Hasta aquí

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Maratón 3/3

Capitulo 37

Freen cerró con fuerza la puerta de su auto al terminar de bajarse y caminó con furia hasta la entrada de su casa. Tocó el timbre esperando ser atendida y apenas bastaron unos minutos para que Marta saliera con su habitual sonrisa y la recibiera con un efusivo abrazo.

Pero ésta vez ella apenas murmuró un saludo y se alejó arrastrando la maleta escaleras arriba sin importarle la presencia de su padre en medio del living o las risas de las amigas de su madre desde la sala de invitados.

Solo caminó con el destino de su habitación en mente y cuando llegó arrojó la valija sobre la cama, la abrió con brusquedad y comenzó a sacar las prendas de ropa solo para revolotearlas a su alrededor. Hasta que se encontró frente a la última, su saco de invierno favorito, lo empuñó entre sus dedos y lo mordió sintiendo la incomodidad de la lana en sus dientes y el chillido que el mismo contacto producía. Gritó de manera desgarradora y volvió a salir con un fuerte portazo. Abajo, Faye y Yoko aún la esperaban solo para despedirse por lo que mientras descendía por los escalones intentó recuperar un poco el control de su propia situación.

Infló su pecho y se tomó del barandal un momento: tal vez aún seguía igual que al abandonar Fang pero debía demostrar lo contrario. Sonrió con esfuerzo y se acercó a sus amigas.

-Ya, amiga... Mañana tienes fiesta. Disfruta y olvida lo demás.- le dijo Faye quitando una etiqueta de cigarrillos de su pantalón pero que Yoko rápidamente le quitó

-Faye...- le reclamó Yoko por lo bajo mientras le señalaba con la cabeza la sala. En la puerta estaba la madre de Freen de pie, con los ojos entrecerrados sobre ellas y con su típica taza de té entre sus manos. Faye giró los ojos y se cruzó de brazos- Y no, Freen, no hagas estupideces.- le pidió observando el estado de nervios aún de la profesora.

-Tranquila, Yoko ¿Nos vemos mañana? Estoy cansada.

-Claro, pasaremos por ti y saldremos a desayunar...Te quiero, Freen.- se despidió Yoko con un cálido abrazo e Faye solo con un movimiento de mano.

Freen giró sobre sus talones y se encaminó hacia el despacho de su padre. Golpeó con suavidad la puerta corrediza de vidrio y se adentró cuando él se puso de pie para recibirla con un afectuoso abrazo.

-Hola, cariño... Que bueno que estés en casa

-Hola, papá. Lo sé, hoy más que nunca me agrada estar aquí...

-¿Estás bien, hija?- le preguntó él notando la voz cargada de tristeza de Freen y el abrazo más fuerte que nunca. Ella le sonrió y movió la cabeza ligeramente.

-Muy bien. Estoy cansada del viaje.

-Espero que eso de venir una semana no te haya dado problemas en el trabajo. Le dije a tu madre que era una exageración tantos días pero no me hizo caso. Como siempre.

-Está bien, papá igual iba a quedarme aquí mucho tiempo de todos modos. Voy a ducharme y descansar un momento bajo para la cena.

-Pues apúrate que ya comienza.

-Enseguida voy...- murmuró Freen perdiéndose a través de la sala y llegando al borde las escaleras. Se quedó un momento de pie con la vista fija en el teléfono que reposaba en una mesa junto a una guía. Suspiró, se rascó la frente con dudas y terminó por volver a subir a su cuarto.

Juntó toda la ropa con lentitud y completamente calmada. La dobló y ordenó dentro de su placard y agradeció más que nunca la orden de su madre de pasar esos siete días allí y no sola en su departamento. De lo contrario ya estaría haciendo cualquier otra locura de la cuál nadie la reprendería.

Lenguaje del amor Freenbecky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora