Revelación
Jenna y Daveen llegaron al lugar al que siempre almorzaba ella. Ya no estaba llorando por los ojos, pero su corazón seguía haciéndolo. Era algo que no iba a poder quitarse de la cabeza en un buen tiempo, o quizás nunca conseguiría. A la vez pensaba que estaba siendo demasiado dramática al respecto, seguro su madre le hubiese dicho eso. Como cuando lloró porque uno de sus compañeros de primaria la habia empujado al suelo. Como la zarandeó por eso...
Intentó regresar a lo que estaba pasando, a que realmente no habia pasado nada, pero de verdad si habia pasado. No era daño físico, era daño emocional. ¿Era realmente valido tener daño emocional? Hasta el punto de que realmente no podia fijarse mucho en lo que estaba pasando entre ella y Daveen. Estaba sentada super cerca de él, sus piernas se rozaban y él le tenia la mano agarrada. Ni siquiera sentía nada de ver el sándwich que estaba comiendo, que era su favorito. Apenas habia mordido su mitad, mientras Daveen ya se habia comido la otra mitad y su jugo.
─Jenna, de verdad me preocupa que estes tan silenciosa. ¿de verdad quieres de volverte a trabajar? ─preguntó el hombre─. Si le dices a tu amiga que te has caído, seguro que te da la oportunidad de irte a casa.
─Ni quiero irme a casa ─contestó─. Prometiste que no ibas a insistir más en el tema.
─Quiero que estes bien, me preocupa que estes tan apagada. Es más, puedes quedarte en mi departamento, si te preocupa regresar a casa.
─Sería raro. Mi madre se preguntaría donde demonios estoy ─dijo suavemente. Alzó la mano y le tocó el hombro. Sintió sus músculos relajados bajo la tela y su mente se sintió más en calma. Él estaba allí, aunque no lo conociera bien, estaba inclinada a pensar que siempre la iba a cuidar─. Pero agradezco la oferta.
─No entiendo porque siempre vuelves allí. Si esa señora es más malvada que cualquier demonio del infierno ─dijo, era como si tuviese conocimiento de causa para afirmar eso─. Me preocupa que estes en tu casa con ella, me preocupa que estes en la calle, con este montón de locos dejados llevar por la maldad y la lujuria. Quisiera poder estar contigo en todo momento. Y lamento que eso suene raro, pero de verdad me importas, Jenna.
─Eso suena un poco psicopático ─comentó ella, aunque una sonrisa se dibujó en su rostro. Pero si tu obsesión es así de dulce, no importa que sea yo el motivo de ella─. Deberías conseguir otra manera de expresarlo.
─Uf, Jenna. Me cuesta hacerlo, no quiero parecer un psicópata frente a ti, pero si es la única manera en la que puedo protegerte. Me importa poco la percepción que los demás tengan sobre mí.
─ ¿Y la que yo tengo sobre ti? ─preguntó suavemente.
─ ¿Qué percepción tienes tú sobre mí? ─. Sus ojos brillaron suavemente.
─Te lo diré el viernes. Creo que ya es hora de irnos, debo entrar a trabajar en la oficina ─dijo suavemente.
─ ¿No vas a acabar de comer antes de irnos? ─su mirada y la de ella chocaron en el aire. Ella negó─. Déjame comprarte una galleta, aunque sea, no quiero que estes tantas horas sin comer.
─No es necesario, voy a estar bien ─dijo suavemente.
─No voy a aceptar un 'no es necesario'. No has comido nada en todo el almuerzo ─sus ojos se dirigieron a los de ella y le puso la mano en la mejilla─. Déjame hacerlo y ya. Es por tu bien.
─Está bien ─soltó un suspiro─. Si eso es lo que quieres.
Daveen se paró en el mostrador y compró una galleta de chocolate con chispas de chocolate. Luego, ambos salieron al borde de la carretera, él con su brazo sobre los hombros de ella. Le trasmitía un ligero calor que emanaba de su cuerpo, como si se tratase de algo que solo él tenía. Ella agarraba con fuerza la pequeña bolsa en la que se encontraba la galleta, siendo recubierta por la seguridad que solo sentía cuando aquel hombre tan desconocido y curioso se encontraba a su lado. Entonces se lamió los labios, debatiéndose si era el momento en el que debía hablar. Si era lo más conveniente.
ESTÁS LEYENDO
Amante del Infierno
FantasíaJenna es una escritora frustrada y Daveen un hombre obsesionado con ella. ❤️🔥❤️🔥❤️🔥 Tras la muerte de su padre, Jenna se ve obligada a acogerse a una rutina que destroza todos sus sueños y la aleja lentamente de las letras. El trabajo en el que e...