—Yo no...
Death acarició mis piernas con suavidad y me sonrió tratando de darme algo de confort.
¿Cómo le decía que nunca había disfrutado del sexo? ¿Qué las únicas veces que me habían tocado había sido en contra de mi voluntad? ¿Cómo le explicaba que le tenía miedo porque vi a mi madre sufriendo por ello?
No podía, por lo que solo guardé silencio y esperé no entrar en pánico cuando él me tocara.
—Dijiste que fuiste abusada —su susurro fue bajo, pero lo suficientemente claro como para que yo lo escuchara —si dices que no, me detendré. Si te incomodas y no quieres seguir, me detendré. Pero, sobre todo, prometo solo tocarte con mis manos y boca ¿de acuerdo, muñequita?
Asentí varias veces y pasé saliva mientras me apoyaba en mis antebrazos y levantaba mis pies para que quedaran en el borde de la cama.
Con mis ojos entreabiertos vi la sonrisa tranquilizadora de Death y me pregunté como alguien podía transformarse de esta forma.
¿Era solo una máscaras? ¿O realmente esta es una parte de él como aquella personalidad que sale a la luz de vez en cuándo?
Ciertamente no importaba siempre y cuando siguiera tratándome de esta forma.
Death acarició el interior de mis muslos con su nariz mientras avanzaba. Iba dejando suaves besos que me hacían estremecer y sus dedos recorrían mi piel de forma suave mientras iba avanzando hasta mi coño.
Me estremecí cuando dejó un suave beso en la parte superior y luego fue descendiendo dichos besos hasta besar mis pliegues.
Mis ojos nunca se separaron de él y alejé a toda costa cualquier recuerdo desagradable concentrándome solo en él. En su sedoso cabello negro, sus profundos ojos, sus concentradas facciones.
Me concentré en su toque y en la forma tan suave en la que pasó la lengua entre mis pliegues haciéndome estremecer.
Se sentía extraño, pero de una forma agradable.
Siempre había sentido dolor cuando me tocaban, ahora se sentía tan bien mientras él abría mis pliegues con los dedos de una de sus manos para acceder a ese montículo nervioso oculto debajo de mis labios.
Me removí salvajemente cuando el placer estalló en mí como los jodidos juegos artificiales.
Death elevó una de sus manos hacia mi vientre y me empujó con su gran mano tatuada hasta los dedos para que me mantuviera en mi lugar.
—Quédate ahí, Muñequita.
Su voz sonaba ronca y sus ojos lujuriosos y dominantes me hicieron quedarme quieta mientras él me comía como si no hubiese almorzado hace unas dos horas.
Y sin poder evitarlo gemí. Mis antebrazos dejaron de tener la fuerza para sostener mi cuerpo y mi espalda se encontró con la suave cama mientras mis manos se aferraban a las sábanas tratando de canalizar toda la energía que vibraba en mi cuerpo de un lado a otro volviéndome loca.
Mis gemidos parecían sollozos mientras él se esmeraba cada vez más en rodear mi clítoris con su boca, chupándolo, lamiéndolo, saboreándolo.
Hasta que una extraña sensación me envolvió locamente y estallé sin entender precisamente por qué o cómo.
Solo sentí un áspero dolor hasta que mi cuerpo se deshizo como si hubiese desatado un nudo que se creó en mi vientre.
Las paredes de mi interior se apretaron alrededor de la nada y mi clítoris palpitó provocando que me revolviera en la cama.
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BELTZA
General FictionSer huérfana en el lugar del que provenía nunca era algo bueno. En primer lugar, porque las casas de acogida eran una mierda y más un centro de reclutamiento que de ayuda. Aunque para muchos ser reclutados era una bendición y algo muy bueno, para...