CAPÍTULO 29

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Siempre temí este momento mientras vivía en las calles. El momento en el que volviera a verlo.
Estuve tanto tiempo siendo invisible, ocultándome, que creí que se habría rendido y habría dejado de buscarme. Pero de una u otra forma me alegré de que apareciera y de que hubiese sido justo cuando encontré a los hermanos.
Pues ahora, el hombre del otro lado de la pantalla no lucia tan amenazador como una vez fue.
Su contextura delgada solo me hacía ver que mis hombres eran más grandes y fuertes, su cabello castaño y grasoso lo hacía ver desaliñado, y sus ojos, que nunca supe si eran verdes o avellanas, ahora entrecerrados y uno de ellos morado por un puñetazo, no parecían ser tan críticos o amenazantes.
En ese momento no le tenía miedo al hombre del otro lado de la pantalla.
Aun podía recordar esos días en los que me golpeaba cuando me ponía rebelde o esos días en los que me mataba de hambre para que aprendiera una lección.
Aun podía recordar sus pesados pasos bajando por las escaleras hasta estar en mi campo de visión, pero desde el momento en el que la puerta se abría, el miedo afloraba en mi interior al saber que estaría cerca de él.
¿Ahora? Ahora no sentía nada más que asco y repulsión por este hombre. Y un odio tan intenso que estaba segura de que podría acabar con él yo misma.
Pero no quería que muriera, quería ver como ellos cumplían cada una de mis peticiones, por lo que presté absoluta atención a la pantalla y me deleité en el miedo que vi bailar en los ojos del hombre que me había criado.
Death estaba sentado en una silla con el respaldar hacia adelante y sus brazos apoyados en él mientras comía lentamente una manzana. Dann se encontraba rodeándolo como si fuera una presa y estuviera desesperado por atacar. Sin embargo, Kren estaba tranquilamente de pie observando al hombre amarrado a una silla con una máscara de hielo puesta sobre él.
Y en ese momento entendí el poder que ese hombre poseía. Él era el único con la mente mas cuerda que sus hermanos. Los otros dos eran los explosivos, los desequilibrados, sin embargo, Kren era el único capaz de sostener la correa que los mantenían a raya. No quería imaginar el desastre que sería Death de no ser por Kren, tampoco quería saber en qué podría convertirse Dann si Kren simplemente lo soltaba.
Y ahora, él también sostenía la correa que me mantenía en mi lugar. Yo se la había cedido, yo le había permitido tenerla, pero de igual forma, él sabía cómo sostenerla y cuando soltarla.
La resolución me envolvió tan cálidamente que no pude evitar una sonrisa, aun cuando la situación debería de haberme mantenido tensa.
—Aun no puedo creer lo fácil que fue atraparte —escuché decir a Kren —para ser un asesino serial caíste demasiado fácil. Aparentemente tus ganas de ver a Beltza te hicieron ser muy descuidado.
—Se llama Trash —dijo con voz ronca y todos los vellos de mi cuerpo se erizaron al escuchar su voz por primera vez en años
Pero no causó el miedo que había esperado.
—Tuve que azotarla al escucharla llamarse así misma por esa porquería de nombre ¿tienes idea de lo que dejare que ellos te hagan solo por llamarla así?
El rostro de él palideció por primera vez y no pude evitar la sonrisa de satisfacción que se extendió por mi rostro.
Les había pedido a ellos que hicieran esto por mí, pues no quería escucharlo dirigirse a mí nunca más, no sabía cómo me podría afectar eso. Por eso estaba viendo todo lo que sucedía desde una tableta conectada a las cámaras en aquella habitación subterránea que tenían los hermanos en el patio. Pero ahora que escuchaba su voz, que notaba lo débil que podía ser, me di cuenta de que mi temor era infundado, él ya no tenía poder sobre mí. El miedo que había sentido hacia él ardió con aquella iglesia que quemé.
—Ella es mía, solo la quería de vuelta.
—¿Tuya para qué? ¿Para dañarla? ¿Doblegarla sin su consentimiento como lo has hecho desde que tenía trece años?
Dann se paseaba en absoluto silencio a su alrededor, destilando tanta rabia y ansiedad que podía percibirla incluso desde el otro lado de una pantalla.
—Cuando alguien es tuyo, debes protegerlo, pero bueno, te enseñaremos cómo termina alguien cuando no es bien cuidado por sus dueños y si no te habías dado cuenta, te lo digo ahora, eres nuestro y dejaremos caer cada mal trato que conozcamos sobre ti. Sentirás lo que ella y su madre, solo que de diferentes maneras.
—No le tengo miedo a morir —dijo fuerte y claro y la risa de Death me erizó incluso los vellos a mí.
—Morir es un regalo y tú no mereces uno.
—Adelante, Dann, es todo tuyo.
Kren se alejó un par de pasos y su hermano sonrió tan aterradoramente que fue imposible para mí no apretar las piernas con fuerza. Mis pezones se endurecieron y tuve que respirar un par de veces antes de calmarme.
Probablemente ya me estaba volviendo un poco más loca de lo que ya estaba.
Dann se colocó frente al asustado hombre y empuñó su navaja con fuerza para trocear sus pantalones revelando su flácida polla.
No era pequeña, lo sabía de primera mano por las veces en las que me violó con ella, pero ahora, con el imponente hombre frente a él parecía tan diminuta. Encogida ante el pavor de ser castrado.
—Voy a rebanarte esa patética cosa que tienes por miembro y luego te haré comerlo, luego veré como Death quema tu herida, pero también muchas partes de ti. Pero no te preocupes, te cuidaremos, la muerte por infección no es una que queramos que tengas.
Y lo hizo, ambos cumplieron sus palabras y yo lo vi todo. Vi como Dann lo desollaba vivo, como arrancaba la piel de su miembro antes de cortarlo, vi como abrió sus testículos y cuando se desmayó, esperó pacientemente a que despertara para continuar con su tortura, hasta que no quedó nada en dónde antes estaban sus genitales.
Ahora estaban esparcidos en el suelo frente a él, burlándose, dejándole ver lo que había perdido.
Y luego Death se detuvo frente a él y se encargó de detener el sangrado. Y maldita sea, parecía un doctor en todo su esplendor. Con sus guantes puestos, su toque clínico y su mirada concentrada.
Lo curó, lo suturó y luego lo vendó. Y por último se separó de su cuerpo encogiéndose de hombros.
—Si me dejan hacer algo más terminará muerto y Kren me dijo que no puedo matarlo, no pienso tocarlo más.
Con una mirada de asco se deshizo de los guantes después de recoger todo lo que había usado y se llevó la bolsa hacia un lugar dónde yo no podía ver.
Frente a la cámara mi padre estaba pálido, con la frente y la polera llena de sudor y lágrimas secas sobre sus mejillas. Lo había escuchado gritar tanto, tantas veces que mis oídos aun pitaban y en mi cabeza resonaba su grito inicial. Estaba sufriendo, pero esa solo era la primera parte de todo por lo que pasaría.
Una vez terminaron le dieron de beber agua, lo soltaron de la silla y le encadenaron una de sus manos a la pared de la esquina.
El lugar en el que estaba solo era un cuadro de cemento sin baño, ventanas o agua y la luz solo se encendía desde afuera
Estaría solo en ese lugar. Pasando frío cuando ellos quisiera, pues se podía regularizar la temperatura en el interior. En plena oscuridad si así lo deseaba y sin comer o beber nada mientras se ahogaba con el olor de sus propios desperdicios.
Ciertamente una perfecta y adecuada manera de morir para él.
Dando por terminado todo dejé la Tablet sobre la mesa del comedor y me levanté para ir hacia la cocina para tomar agua.
Luego de un rato vio a los tres entrar. Dann completamente desnudo y húmedo, pues parecía haberse lavado en el patio con la maguera y Death y Kren perfectamente impolutos.
Sin poder evitarlo me acerqué a Kren y envolví mis brazos alrededor de su cintura para ponerme en puntillas y darle un suave beso. Luego continué hacia Death y besé sus labios un par de veces de forma suave. Y por último me detuve frente a un desnudo Dann con una erección de campeonato apuntando hacia mí.
—Mmmm, quiero darte un besito de agradecimiento —susurré mirando sus ojos oscurecerse.
—¿Un besito de agradecimiento? Dáselo a él —señaló su erección —fue lo único que me mantuvo a raya para no matarlo.
—¿Qué? —él se encogió de hombros.
—Matarlo como quería me tomaría más tiempo y mi erección solo quería estar cerca de cualquier lugar en el que estuviera tu coñito húmedo.
Su sonrisa fue suave, pero sus palabras tan calientes me hicieron abanicarme.
Lentamente me incliné hacia su erección y mirando hacia arriba, hacia sus ojos, le di un beso en su punta rosada y brillosa y luego me di la vuelta para correr.
El único que me perseguía y luego me azotaba para después follarme cada vez que corría por la casa, era Kren. Pero ahora Dann corría hacia mí dispuesto a hacer exactamente eso si eso calmaba su férrea erección.
Horas más tardes terminamos los cuatros tendidos en una de esas enormes habitaciones con pantalla, viendo las películas de los libros que mi madre tanto amaba.
Y definitivamente ese fue el cierre que tanto necesitaba.
Ella necesitaba morir, su vida se había vuelto una tragedia, sin embargo, yo no tenía que ir detrás de ella, solo tenía que vivir como ella hubiese querido vivir sus últimos días de vida. Y eso hizo que un peso se cayera de mis hombros.
Hice lo que pude para salvarla, aunque en el camino me perdiera a mi misma. Pero ahora había entendido que no había nada más que pudiese hacer.
Ella vio como él abusó de mí, yo vi como él lo hizo con ella, como la golpeaba, como la maltrataba. Sacarla de su misera fue el acto de amor más grande que pude hacer por ella y por mí.

BELTZADonde viven las historias. Descúbrelo ahora