❤️‍🔥 | Almuerzo

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Jenna salió a la una de la oficina y bajó hasta el primer piso, donde ponchó su salida. Entonces se dirigió a su lugar preferido para comer, pidió un sándwich de tocino y se sentó en una mesa cercana a la puerta. Miraba a todas partes en silencio, hasta que sacó su celular y el medallón del mismo bolsillo,

El lugar no estaba lleno, apenas había tres personas. Eso era lo que le gustaba, siempre la atendían rápido y podía comer en silencio. Miró el mensaje que había estado ignorando toda la mañana. ¿Te apetece quedar en la biblioteca? Me encantaría saber que es lo que has seguido escribiendo, ¿te parece?

Las mejillas de Jenna se encendieron, estaba en su mundo de fantasía pensando en como contestar para no parecer una desesperada. Entonces su dedo anular, ese pequeño traicionero tocó el signo de llamada. Rápido Daveen contestó sin darle tiempo a ella de colgar, entonces se vio en la obligación de colocarse el teléfono en la oreja y fingir que esa era su intención desde el principio.

─Jenna, que sorpresa. ¿No deberías estar trabajando en la oficina?

─Es mi hora de almuerzo ─contestó nerviosa. El celular le temblaba entre las manos.

─ ¿Y querías que fuese a almorzar contigo? Me lo hubieses dicho antes, habría organizado mi trabajo ─dijo con una dulce voz.

─ ¿No suena eso muy precipitado?

─Me gusta hablar contigo, creo que te lo debo después de haberte gritado ayer ─se mostró bastante avergonzado entonces por la manera en la que se había portado el día anterior.

─No me debes nada, quizás yo te debo una disculpa por ser tan "gris".

─No, no. Esa es tu forma de ser, no me gustaría que la cambiases por una tontería que te dijese yo. ¿Y para que me has llamado?

─Quería hablar contigo. No sé porque pensé que esta era la hora universal para almorzar.

─ ¿Te hacía falta mi presencia?

─Tus chistes, creo ─dijo suavemente. Aunque tambien le hubiese gustado tenerlo frente para volver a hundirse en su pecho.

─ ¿Mis chistes necios? ─preguntó en voz baja, como si la fuerza de los nervios lo abrumase─. ¿Quieres que te haga alguno?

─Si has pensado en alguno ─dijo la joven. Se llevó una mano a la pierna se aferro a esta. El corazón le latía rápido, como si quisiera reventarse y dejar de sentir aquella emoción─. Si no, no quiero hacerte sentir presionado.

─Lamento decirte que no se me ocurrió ningún chiste ─confesó el hombre tras un largo silencio─. Pero puedo hablarte de otra cosa, no sé.

─ ¿Y como es eso de organizar tu trabajo? ¿Elijes cuando trabajar?

─Realmente mi trabajo no se mide en horas, sino en limpieza. O sea, tengo que tener todo limpio antes de cada reunión. La próxima es a las cuatro ─. Hizo una nueva pausa─. Si me hubieses dicho que querías almorzar conmigo más temprano, me hubiese organizado para tener todo limpio y poder tomar la hora.

─Eso suena interesante. Los horarios no te mandan ─. Rio un poco para sonar agradable─. ¿Y eso fue lo que hiciste ayer?

─ ¿A qué te refieres?

─¿A organizar tu tiempo?

─Elegí limpiar hoy, la última reunión fue el sábado en la mañana. Cuando tú y yo estábamos allí escribiendo. De paso, ¿has leído mi mensaje?

─ ¿Mensaje? ─. Jenna deseaba escuchar la invitación de su voz.

─Que, si querías tomar un café en la biblioteca, ya sabes, en la que nos vimos por primera vez. No sé si te parezca muy pronto para quedar, es raro. Quizás necesitas organizar tu agenda o no sé, quedar con tus amigas.

Amante del InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora