Después del primero no podré detenerme

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Maratón 1/3

Capítulo 26

Fue ese miércoles que Freen pisó el instituto con una sonrisa, transmitiéndosela a Becky y observándola por más tiempo del permitido que supo si volvía a actuar así todo podía terminar más rápido de lo que comenzó. Solo rozó la entrada del baño cuando alguien de un fuerte empujón la ingresó en el interior y la condujo con velocidad al extremo del lavabo: Becky la sujetó firmemente por la cintura y en un segundo la besó con imperiosa necesidad, misma que utilizó ella para apretar la cerámica y no caer de lleno al piso.

-Becky.- murmuró intentando controlar la situación sosteniendo a la castaña por el cuello- Becky, aquí...

-Aquí no hay nadie, tranquila.- aseguró la castaña volviendo a unir sus labios con desesperación. Solo habían pasado cuarenta y ocho horas desde la última vez que la había visto y sentía como si hubiese sido el doble. Además que ni siquiera había podido besarla aquel lunes por la estúpida interrupción de Nop.

-No es... No es eso, es...- pero Becky la besaba de manera tan insaciable que no le daba tiempo a respirar ni coordinar una oración. De un momento a otro, la castaña finalmente se alejó y ella sintió una fuerte punzada cuando la vio limpiarse desconsideradamente los labios.

-¿Qué acabas de...- pero la respuesta llegó por sí sola cuando Becky se cruzó de brazos, se recostó contra la pared y le señaló con los ojos la entrada. Dos chicas con el equipo de porristas ingresaban hablando animadamente, solo se miraron en el espejo por escasos segundos retocando su peinado y abandonaron el lugar casi en silencio. Su sonrisa volvió a brillar con la pícara sonrisa de Becky mientras se regresaba peligrosamente frente a ella.

Por los siguientes minutos, dejó que los besos de Becky hicieran con ella lo que quisieran. Al fin y al cabo, cuando cruzas la meta, no tienes por qué regresar.

 Al fin y al cabo, cuando cruzas la meta, no tienes por qué regresar

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-¿Un 5, señorita Sarocha? Debe estar bromeando.- Freen alzó la cabeza cuando una de sus alumnas estiraba una hoja en su dirección. Suspiró y la recibió solo para escanearla velozmente.

-Es la nota que merecías, Heidi.- aseguró devolviendo el trabajo que había retirado apenas inició la clase.

-¿Y qué demonios hice mal?... ¡Solo debía escribir una historia!

-Misma que cuenta con cientos de errores ortográficos. Y eso era lo que evaluaba. Practica más y no será a mí a quién reclames.

-¿Sabe usted, acaso, quién es mi padre?- Freen echó la cabeza atrás cuando sintió el aliento de la chica cruzando su escritorio furiosamente. El tono de voz y los brazos de Heidi sobre el mueble impusieron dominio y al parecer ella debía responder con miedo. Sin embargo no lo hizo.

-No, sinceramente no lo sé y mi trabajo no es averiguarlo. Me pagan para enseñarte a ti. Como al resto de tus compañeros. Ahora, la clase terminó y si...- parecía que ese era el día de quedarse con la palabra en la boca. Heidi dio media vuelta y, arrojando el examen en la puerta, desapareció de su vista como un torbellino cargado de ira.

Lenguaje del amor Freenbecky Donde viven las historias. Descúbrelo ahora