CAPÍTULO 2

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Cuando mis ojos se abrieron se encontraron con un techo de color azul cielo.

Extrañada por lo que veía me incorporé y sentí una punzada de dolor en mi abdomen que me devolvió los recuerdos de todo lo que había sucedido.

Probablemente había estado en manos de un asesino en serie hasta que uno de los hermanos Fire se hizo cargo de él.

Inevitablemente recordé el agujero de bala en la frente del hombre y me estremecí. Recordé la sangre caliente salpicando contra mi piel, las heridas que me había provocado. Recordé absolutamente todo llenándome de pánico al recordar la aguja en mi cuello que me quitó mi consciencia.

Al incorporarme completamente recorrí el lugar con una mirada superficial que me dejó en claro que a alguien aquí le gustaba el negro, pues todas las paredes eran negras. Solo que la alfombra y las sábanas combinaba con el color suave del techo.

Una leve luz proveniente de las lámparas en las mesitas iluminaba el lugar permitiendo que viera todo en la primera pasada. Y luego de ver en dónde estaba me concentré en cómo estaba yo.

Observé la camiseta negra sobre mi cuerpo y suspiré asustada. Alguien me había despojado de mi ropa. La vergüenza me recorrió al pensar en que alguien me vio desnuda. Pero había estado herida, por lo que era algo que tenía que hacerse.

Algo asustada por lo que encontraría me levanté la camiseta y descubrí un bóxer negro. Mientras más subía más se notaba el parche en mi abdomen y aparentemente no era grave, pues solo se sentía una punzada dolorosa, pero nada que no pudiera soportar.

Suspirando aliviada continué hacia mi hombro y empujé el amplio cuello de la camiseta por mi hombro hasta que pude ver el otro parche ubicado en esa zona.

Tampoco dolía tanto, pero las punzadas en esa porción de mi cuerpo evitaban que lo olvidara.

Empujando la prenda de vuelta a su lugar me pregunté en dónde estaría. Esos dos últimos hombres que habían entrado al callejón no los conocía de nada, pero supuse que eran soldados del hermano Fire que había salvado mi vida.

Con movimientos suaves empujé mi cuerpo fuera de la cama hasta que pude quedar sentada en la orilla.

Mi cuerpo estaba limpio y mi cabello negro y extremadamente largo se encontraba suelto y caía por mi espalda y sobre mis hombros como una cascada.

Tragándome el gemido de dolor me levanté sobre mis pies sintiendo la afelpada alfombra debajo de mis pies.

Al mirarlos me encontré con unas uñas quebradas y poco cuidadas, luego miré las de mis manos que estaban en igual condiciones y no pude evitar llevar una de mis manos hacia mi boca para comenzar a cortar los extremos disparejos mientras me acercaba a la puerta que suponía que daba al pasillo, pues la otra estaba entreabierta y daba hacia lo que parecía ser un baño.

No me interesaba explorar. Solo quería saber en dónde estaba realmente y poder tomar mis cosas e irme de este lugar.

Al salir al pasillo me encontré con paredes grises decoradas con lujosos cuadros de marcos dorados y repisas en el pasillo. Lámparas que colgaban del techo de color negro y que eran igual de doradas creando un lugar que lucía realmente opulento.

Los colores no eran tan comunes, pero ciertamente eran perfectos juntos.

Con pasos temblorosos mis pies hicieron contacto con la fría cerámica negra y comencé mi caminata hacia dónde se veía la salida del pasillo, pues del otro lado solo había una puerta doble al final.

Pasando saliva me apresuré hasta el final encontrándome con una enorme y hermosa escalera con el mismo color de mármol y barandales dorados que fácilmente podrían estar hechos de oro.

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