❤️‍🔥| El Medallón

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El Medallón

Jenna se levantó tarde a la mañana siguiente, y fue porque el enfermero le tocó la puerta de su habitación. Si no fuese por eso, no se habría enterado nunca de que iba a llegar tarde a su trabajo, así que se lo agradeció infinitamente. Se bañó rápido, se puso su ropa formal de color rojo y sus zapatos a juego. Tras eso, bajó a la cocina para comer un bocado y recibir el peor discurso de parte de su madre, ella estaba realmente molesta. No tenia una gota de paciencia y no paraba de discutir, de verdad pensaba cosas horribles de Jenna. Fue hiriente con cada una de sus palabras y la hizo llorar.

─ ¿Qué haces aquí? Eres una irresponsable, una imbécil que es incapaz de mantener un trabajo. No recuerdo cuando empecé a criarte así... esta es la tercera vez que lo haces. Me sorprende que no te hayan despedido ya ─hablaba fuerte desde el otro lado de la habitación. Y bueno, realmente era la tercera vez que Jenna llegaba tarde a su trabajo, pero no la tercera seguida, sino que era la tercera desde que empezó a trabajar allí cerca de dos años atrás─. Dios se apiade de ti, porque solo eres una tonta.

─Señora Juliette, relájese, que le va dará algo en el corazón. ¿Quiere que le pase su café? ─preguntó Leandro en voz baja, son una sonrisa tan dulce como un algodón de azúcar. La paciencia que debía tener ese hombre era envidiable, pensó la pelirroja.

─Tú, cállate ─gritó Juliette mirándolo─. ¿Qué eres sordo o qué? No te metas donde no te llaman o tendré que despedirte.

─Mamá, no le faltes el respeto al enfermero ─pidió Jenna─. Voy a ir ahora al trabajo, llegaré a tiempo todavía.

─Ustedes son los que andan faltándome el respeto a mí. Él metiéndose donde no lo llaman como entremetido que es y tú con esos trabajos mediocres que tienes, que no dan para pagar nada y aun así no luchas por conservarlo. Por lo menos tus hermanas tienen un mejor camino que tú. Porque oh mi corazón si las tres salían tan perdedoras como tú.

Leandro miró a Jenna, y esta le miró de vuelta. Después la pelirroja le hizo un gesto, tras comer un pedazo de sándwich y salir del comedor. Su madre seguía criticando e insultándolos. Mientras ella se apretaba la mochila, con sus cosas y su libro, al pecho. Se sentía una inútil, mientras las palabras de Daveen sobre dejar la rutina se iban dibujando en su cabeza.

─ ¿Mi madre te ha hablado así otras veces? ─preguntó ella, cuando ya estaban en el salón, cerca de la puerta.

─Una vez... pero fue mi culpa ─dijo el hombre bajando la mirada, estaba rojo como un tomate.

─ ¿A que te refieres? ─preguntó Jenna, mirándole suavemente a los ojos─. Nadie se merece un insulto.

─Llamé a mi marido estando acá. Bueno, contesté una llamada de él. Eso puso a tu madre como perro con rabia... lo que me ha dicho ahora no ha sido nada en comparación ─dijo medio avergonzado.

─Eso no es tu culpa. Si no tenías que atenderla entonces, puedes hablar con tu marido. Entiendo que está de viaje todavía, ¿no?

─Sí, de su tienda de ropa ─suspiró─. Aunque parezca ridículo, Kenneth la regañó por eso.

─ ¿Enserio? ─eso extrañó por completo a la joven─. Ese hombre está actuando muy raro últimamente.

─Si ─rio el joven─. Es como si quisiera arreglar algo, no sé.

─Puede ser. Creo que voy a tener que confrontarlo ─susurró Jenna─. No te preocupes si tienes que llamar a tu marido, sin ningún problema.

─Gracias.

La pelirroja asintió y se fue a la parada del bus. Fue un camino bastante corto, aunque estaba cansada al llegar de tanto que había corrido. Lo positivo es que no me perdí el bus, ¿verdad? Pensó mientras subía con sus piernas todas doloridas. Ojalá la oficina estuviese mejor que su casa esa mañana, aunque todo afirmaba que así sería, después de todo, Sarina hoy tenía su día libre. Así que quien mandaría en la oficina ese día, debía ser el hermano. Que gustaba demasiado de Raffaello y nunca le gritaba, solo buscaba activamente pegarle la boca. Eso sonaba raro, pero así era, así que Jenna no podía mentirse.

Amante del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora