||FIFTY-ONE||

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Leah's pov:

—¿Es buena idea usar el piso de Happy para esto? —pregunté al observar como todos los villanos, que inevitablemente destacaban, entraban y se ponían cómodos.

—No lo creo. —asintió Peter.

—Tranquilos, lo superará. —al mismo tiempo, el hombre de arena llenó el sofá de esta, mientras que el doctor Otto seguía enredado entre sus propios ganchos.

—¿Este es vuestro plan? ¿Diseñar una cura en un piso? —elevó una ceja el pelinegro.

—Usted primero, doc. —sonreí forzadamente mientras caminaba a otra sala.

Allí estaba una caja con la insignia de Stark, para mí era como una herencia que nos había dejado. Peter me siguió al mismo tiempo que presionaba un botón para dejar ver una camilla y diferentes tipos de botones.

—¿Qué es eso? Pensé que era la máquina de rayos uva de Happy. —comentó May.

—Es una fabricadora, para analizar y fabricar lo que quieras. —expliqué a todos los presentes, mientras me ponía manos a la obra con el diseño.

Nos pasamos varias horas: Peter, Norman y yo investigando sobre el doctor. Al parecer, el chip que controlaba sus tentáculos, se había fundido, y ahora eran ellos quiénes le controlaban a él inconscientemente. Con un holograma pudimos analizar mejor la situación, hasta que dimos con la clave.

—¿Quién va a modificar el chip? —pregunté mientras Peter lo colocaba cuidadosamente.

—Tú, obviamente. —habló el castaño.

—¿Yo? ¿Me vas a dejar con esa responsabilidad? Podría dejar a Otto paralítico. —sacudí la cabeza, descartando la idea.

—Vamos, Leah. Sabes muy bien que eres la que mejor entiende todo esto. Sacabas dieces en tecnología. —me ofreció la pinza, con una mirada de confianza.

Aún así la rechacé.

—No es lo mismo unas clases que la vida de una persona.

—Has salvado a más de las que podría contar con los dedos.

—El chico tiene razón. —intervinó Osborn, mirándome. —A la Leah del otro universo es brillante en tecnología. No me extrañaría que fuese igual aquí.

Suspiré algo más convencida por sus palabras y tomé la pinza. Me coloqué las gafas con una lupa y luz incluidas y examiné de cerca las pequeñas partes y añadí 6 agujas muy finas, cada una de ellas sosteniendo una. Lo hice con cuidado y delicadeza, tratando de no arruinar ni romper nada. Me temblaba la mano al principio, pero después paró.

Terminé y me quité las gafas, dando un paso hacia atrás y viendo como el holograma se tornaba en color verde.

—Ha funcionado. —susurré. —¡Ha funcionado!

𝟱% || 𝗣𝗘𝗧𝗘𝗥 𝗣𝗔𝗥𝗞𝗘𝗥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora