Sinceridad

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Capitulo 25

Hacía apenas segundos que había llegado a su departamento, apenas puso un pie dentro corrió al baño, se desprendió la camisa y se colocó frente al espejo: las palabras que Becky había escrito aún permanecían intactas y, a pesar de que debía darse una ducha antes de acostarse, no quería que el tinte negro desapareciera de su piel. Cerró los ojos, tal vez se daría un baño de espuma al día siguiente.

Su rostro dibujó una sonrisa al estirar su brazo derecho y repasar con cuidado letra por letra de la pequeña frase; recordó la mueca de Becky al escribirla, tan atenta, cuidadosa y segura de lo que quería transmitir que algo removía entre sus pensamientos, se preguntó por qué esos gestos, por qué esa orden de cuidar las dos cosas más importantes que el ser humano posee y por qué no la besó cuando ella quiso hacerlo. Abrió los ojos con lentitud, deseaba que Becky no terminara arrepintiéndose de lo que estaban viviendo juntas.

-Cuerpo y alma.- susurró observándose de lleno en el espejo aún sosteniendo su hombro y dejando al desnudo esa parte solo para ella- ¿Qué estás haciéndome, Becky?- se preguntó a si misma apenas moviendo los labios. Jamás había dejado que alguien la desmoronara tan fácilmente de manera emocional como lo hacía la castaña. Jamás alguien la había tocado tan respetuosamente como lo hacía, aunque de manera escasa, Becky. Jamás había sentido miedo, nervios y excitación con la sola presencia de alguien. Jamás había extrañado por culpa de la lejanía a alguien. Jamás había amado.

Volteó su cabeza con violencia hacia el pasillo como si alguien la hubiese descubierto haciendo algo malo. El timbre sonó con vehemencia y luego dos golpes de puño llamaron su atención, se acomodó con velocidad la camisa y tomó la bata que estaba en su camino y llegó a la puerta. Suspiró con calma cuando vio a su padre del otro lado.

-Me asustaste, papá.- le reclamó apenas abrió.

-¿Te asusté? ¿Por qué?- preguntó él dejándole un beso en la mejilla y abrazándola fugazmente- ¿Esperabas a alguien más?- volvió a preguntar cuando ya estaban en el living.

-No, al contrario, no esperaba a alguien. Pero la manera en que tocaste.

-Fue igual que siempre ¿te sientes bien?- le preguntó Alejandro tocando la frente de su hija y luego negando con la cabeza- Sí, estás bien... Traje vino.- dijo alzando la botella del favorito de ambos- ¿Podemos hablar?

-Sí, solo que aun no preparé la cena.

-¿Tienes hambre?

-Demasiada.

-Ve y te pones algo más cómodo mientras yo pido algo ¿sí?

-Está bien. Adentro de la cartera tengo dinero.

-¡Oh, Freen!- se quejó él- Te estoy invitando, no te hagas la tonta. Ve a cambiarte.

 Ve a cambiarte

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Lenguaje del amor Freenbecky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora