Kafka se encontraba sumido en un estado de confusión, su mente divagando entre la neblina del alcohol que nublaba sus sentidos. Sin embargo, una sensación cálida en sus labios lo mantenía anclado a la realidad. Al recorrer su cuerpo con la mirada, notó que se encontraba desnudo, y un suave roce en su pecho le indicaba la cercanía de otra persona.
Además, pudo sentir un peso extra en su regazo, pero lejos de molestarle, era una sensación agradable, casi reconfortante.
"Todo está tan borroso... Creo que bebí demasiado", pensó Kafka, entreabriéndolos ojos con cautela.
Aun así, no le importaba, pues en ese momento solo quería seguir disfrutando de aquella fiesta junto a Kikoru.
"Bueno, supongo que eso no importa... Quiero seguir esta fiesta contigo", murmuró, clavando su mirada en la figura de la joven.
Una última idea cruzó su mente antes de que la lógica y la racionalidad desaparecieran por completo: "Esta promoción tardó más de lo que quería en llegar".
En ese instante, Kafka se entregó por completo a las sensaciones y al deseo que lo consumían, dispuesto a sumergirse en aquel momento de intimidad y pasión
Kafka se sentía envuelto en una bruma de placer y deseo, casi sin poder creer que aquello estuviera sucediendo. La calidez del cuerpo de Kikoru sobre el suyo, la suavidad de su piel bajo sus manos, el aroma intoxicante de su cabello... Todo parecía sacado de uno de esos sueños que pocas veces había tenido, pero que ahora se convertía en realidad.
Deslizó sus manos lentamente por la espalda de Kikoru, acariciándola con una mezcla de delicadeza y anhelo. Necesitaba sentirla, tocarla, explorar cada rincón de aquel cuerpo que había despertado su deseo desde hacía tanto tiempo.
Buscó sus labios una vez más, besándola con una pasión desbordante, su lengua acariciando la suya en una danza erótica que les robaba el aliento. Quería fundir sus cuerpos, volverse uno solo con ella, perderse en aquel momento que parecía haber sido largamente anhelado por ambos.
Sus caderas comenzaron a moverse casi por instinto, buscando el contacto íntimo, la unión que les daría el máximo placer. Kikoru respondía a cada uno de sus movimientos, entregándose por completo a aquel arrebato de lujuria y deseo que los había envuelto.
Kafka se sentía embriagado, no solo por el alcohol, sino por la intensidad de aquella experiencia. Nada más importaba en ese momento, solo ellos dos, consumidos por una pasión ardiente que parecía devorarlos desde adentro.
X X X
El amanecer llegó y los rayos del sol comenzaron a golpear el rostro de Kafka, lo que hizo que empezara a abrir sus ojos con un leve toque de molestia. "¿Dónde estoy?", se preguntó Kafka al notar que el lugar donde se encontraba no era su propia habitación. Si bien el diseño era similar, los arreglos y decoraciones tenían un estilo más femenino.
Kafka se sentó en la cama, pero algo lo retenía. Miró curioso y lo que vio lo dejó sin palabras: Kikoru estaba a su lado, durmiendo... sin ropa.
La escena lo desconcertó por completo. ¿Cómo había llegado a este lugar? ¿Qué había sucedido la noche anterior? Kafka intentó hacer memoria, pero todo parecía confuso. Con cuidado, observó a Kikoru, sorprendido de verla tan cerca y en esas circunstancias.
Lentamente, Kafka empezó a recapitular los eventos, tratando de entender cómo había terminado en esta situación tan inesperada. Su corazón latía con fuerza mientras intentaba procesar lo que estaba sucediendo. ¿Sería una broma o tal vez un sueño? Fuera como fuera, Kafka se encontraba en una posición que lo dejaba desconcertado y sin saber cómo reaccionar.
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un hermoso accidente [KAIJU NUMERO 8]
De TodoTodo sucedió en aquella noche donde Kafka fue oficialmente aceptado en las fuerzas anti kaiju, con un par de bebidas de más, Kafka y kikoru pasaran una situación que los pondrá a prueba en todos los aspectos posibles. "kafka... Estoy embarazada" Aqu...