||FIFTY-TWO||

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Leah's pov:

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Leah's pov:

Me subí al edificio más alto que encontré y bajo la lluvia, que limpiaba la sangre de mi cara y cuerpo, contemplé la ciudad de noche. Había un panel con el informativo de última hora de aquella noche, dónde nos menospreciaban.

Pero aquella vez, no ignoré sus palabras.

Escuché sílaba por sílaba, sabiendo que tenían razón.

"Todo lo que toca Spider-Girl, queda en ruinas." citó.

Levanté la mirada llorosa en la pantalla, donde el hombre mayor de los informativos estaba, Jonah Jameson.

Se despidió y la luz cesó, quedándome sola entre la oscuridad y algunas luces de los edificios me iluminaban aún.

¿Que sentido tenía seguir teniendo esta estúpida doble identidad que ya todos conocían?

Me había costado la vida de muchas personas queridas. La de May. La de mi madre, la de mi padre. La de mi hermano.

La de Tony.

Pensé en él, en qué me diría si estuviese aquí. Seguramente algo como ”la has cagado pero bien, niña” y en aquellos tiempos me hubiese servido de consuelo, pero no ahora.

Observé mis pies colgando de la azotea. Si tan solo daba un empujón, todo acabaría. Pero no podía hacerlo, no con Peter ahora mismo.

Miré alrededor, en busca de algún signo de su silueta, pues tendría que estar cerca. Vivíamos al lado. Aún recordaba aquellas noches en las que hacíamos "la patrulla" y que nos lo tomábamos tan enserio, que ni sabíamos que se nos avecinaba.

Ojalá se hubiese quedado solo en una simple patrulla. Ojalá que jamás me hubiese picado esa araña.

Me levanté aunque mis músculos me seguían suplicando descanso, probablemente tendría todo el cuerpo lleno de heridas y hematomas, pero ya no me importaba, casi ni sentía las costillas. Entonces ví a Pet en un edificio cerca, iluminado débilmente y me balanceé con la poca fuerza que tenía hasta allí.

Cuando llegué, no levantó la mirada del suelo, hasta que me senté a su lado.

—¿Qué ha pasado con tus padres y Ethan? ¿Están bien? —preguntó, mirándome a los ojos con aquel rostro lleno de sangre.

Me tembló la voz antes de hablar, jamás pensé que diría aquello.

—Han muerto. Llegué tarde. —murmuré por lo bajo. Sus ojos se abrieron con sorpresa y después fueron al osito de peluche que sostenía en mi mano, manchado por sangre seca.

—Leah, yo... Joder. —intentó, pero a ninguno le salían las palabras. Los dos habíamos perdido a nuestra familia.

Me abracé a él con cuidado de no hacerle mucho daño y me puso más cerca, buscando el apoyo mutuo. Ninguno tenía ánimos para seguir la conversación, así que nos quedamos en silencio, simplemente disfrutando la presencia que nos brindaba el otro.

𝟱% || 𝗣𝗘𝗧𝗘𝗥 𝗣𝗔𝗥𝗞𝗘𝗥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora