||THIRTY-NINE||

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Leah's pov:

¿Nick Fury buscándonos en Italia?

Mi vida cada vez es más rara.

Y ahora, estábamos montados en lancha por la noche, cuando no había nadie en la calle.

Íbamos con nuestros trajes, por lo que significaría que íbamos a algún sitio importante.

Sacudí la cabeza cuando ví que Nick Fury le daba una caja a Peter, que iba en el asiento delantero a su lado.

—Inquieta vive la cabeza que porta la corona. —dijo, al mismo tiempo en el que Peter abría la caja para descubrir que había en su interior.

Las gafas de Tony.

Me levanté para observarlas mejor, era una reliquia y no debía caer en manos equivocadas, no sólo por su valor, si no también por su función.

Pero, nos la habían entregado a nosotros. A nosotros. 2 chavales de instituto que estaban en su viaje de fin de curso.

No podía creerlo. Era demasiada responsabilidad, incluso para mí. O quizás no estuviese todavía preparada para asimilar este tipo de cosas, pues aún me costaba reaccionar cuando veía algo relacionado a Iron-Man.

—Stark dijo que no la entenderiaís por qué no es una referencia a Star Wars. —añadió con un bufido, que parecía un signo de risa. Pero mis ojos todavía se mantenían en los cristales.

Peter cerró la caja con suavidad, y se giró un poco para mirarme a los ojos, a través de la tela de las máscaras.

—Guárdala tú. —me ofreció la caja, pero yo no estaba segura de cogerla.

—¿Por qué?

—Eres más responsable que yo.

Suspiré y desvié la mirada hacia las aguas que recorríamos. Íbamos a un ritmo lento que me permitía ver mi reflejo. Pero cada vez que me ponía el traje, no sentía que fuese yo misma, eran como 2 personas completamente distintas. Una era Spider-girl, la heroína que unos pocos amaban de verdad y otros solo la consideraban "compañera del increíble Spiderman", y luego estaba Leah Anderson, la estudiante de Midtown que había llegado aquel año, amiga de los frikis Ned y Peter. Ella no se veía con aquel traje. No sentía que fuese para ella. No era la indicada, incluso después de todo lo que había pasado.

Al sentir el tacto de la mano de Peter en la mía, levanté la cabeza. Él seguía mirándome, seguía confiando en mí. Él creía que yo era capaz de seguir con todo esto, cómo él, él nunca se rendiría, era mucho más fuerte emocionalmente que yo. Me agarró la mano y con la que tenía libre, me acercó aún más la caja. Incluso me la apretó un poco, sin llegar a hacerme daño, en señal de ánimos.

Entonces, con el apoyo de mi mejor amigo, cogí la caja con mi otra mano.

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𝟱% || 𝗣𝗘𝗧𝗘𝗥 𝗣𝗔𝗥𝗞𝗘𝗥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora