70. La Propuesta.

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—¡Sean!—contesto su llamada mientras espero a que Milly este lista.

—Ya casi está todo listo, la sala ha quedado preciosa.

—Hombre, gracias... No tengo palabras para agradecerte.

—De nada, haría lo que sea por ti.

—Dime algo, ya Paddy me dijo que no podremos ver todas las del museo, y lo entiendo, pero es posible ver...

—Si—Me interrumpe—Ya Paddy me comentó y si, voy a darles un pequeño tour por esa sala, pero no puede ser mucho tiempo.

—Esta perfecto.

—Mi jefe se va en un rato y yo estoy desalojando el lugar, para que no haya nadie, en un rato podran venir.

Milly sale del baño tan hermosa.

Su cabello rubio y corto esta peinado con pequeñas ondas y tiene un maquillaje sutil, solo se ha pintado un poco los labios de rosa y sus pecas estan a la vista, lleva un vestido rosado tan hermoso, la hace ver tierna y delicada.

Se acerca a mi luciendo tan esplendida, su olor característico invade mi nariz, es ese perfume de Dolce & Gabanna que usa siempre.

Levanto uno de mis dedos para indicarle que estoy al telefono.

—Bien, salimos en 5 minutos—hablo a Sean y cuelgo la llamada.

No quiero levantar sospechas.

Ahora toda mi atención esta en ella.

Guardo mi teléfono en el bolsillo de mi pantalon sin dejar de mirarla.

A veces no entiendo que hice para merecer algo tan hermoso, debi ser un santo en una vida pasada.

—¿Que?—sonríe sin poder evitarlo, no entiende porque la miro asi.

—Tu—acaricio su mejilla—No soy sala de espera pero no me importaría que te sientes en mi...

Ella pone su mano en mi boca callandome.

—¡Matthew!—reclama sonrojada.

Cuando por fin tenia un piropo digno de la situación Milly me ha cortado.

Ella me ha dicho cosas peores.

—¿Que?... He estado practicando mis coqueteos—su nariz se enrojece igual que sus mejillas—Y creo que han funcionado—ella baja la mirada y yo pongo mi mano en su barbilla para observarla—Mirame tomatito.

Ella me mira y se aclara la garganta fingiendo que nada paso.

—Estas mejorando—me hace reír —Vamos ya.—cambia de tema.

—¿Te puse nerviosa?—me acerco a ella intentando ponerla nerviosa.

—No—miente.

Claro que se que miente.

—Que bueno, porque no has visto nada aún—beso sus labios—Tienes toda la noche para ponerte nerviosa por mi culpa.

—¿Quien te enseño a coquetear asi?—es una pregunta capciosa.

—Tengo una muy buena profesora—la tomo de la mano para irnos.

—¿Ah si?—esta provocandome.

Yo asiento.

—Vamos que llegaremos tarde.

—Ok.

Salimos de la habitación rumbo al estacionamiento.

Arrancamos con direccion al museo, pero no pasa demasiado tiempo cua do mi telefono suena.

Leo el mensaje con precaución al ir al volante.

La casa del Dragon (MATT POV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora