30. Italia

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Después de un breve descanso, la siguiente parada fue Canadá. Pasamos otros 15 días recorriendo sus impresionantes paisajes, dando discursos emocionantes, recibiendo aplausos, saludando a la gente con calidez, haciendo reverencias y sonriendo para las cámaras. El tiempo en Canadá fue agotador pero gratificante.

Sin embargo, nuestra travesía no terminaba ahí. Nos dirigimos a la India, un país lleno de colores vibrantes y tradiciones milenarias. En la India, la agenda estaba repleta de eventos y ceremonias que nos permitieron sumergirnos en su rica cultura. Luego, Alemania nos recibió con su mezcla de historia y modernidad. Visitamos monumentos históricos, participamos en conferencias y disfrutamos de la gastronomía local.

A pesar del ritmo frenético, sabíamos que aún faltaban cuatro países más en nuestra gira. El calendario marcaba tres meses desde que habíamos iniciado este viaje épico. Con la Navidad acercándose, decidimos hacer una pausa para celebrar las fiestas y recargar energías antes de continuar.

Llevábamos tres días en Italia, un país que nos fascinó desde el primer momento. Sus ciudades, con su belleza arquitectónica y su ambiente romántico, nos cautivaron. Ya habíamos visitado Roma, maravillándonos con el Coliseo y la majestuosidad del Vaticano. También paseamos por Florencia, disfrutando del arte renacentista y de los sabores de la Toscana.

—Todo es asombroso, Leah, te lo juro —le contaba entusiasmada—. Desearía que pudieras ver todo esto. ¿Cómo va tu viaje en Nueva York?

—Fantástico, Lory. Te agradezco tanto este regalo, jamás podré pagártelo —respondió Leah, con una nota de emoción en su voz.

—No tienes que hacerlo, Leah. Fue un regalo, y me alegra que lo estés disfrutando. Nueva York es increíble, ¿verdad?

—Sí, es como un sueño. He visitado la Estatua de la Libertad, Times Square, y anoche vi un espectáculo en Broadway. Todo es tan vibrante y lleno de vida.

Leah y yo seguimos hablando por un buen rato, compartiendo nuestras experiencias y riendo como solíamos hacerlo. Su entusiasmo por Nueva York me llenó de felicidad y me hizo sentir que, a pesar de la distancia, estábamos juntas en este viaje.

-Princesa Lory- dijo Louise haciendo una reverencia- Su padre quiere verla, esta en la sala. 

-Gracias Louise 

Camine por el corredor hasta la sala donde estaban mi padre y Camila

-¿Me llamabas?- pregunte 

-De hecho yo no- dijo con una sonrisa poco habitual en el y señalando detrás de mi 

-¡Sorpresa!- gritaron mis hermanos  haciendo que también gritara 

Me giré rápidamente para encontrarme con Harry y William, mis hermanos, sonriendo ampliamente.

—¡Harry! ¡William! —grité mientras corría hacia ellos para abrazarlos.

—¡Sorpresa! —repitieron, riendo mientras me envolvían en un abrazo de grupo.

—No puedo creer que estén aquí. ¿Cómo...? ¿Cuándo...? —mi mente se llenó de preguntas mientras intentaba procesar la sorpresa.

—Fue idea de los abuelos —dijo William, sonriendo—. Pensaron que sería genial que todos estuviéramos juntos unos días.

—Además, teníamos muchas ganas de verte Lor —agregó Harry.

Miré a mi padre y a Camila, quienes nos miraban sonrientes al  vernos felices.

—Queríamos hacer algo especial para ti, Lory. 

—Esto es increíble —dije, sintiendo que mis ojos se llenaban de lágrimas de felicidad.

-Bueno ya es tarde y mañana tenemos cosas que hacer, así que porque no todos se van a la cama- dijo papá- ademas los chicos deben de estar cansados por el viaje.

-Si creo que es buena idea- coincidio William

A la mañana siguiente, Louise me despertó con el primer rayo de sol. El vestido que usaría hoy ya estaba listo, esperándome. Me bañé y Louise me ayudó a arreglarme. Bajé con entusiasmo al comedor, donde ya estaban papá y Camila.

—Buenos días —saludé, con una sonrisa.

—Buenos días —contestaron los dos, y Camila me devolvió una gran sonrisa. Era raro que yo le hablara con tanta calidez, pero hoy estaba de buen humor.

—¡Buenos días! —dijeron William y Harry cuando llegaron pocos minutos después ya listos.

—¡Buenos días, Lory! —me saludaron. Harry pasó por mi lado y me dio un beso en la mejilla antes de tomar asiento.

Desayunamos juntos, disfrutando de pasteles italianos y café.El buen humos se extendió por toda la mesa así que pudimos tener una platica diferente a otras que hemos tenido. 

—Entonces, ¿qué tenemos planeado para hoy? —preguntó Harry.

—Primero, visitaremos un hospital que ayuda a niños con cáncer —dijo papá—. Luego, tenemos una visita por el Palacio Ducal.

—Y después de eso, un paseo en góndola por los canales —añadió Camila, sonriendo.

—Mañana podrán pasear por donde quieran. Le pedí a su abuela que les diera permiso de faltar a los asuntos reales por un día —dijo papá.

Mis hermanos y yo sonreímos al escuchar la noticia, felices de tener un día libre para estar juntos.

Al terminar de desayunar, todos nos preparamos para salir. Dos camionetas esperaban para llevarnos al hospital. Subimos y nos dirigimos hacia nuestro primer destino del día. Al bajar del auto pudimos ver a toda la gente que esperaba nuestra llegada, ademas de paparazzi y reporteros. 

—Que empiece el día —susurró Harry antes de que comenzáramos a saludar al público e interactuar un poco con la gente.

—Hola —dije, saludando a las primeras chicas que vi en las vallas.

—¡Princesa Lory! —gritaron emocionadas.

Continué saludando a la gente, sintiendo la calidez de sus sonrisas y sus palabras de bienvenida.

—Yo recuerdo cuando naciste —gritó una señora cuando me acerqué a saludar a más gente.

—Oh, ni siquiera recuerdo cuando nací —bromeé, arrancando risas entre la multitud.

—Hola —saludé a unos pequeños que me dieron un ramo de flores.

—¿Tú eres una princesa? —me preguntó un niño, mirándome con ojos curiosos.

—Sí, yo soy la princesa Lory —respondí, sonriendo.

—¡Guau! —dijo el niño, impresionado—. ¿Y vives en un castillo?

—Bueno, si—le dije con una sonrisa

La gente me abrazaba y me obsequiaba chocolates y flores, varios comentaban que me parecía a mi madre. Sus palabras me llenaban de una mezcla de nostalgia y orgullo. Casi al entrar al hospital, me reuní con mis hermanos, que me dieron las flores que les habían dado a ellos.

—Aquí tienes, Lory —dijo William, entregándome un ramo de flores de colores vibrantes—. Estas son para ti.

—Gracias, chicos —dije, sonriendo mientras tomaba las flores—. La gente aquí es tan amable y generosa.

—Sí, realmente lo es —respondió Harry, observando a la multitud con una sonrisa—. Es increíble ver cuánto cariño nos tienen.

Nos preparamos para entrar al hospital, donde nos esperaba una jornada emocional pero gratificante. Al entrar, fuimos recibidos por el personal médico, que nos agradeció por nuestra visita. Nos llevaron a la sala principal, donde los niños y sus familias esperaban con expectación.

Pasamos tiempo con los niños, jugando con ellos y hablando sobre sus sueños y aspiraciones. Cada sonrisa y risa que logramos arrancar hizo que el día fuera especial. 

Princesa de GalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora