Epilogo: Lyndis

563 63 18
                                    

*Ciudadela de Lycia, entrada al castillo. Siete años después de la caída de los demonios*

- ¿Cuál es el motivo de su visita? -Dijo una de los guardias de la puerta al castillo, poniéndose frente a una persona encapuchada, el guardia le sacaba casi dos cabezas y era al menos el doble de ancha que aquella persona.
-He venido desde Caowyn a hablar con los reyes, espero recibir una cordial invitación a pasar. -Dijo la encapuchada con una dulce voz femenina, serena, pero firme. Era una mujer adulta, alrededor de veintiocho años, sus ropajes estaban llenos de polvo y algo roídos, pero su rostro y su figura dejaban en claro que era una dama hecha y derecha, con rasgos de nobleza. Su cabello permanecía oculto dentro de la túnica y sus ojos apenas podían distinguirse.
-Me da igual de dónde vienes, no puedes pasar así como así, márchate.
El guardia avanzó dos pasos poniéndose frente a aquella mujer, la cual no se inmuto e insistió. Metió su mano dentro de su túnica, como si fuese a sacar un alma oculta, pero en realidad sacó un pequeño emblema de hierro con la forma de un escudo dorado, en el centro del escudo estaba el emblema de la familia real resguardado por dos espadas cruzadas. -Espero que esta prueba sea suficiente... ¿O acaso no lo es? -Dijo mientras la hacía mostrar frente al guardia.
El guardia palideció y al instante retrocedió casi hasta topar con la gran verja de hierro que formaba la entrada al castillo. Lentamente se quitó su casco e hizo una reverencia. -En efecto. -Dijo de forma minuciosa, su comportamiento había cambiado de una forma radical. -Cualquier persona que muestre uno de los emblemas del SANCTUM es bien recibido, pase por favor.
Dicho eso, el guardia se levantó rápidamente y abrió las puertas del castillo. -Sea bienvenida. -Agregó, intentando calmar los nervios. La dama hizo una reverencia y una ligera sonrisa logró verse desde su capucha

Avanzó lentamente por los jardines delanteros del castillo, sus pasos resonaban en aquel sereno jardín iluminado por el sol, era un día agradable, cálido, radiante.
Avanzó por las sombras de los arboles hasta llegar a la gran puerta de madera con barras de hierro que inmediatamente fue abierta por un grupo de guardias. El castillo por dentro era idéntico al antiguo castillo de Lycia, antes de la llegada de los demonios. Todo estaba iluminado por la luz del sol y había pasadizos por todos lados, los cuales la encapuchada descubrió rápidamente. Siguió caminando sin vacilar hasta la sala del trono y entro sin decir nada, como una sombra.
Roland, quien ahora era el nuevo rey de Lycia se encontraba jugando en el suelo con sus dos hijos, la mayor tenia aproximadamente cinco años mientras que el hijo menor tendría alrededor de tres años. Los tres reían mientras que la ahora reina, Lucy Blackwood tomaba fotos de su familia. Al parecer la mujer encapuchada sobraba ahí. Estuvo a punto de irse cuando Roland notó su presencia.
-Lo lamento, pero tengo trabajo. -Le dijo a Lucy y le pasó a su hijo menor. - ¿Necesita algo? -Le dijo a la encapuchada.
-Solo venia de paso. Quería ver a los dos reyes de Lycia antes de partir a las tierras del sur. Pero veo que me encontré con dos sobrinos, vaya sorpresa.
Roland se puso serio e invocó su espada sagrada. Serio sería decir poco, estaba furioso. -No tengo algún hermano, mi hermana murió hace siete años, le pido que se marche de aquí inmediatamente.
La encapuchada comenzó a reír. -Veo que no soy requerida aquí entonces.
Lentamente subió sus manos hasta la capucha y fue bajándola, revelando unos cabellos de color negro con un ligero tono azul fuerte, un mechón le tapaba la mitad de la cara, pero lo más llamativo eran sus dos ojos, los cuales tenían la marca de la familia real en ellos.
La cara de Roland se puso completamente pálida.

- ¿Qué pasó? ¿Viste un fantasma, hermanito? -Le dije en tono sarcástico.
Miré a Lucy, la cual estaba boquiabierta y bastante sorprendida. Roland corrió y me dio un abrazo.
- ¿Cómo es posible? Rompiste el sello y sigues viva después de tanto tiempo.
-Ni yo lo sé. Supongo que es suerte. Y bien, ¿Vas a presentarme?
-Por supuesto.
Roland tomó a sus dos hijos de la mano.
Su hija tenía todos los rasgos característicos de la familia Strife y tenía la marca de la familia real en la frente, un largo cabello castaño claro y los ojos de color marrón. Su hijo era la viva imagen de Roland, con la marca de la familia real en su mano izquierda.
-Él es Roy, tiene casi cuatro años, todos dice que se parece a mí. Siempre está lleno de energía a todas horas y bueno... -Roland le dio una ligera palmada en el hombro a su hija. -Vamos, preséntate.
Me puse en cuclillas mientras la niña se acercaba tímidamente. - ¿Cuál es tu nombre?
-Me llamo Lyndis señorita. -Dijo haciendo una reverencia. - ¿Cómo se llama usted?
Me mantuve en silencio por un rato, en realidad habían pensado que estaba muerta. Solté un poco de aire para retener la voz, pensé un poco y después dije suavemente. -Elizabeth... Me llamo Elizabeth. Pero puedes llamarme Lyn.
-Es un placer conocerla. -Dijo dándome un abrazo.
Lucy llegó al instante y saltó sobre mí abrazándome fuertemente, me soltó y empezó a apretarme las mejillas. -No puedo creer que seas tú, después de tanto tiempo...

SANCTUM: Guerras De LyciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora