Greco, entró a trabajar y ahora se encontraba en su receso de 20 minutos, almorzando en la cafetería, sentado al lado de la ventana. Venía acompañado de su compañero, Ivanov, un omega de 24 años, pediatra y que siempre lo acompañaba a almorzar.

El menor le comentaba cosas de su día mientras él lo escuchaba atentamente mientras observaba las personas entrando y saliendo de su trabajo, aportando unos comentarios sobre lo que su compañero le decía.
Eso hasta que sintió su corazón acelerarse de golpe y sus mejillas tornarse ligeramente rosas al ver cómo Horacio bajaba de un coche, con sus cabellos siendo despeinados por el ligero viento que se había levantado. Notó que tenía sus manos en su pancita todo el tiempo y también no pudo evitar quedarse embobado admirando el rostro del omega.

Tragó saliva, de pronto, se sentía nervioso de nuevo. Es decir, había estado practicando como dos horas lo que le diría a Horacio en su consulta, la explicación de por qué actuó así, del beso y de sus actutudes, pero ahora que lo tenía a unos metros de él, todo se le había borrado de la cabeza.

Aunque, todos esos pensamientos se borraron al ver que no venía solo. Por el tamaño del cuerpo del acompañante de su destinado pudo detectar que era un alfa, además, el suyo se había puesto en alerta rápidamente.

«¿Qué hace un alfa acompañándolo a nuestra consulta?» Gruñó.

Pudo ver también cómo Horacio le tomaba la mano al alfa para frenarlo y hablaban entre ellos, no podía descifrar de qué estaban hablando pero no le gustaba nada, menos aún cuando notó que el Omega tenía sus mejillas sonrojadas.

"𝔸𝕞𝕠𝕣 𝕖𝕟 𝕔𝕒𝕕𝕒 𝕝𝕒𝕥𝕚𝕕𝕠" || Volkacio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora