Tres semanas después.
—Vamos, Cupcake. Levántate.
Me quejé al sentir a Dann zarandeándome suavemente.
—Es demasiado temprano.
—No lo es, camina, Cupcake.
Quejándome de su insistencia me incorporé en la cama y abrí mis ojos para encontrare con él.
—¿Qué quieres? —cuestioné con voz somnolienta.
—Vamos a correr.
Una de mis cejas se enarcó ante sus palabras, pero él no se molestó en explicar nada.
—Si me sigues el paso durante unos minutos te diré tu nombre.
Eso claramente captó mi atención.
Habían pasado varias semanas después de mi estrepitosa llegada a la casa de los Hermanos Fire. Y si me lo preguntaban habían sido las mejores semanas de mi vida.
Comía regularme, dormía correctamente y me duchaba todos los días. Mis heridas estaban casi cicatrizadas y solo unas líneas rosadas se encontraban en su lugar.
—¿Por qué quieres que vaya a correr? —cuestioné levantándome de la cama para acercarme al baño.
—Porque estás muy debilucha —la sonrisa burlona en sus labios no pasó desapercibida para mí.
—Estoy delgada por la mala alimentación, no puedes culparme.
—Tienes suficiente tiempo comiendo correctamente, hasta tienes el trasero más grande y redondo —su mirada descendió hacia mi trasero y no pude evitar erizarme con ese simple detalle —te espero abajo, Cupcake.
Y salió de la habitación antes de que sus instintos le exigieran avanzar más de lo que lo había hecho.
Por órdenes de Kren, ninguno podía tocarme. Al menos no hasta que me recuperara.
Ellos pululaban a mi alrededor envolviéndome con sus atenciones, pero era solo eso. Me cuidaban, sin embargo, no avanzaban más allá para no presionarme de alguna forma.
Me sentía cómoda con ellos. Joder, era fascinante estar cerca de ellos, tenerlos consintiéndome con cualquier cosa que quisiera.
Y rápidamente me había acostumbrado a nuestra rutina. Nunca estaba sola. Desayunaba todos los días con ellos y luego dos de ellos salían de casa para continuar con sus asuntos, pero uno permanecía en casa para almorzar conmigo.
Durante las noches los veía preparar su cena y luego relajarse viendo películas o leyendo algún libro en el caso de Dann.
Me encantaba ver cada faceta y darme cuenta de que más allá de los monstruos que pintaban en las calles, ellos también tenían necesidades humanas.
Una vez con el cabello amarrado en una coleta, un set de leggins y top deportivo y unas zapatillas de deporte me encaminé hacia la puerta para salir al pasillo.
No queriéndolo hacer esperar más corrí hasta las escaleras y las bajé de dos en dos. Continué mi carrera hasta la cocina y lo vi meterse en la boca una fresa que a leguas se veía jugosa.
—¿Quieres? —cuestionó levantando su mano con la mitad de la fresa en ella.
Asentí lentamente y me acerqué a él para abrir la boca.
Él empujó la fruta a través de mis labios y me permití lamer sus dedos manchados con el jugo antes de apartarme y masticar lo que tenía en la boca.
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BELTZA
Ficção GeralSer huérfana en el lugar del que provenía nunca era algo bueno. En primer lugar, porque las casas de acogida eran una mierda y más un centro de reclutamiento que de ayuda. Aunque para muchos ser reclutados era una bendición y algo muy bueno, para...