Maratón 1/3
Capitulo 35
-No sé el día que nací realmente... Papá optó por anotarme el 5 de diciembre porque fue el día que nos vimos por primera vez. Mi libreta de nacimiento comenzó a existir gracias a él.- Freen abrió sus piernas y acomodó a Becky entre ellas, con la espalda de la castaña contra su pecho y la retuvo con seguridad por el abdomen. Becky tapó sus pálidas manos con sus oscuras y mientras las acariciaba había comenzado a hablar. Freen decidió mentalmente que no haría preguntas esta vez- Recuerdas que te dije que mi madre se llamaba Dianna ¿cierto?
-Aja.- murmuró Freen apretándola más contra ella y hundiendo su boca en el cabello de Becky para tenerla más cerca.
-Dianna era... Primero vendía verduras en el peor local donde vivíamos, Orlando un viejo de más de 50, la contrató por el simple hecho de que se vestía como una vagabunda; las patéticas faldas de jovencita y las blusas ajustadas que dejaba ver más allá de los collares que usaba, era vergonzoso pero solo me sentí así años después. Cuando realmente entendí todo. Una noche de lluvia y tormenta fuerte golpearon la puerta, dormíamos ambas en el mismo colchón, sobre el piso, me dio un golpe en el brazo y me ordenó que abriera. Ya eran casi las dos de la mañana, tenía miedo de quién podía ser realmente o de que se trataba pero del otro lado estaba Alicia... Le temí en ese momento ¿sabes?- se detuvo Becky un momento para voltear a ver a Freen y esta le sonrió cálida y forzadamente- No la conocía y lo desconocido en mi mundo solo traía terror con él... Pero Alicia era diferente, eran amigas con mamá de toda la vida, se habían alejado solo los últimos tres años porque se había casado y el marido era de los tipos celosos y golpeadores. Mamá la contuvo unos días y le dio un techo, el miserable techo que me mantenía a mí también. Era una casa de tan solo una habitación, el baño estaba afuera, como a cincuenta metros del patio trasero y lo compartíamos con otros inquilinos casi callejeros. Adentro solo había un colchón, un sillón individual sucio, la mesa y una pequeña heladera que permanecía vacía las 24 hs del día, los siete días de la semana y por más tiempo aún. Alicia estuvo como tres meses sin trabajo y a mamá parecía no preocuparle hasta que perdió el de ella... Varios vecinos me veían pasar y se reían porque decía que Orlando ya había logrado su cometido con mi madre y que por eso la desechó... Cuando comenzó el verano de ese año Alicia llegó una mañana con un periódico y marcador rojo en mano. 'Tengo el trabajo perfecto' le dijo a Dianna y vi por primera vez la cara de susto de mi madre. Estaba pálida y parecía no procesaba la información... Dos noches después me bañó temprano y se arrodilló delante mío, me dijo que se ausentaría hasta la madrugada y que me portara bien. Me acuerdo que miré a mi alrededor ¿con quién demonios debía portarme bien? Estaba sola y sola pasé toda la noche. Y la siguiente y todas las que vendrían después. Las escuchaba llegar a la hora del desayuno pero nunca tuvo uno en la mesa, no cómo debería... ¿Sabes cuántos años tenía en aquel entonces?
-¿Cuántos, amor?- preguntó Freen en un susurro antes de dejarle un cálido beso en la cabeza.
-Estaba a meses de cumplir los seis según Alicia. Me midió con una estúpida regla y dijo que por mi estatura debía tener esa edad... Una noche no pude dormir por el dolor de estómago, tenía hambre y me dolía la cabeza. Me acurruque contra Dianna llorando en su cuello pero solo me pidió que me callara, que necesitaba dormir porque estaba cansada. Al otro día volaba de fiebre y solo Alicia lo notó, me obligó a tomar un vaso completo de agua, me dejó dinero para que comprara comida y luego se fue. Me levanté después de la siesta y fui a lo del puesto de Orlando, el lugar estaba raro, no había otros clientes pero al fondo, en el depósito, se escuchaban ruidos. Parecía María, una niña que jugaba conmigo por las tardes y que le encantaba los chismes y armar alboroto, caminé hasta allá como ella me enseñó para que nadie me notara y descubrí al asqueroso viejo teniendo sexo con la nueva empleada. Podía ser su hija, una adolescente que apenas habrá llegado a los 15 pero que disfrutaba de lo que estaba haciendo. Un asco de escena por lo que me escondí detrás de un estante pero de manera ruidosa, Orlando me descubrió y aún con los pantalones abajo me amenazó de no decir nada. Cuando ví a Dianna el día siguiente me dio unas cachetadas, me dijo que era una maldita niña metida y que ahora ella debía pagar las consecuencias. Supongo ahora que se refería a más sexo con aquel viejo aprovechado ¿verdad?- preguntó Becky volteando nuevamente.
ESTÁS LEYENDO
Lenguaje del amor Freenbecky
RomanceFreen Sarocha es la nueva profesora del instituto, Rebecca Armstrong su alumna menos aplicada. Está historia es una adaptación todos los créditos a su autora original a Mrs Michele