Princesa de Gales

28. La cena

Estábamos por llegar a Nueva York. Louise me ayudó a vestirme, eligiendo un vestido beige con flores azules y unos zapatos bajos del mismo color. Arregló mi cabello con cuidado, asegurándose de que cada mechón estuviera en su lugar. Me miré en el espejo, sintiéndome preparada para enfrentar el primer día de nuestra gira.Sentí cómo el avión comenzó su descenso y, finalmente, cómo las ruedas tocaron tierra. Habíamos llegado a nuestro destino. El sonido del avión rodando por la pista me llenó de una mezcla de emoción y nerviosismo.- Hemos llegado, su alteza - dijo Louise con una sonrisa tranquila.

Tocaron la puerta - Lory, ya es hora- dijo papá desde el otro lado. 

Ajustando mi vestido una última vez y respirando profundamente para calmar mis nervios. Sabía que una multitud de personas estaría esperando nuestra llegada y que cada movimiento sería observado.Descendimos del avión uno por uno, con papá y Camila liderando el camino. La puerta del avión se abrió y la luz del sol de Nueva York nos recibió. Bajé las escaleras con cuidado, y sentí cómo la brisa cálida de la ciudad me envolvía.Una multitud de periodistas, fotógrafos y curiosos se había reunido para presenciar nuestra llegada. Las cámaras destellaban y los micrófonos se extendían hacia nosotros. Mantuve una sonrisa tranquila y saludé con la mano, recordando las instrucciones de la abuela sobre cómo comportarme en estos momentos.

-Principe Carlos- escuchaba entre gritos 

-Princesa Lory.

El presidente Bush nos recibió junto a su esposa y sus dos hijas nos saludaron con cortesía haciendo reverencias y nos entregaron ramos de flores a Camila y a mí. 

-Muchas gracias- agradecí el gesto con una sonrisa amistosa

Después de los saludos y las fotos de rigor, nos dirigieron hacia una limusina que nos llevaría a dónde nos quedaríamos . En el camino, observé la ciudad a través de la ventana, maravillándome de la energía y la vitalidad que emanaba de cada rincón.- ¿Nueva York es impresionante, ¿no crees? - comentó papá, notando mi expresión.- Sí, lo es - respondí, sintiendo una mezcla de asombro y emoción.El viaje nos permitió ver algunos de los lugares icónicos de la ciudad, como el Empire State Building, Central Park y Times Square, los cuales visitaríamos en días siguientes . Y no todo iba mal; había intercambiado tres palabras con Camila, lo cual era un avance significativo considerando nuestras interacciones anteriores.

-Camila toma muy buenas fotos, te podría tomar algunas para enseñárselas a tus hermanos cuando volvamos- sugirió. papá

-Oh, puede ser- dije con menos entusiasmo

La limusina finalmente se detuvo frente a nuestra residencia, un majestuoso edificio que reflejaba la elegancia y el lujo que se esperaba para una visita real. Mientras bajábamos del vehículo, el personal nos recibió con sonrisas y cortesías, asegurándose de que nos sintiéramos cómodos y bienvenidos.Papá lidero el camino hacia el vestíbulo, y  yo los seguí  de cerca seguida de Camila. El interior era aún más impresionante, con una decoración opulenta y un ambiente refinado.- Bienvenidos a Nueva York, su alteza - nos saludó el principal, inclinándose ligeramente. - Espero que tengan una estancia maravillosa. Hemos preparado todo para su comodidad.

-Muchas gracias- dijo papá

Una vez dentro de mi suite, me dejé caer en una silla junto a la ventana, mirando la vibrante ciudad que se extendía ante mí. La vista era impresionante, y por un momento, me permití relajarme y disfrutar del panorama.

Louise entró en la habitación poco después, cargando mi equipaje y asegurándose de que todo estuviera en orden.- ¿Cómo se sientes, píncese Lory? - preguntó con una sonrisa.- Emocionada y un poco nerviosa - admití. - Pero creo que va a ser una gran experiencia.- Estoy segura de que lo será su alteza- respondió Louise con confianza. - Tienen una agenda bastante ocupada, pero también habrá tiempo para disfrutar y explorar la ciudad. Asentí, agradecida por su apoyo constante. Sabía que tener a alguien en quien confiar durante este viaje sería crucial.