❤️‍🔥 | Una lectura que destroza

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Una lectura que destroza

Jenna salió de su habitación temprano, desayunó y saludó a Leandro, que recién estaba llegando. Se llevó su carpeta de páginas en blanco y el libro que estaba leyendo en su mochila. Se percató de que Kenneth no estaba y por fin se fue. Caminó varias cuadras, hasta que los pies le dolían y miró con una sonrisa de satisfacción la parada del bus que la esperaba. Entonces revisó en su reloj que hora era. Las seis y veintiocho, el bus puntual de las siete iba a llegar a su hora.

Aunque ella sabía perfectamente eso, no era su interés llegar en un autobús anterior. Sabía que su madre no iba a dejarla leer en paz esa mañana, así que la parada era el lugar perfecto. Así que miró a ambos lados, buscando a personas sospechosas y sacó el libro de su mochila. El aire le soplaba en el rostro con dulzura, mientras ella buscaba la página en la que se había quedado en la noche. Entonces se sumergió rápidamente en aquel mundo, de nuevo. Con el punto de vista de un nuevo personaje, un vampiro inmortal que buscaba acabar con el sufrimiento de los demás... el mismo que era quien causaba. Interesante era la única manera en la que Jenna podía describir aquel pasaje. Le gustaba, le causaba tranquilidad y emoción al mismo tiempo.

Pasaba de página rápidamente, una y otra vez. Con la ilusión de que esos personajes podían estar bien, hasta que ocurrió algo. Medio libro ya había leído, era largo, pero se le estaba haciendo agua en las manos. Hasta que leyó que un personaje murió, se quedó en shock por varios segundos, releyendo la frase. Y la espada atravesó el corazón de la bruja buena, haciendo que cayese al suelo y los ojos del demonio se cristalizasen.

Quizás estuvo a punto de llorar, ese personaje se había convertido en su favorito, pero el autobús toco la bocina de proximidad y la sacó de su imaginación. Rápido se puso en pie, devolvió el libro a su bolso y corrió para no perder su bus. Aunque eso le hizo recordar a Daveen. Fui una tonta... se repitió, y entonces era ella quien caminaba tosca hasta el asiento de atrás, tras pagar su boleto, para que nadie viese que tenía los ojos vueltos lágrimas. Se tapó con su abrigo un poco el rostro, también valiéndose de su pelo, y se permitió llorar. Porque no podía evitarse hacerlo.

Llegó a su parada media hora después, se bajó del bus y dio el primer ponche en su ticket. Entonces entró en la oficina, no estaba pendiente a nada en particular, iba caminando hasta donde debía registrarse para cobrar sus horas de trabajo, tenía tiempo, unos quince minutos. Aunque prefería acabar con eso pronto y pasar a otra cosa. No sé sentía para nada mejor después de lo ocurrido en el transporte. Aunque no pudo cumplir con esa tarea, porque Raffaello la detuvo antes de llegar a la oficina.

─Jenna ─dijo acercándose rápidamente a ella.

─ ¿Pasó algo con Sarina? ─preguntó la pelirroja, esperando que la respuesta fuese muy afirmativa. Siempre pasaba algo entre esos dos, siempre se estaban peleando. Sino era que Sarina sentía que ese tipo la está siguiendo.

─Nada fuera de lo normal. Nos peleamos un poco, no sorprende a nadie ─respondió con una amable sonrisa, para continuar con un─. Pero no es sobre ella que quiero hablar, es contigo. Te vi escribiendo el otro día.

─Bueno, a veces rallo algunas hojas con el bolígrafo, supongo que lo normal es dibujar ─inquirió intentando zafarse de la conversación─. Pero no es nada.

─No, no es que pensase que había algo malo en ti. Sarina me dijo que escribes desde joven, capaz que te interesa unirte a una convocatoria que harán mañana ─dijo en un tono de voz dulce─. Podrías aprender algo más. Nunca está mal, no crees. ¿Quieres que te lleve más información al respecto a tu oficina?

Jenna vaciló por un instante, estaba segura de que negaría, pero entonces asintió con una sonrisa. ─Me gustaría mucho, si tienes un momento.

─Por supuesto. Iré cuando termine los pedidos de Sarina ─le dedicó una suave sonrisa.

Amante del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora