CAPÍTULO 16

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Desperté con unos brazos alrededor de mi cuerpo que me rodeaban de forma cálida mientras dormía. No me alarmé, pues sabía que se trataba de Dann.

Durante los últimos días se había estado colando en mi habitación para dormir conmigo y aunque a veces me dormía abrazada a su cuerpo despertaba sobre alguien más que no era él. Por lo general era Kren quien se deshacía de sus brazos alrededor de mí a mitad de la noche para ocupar su lugar.

Pero esta vez, al saber que despertaba con Dann me extrañé en sobremanera. Y no fue hasta que escuché ese sonido otra vez que entendí por qué había despertado.

Una alarma estaba sonando estruendosamente por segunda vez haciendo que tanto Dann como yo nos pusiéramos en marcha casi de inmediato.

Sus brazos se deslizaron fuera de mi cuerpo dejándome libre y permitiendo que me pusiera en pie para correr tras él mientras la alarma volvía a sonar.

No había luces rojas parpadeando ni nada de eso, solo una alarma que sonaba tan fuerte que podría explotar mis oídos en cualquier momento.

Con pies descalzos y una simple pijama azul de seda seguí a Dann por las escaleras y luego hacia el pasillo detrás de las mismas que nos llevaba a una habitación de seguridad.

Sabía lo que era, pero nunca había entrado, por lo que la sorpresa me envolvió cuando entré y me encontré con tal cosa.

La pared del fondo estaba repleta de pantallas con cámaras que mostraban áreas del bosque, los alrededores de la casa, las entradas y la carretera principal que nos llevaba hasta la ciudad. Además de eso podía ver varios controles ubicados en una mesa y metidos en cajitas de plástico transparentes que evitaban que se tocaran los botones por error.

Estaba poco iluminada dejando como principal enfoque las pantallas en las que ahora podía observar el motivo de que las alarmas se activaran.

Kren y Death ya estaban dentro cuando nosotros ingresamos y en cuanto el mayor de los Fire reparó en nuestra presencia, presionó un botón que detuvo el sonido de la alarma que me había dejado media sorda.

—Sabemos lo que ha activado la alarma y la verdad no es una amenaza real.

Death señaló una de las pantallas y tanto Dann como yo nos acercamos para observar mejor.

Era un hombre en medio del bosque lo que se veía en ella. No llevaba nada sobre él y solo caminaba por el bosque de forma despistada, como si no supiera que caminaba sobre bombas que podrían detonarse con simplemente presionar un botón.

—No tenemos idea de lo que busca o hace, pero ciertamente no intenta ingresar en nuestra casa. Camina demasiado desinteresado para eso.

Y lo creí. Creí en su análisis hasta que el hombre se giró hacia una de las cámaras sin saber que estaba ahí y pude ver su rostro. Mi piel se erizó cuando sus ojos destellaron con la poca luz que comenzaba a iluminar el bosque al ser alrededor de las cinco de la mañana. Su rostro serio hizo que los latidos de mi corazón aumentaran y que sin darme cuenta retrocediera un paso en camino a la puerta.

Él estaba aquí por mí y ciertamente su intención si era ingresar en esta casa, solo que parecía levemente perdido. Y no dudé que llegara a perder la ubicación en la inmensidad de aquel bosque.

Rápidamente pestañeé las lágrimas y esperé paciente mientras observaba como continuaba caminando y Kren cambiaba de cámaras para poder seguirlo. Pero él no hacía nada malo, solo caminaba por el límite del territorio que poseían los hermanos hasta que se detuvo frente a un cartel amarillo que declaraba la zona como restringida al ser propiedad privada.

Él miró el letrero por largos minutos hasta que asintió para sí mismo y se dio la vuelta para comenzar a alejarse en dirección contraria hasta que fue imperceptible para la cámara.

—Bueno, aparentemente entendió la advertencia.

Kren se levantó de su asiento frente a las pantallas y se giró hacia nosotros vistiendo solo unos pantalones de chándal.

El único bien vestido de los cuatro era Death y solo por el hecho de que durante las noches me observaba dormir, por lo que ni siquiera se desvestía, solo se sentaba en el sofá en la esquina de la habitación y me observaba por horas, aunque en la mañana al despertar nunca se encontraba ahí.

Tanto Death con Kren comenzaron a caminar hacia la puerta pasando junto a mí y Dann pasó su brazo por mis hombros para hacerme caminar hacia la puerta también

—No es la primera vez que sucede, hemos tenido algunas falsas alarmas durante el tiempo que llevamos aquí.

Que me dijera aquello no era un consuelo en absoluto. Porque para ellos no era un intruso de quien estábamos hablando, sino de un hombre cualquiera que se perdió por los alrededores topándose por accidente con los sensores de movimiento.

Pero para mí, no era así. Para mí era el hombre que me había arruinado la vida el que estaba merodeando cerca de la casa en la que ahora vivía. Probablemente con la única intensión de llevarme con él como lo hizo con mi madre.

Una vez de regreso en mi habitación con Dann me acurruqué contra él y suspiré suavemente su aroma mientras él trataba de conciliar el sueño nuevamente, pues los fines de semana él no salía a correr.

—Duerme, Cupcake, solo fue una falsa alarma.

Pero, aunque lo intenté simplemente no pude. Me mantuve observando la pared mientras el sol poco a poco iluminaba todo en la habitación.

Mantuve mis ojos totalmente abiertos sin poder conciliar el sueño y recordando una tras otra las atrocidades que el hombre que se hacía llamar mi padre me había hecho.

***


Tenía miedo.

Los demonios de mi pasado estaban saliendo a danzar a mi alrededor, envolviéndome en la oscuridad de la que había escapado por tanto tiempo.

Los recuerdos iban y venían en una sinfonía mortal que me estaba haciendo perder la cabeza, que impulsaba a viejas costumbres a intentar salir. Y no quería nada de eso. No quería terminar como antes. Siendo aquella chica tan dañada que solo podía servir de marioneta para los propósitos de alguien más.

Estaba perdida y me había alejado hasta la biblioteca con la intención de alejarme de todo lo que me desconcentrara de mantener mi cordura, pero parecía estar perdiéndola más rápido de lo que esperaba.

Las lágrimas escapaban de mis ojos y me mecía de un lado a otro mientras tarareaba la canción que mi madre me cantaba de pequeña.

Probablemente era una visión de mi aterradora, una que hacía años no salía a bailar, pero ahí estaba, llevándome al borde del colapso absoluto solo porque había visto el rostro de mi padre aparecer tras unas cámaras.

Pero es que él tenía tantos alcances, tantos demonios envueltos alrededor, casi de la misma cantidad que la de los Fire, pero más aterradores, más oscuros, más sedientos de sangre.

Y sabía que era cuestión de tiempo para que me tuviera entre sus garras. Y no quería que lo lograra, porque él me haría sufrir, me haría pagar cada minuto que estuve fuera de casa sin permiso. Y el castigo por casi cuatro largos años de ausencia me harían desear estar muerta. Pero ese sería un regalo que él nunca me daría.

Tal y como nunca se lo dio a mi madre.

Y no fue hasta que yo misma hice que sus ojos se cerraran que ella pudo encontrar la paz y solo después de catorce años de cautiverio.

BELTZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora