un motivo mas

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Kafka tragó saliva con dificultad mientras levantaba la mirada y se encontraba cara a cara con el imponente Isao Shinomiya. Durante un breve instante, albergó la esperanza de que quizás, si lograba comunicarse con aquel hombre de apariencia robusta, podría hacerle entender su inocencia. Sin embargo, esa esperanza se desvaneció en cuanto vio la severidad reflejada en el rostro del general.

"¿¡Qué mierda te pasa!?", gritó Kafka, clavando sus ojos llenos de frustración en Isao.

Antes de que Kafka pudiera siquiera abrir la boca para decir algo mas, Isao desvió su atención hacia la silla de metal en la que kafka se encontraba sentado hace unos minutos. Con una rapidez y precisión asombrosas, descargó un certero disparo que provocp que kafka se moviera del lugar usando la fuerza de su lado kaiju, poro al hacerlo redujo el asiento a un montón de escombros.

Isao no mostró vacilación alguna, manteniendo firmemente sujeta en su mano dominante un arma que parecía ser una Glock calibre 9 milímetros. Kafka miró con enojo al comandante Shinomiya, pues ni siquiera le había dado la oportunidad de decir una sola palabra.

Desde los rincones de la habitación, los que monitoreaban la escena no tardaron en hacer notar un detalle importante.

"Él estaba prisionero por voluntad propia", dijo uno de los observadores, dejando entrever que, a pesar de las circunstancias, Kafka había decidido permanecer en cautiverio por su propia decisión.

Kafka apretó los puños con frustración, consciente de que, una vez más, se encontraba atrapado en un juego de poder del que parecía no poder escapar. Sin embargo, en su interior, ardía la determinación de demostrar su inocencia y lograr salir de esa prisión, incluso si eso significaba enfrentarse al hombre que lo había encarcelado.

Isao frunció el ceño mientras miraba los restos de la silla de acero reforzado galvanizado que kafka había destruido con un solo movimiento.

"Dices ser humano... pero un humano no habría destruido por completo una silla de acero reforzado galvanizado", señaló Isao, mirando a Kafka con recelo.

En ese momento, el comandante Shinomiya endureció su semblante y lo encaró con determinación.

"Kaiju número ocho... te exterminaré", declaró Isao, haciendo una señal a sus soldados.

Dos de los hombres a su cargo inmediatamente dejaron en el suelo un maletín, abriéndolo en el proceso. Sin decir una palabra, Isao se colocó unos guantes especiales. Kafka no lo sabía en ese momento, pero aquellos guantes habían sido fabricados con material proveniente del Kaiju número dos, una criatura que años atrás había estado a punto de acabar con Japón.

Kafka observaba con creciente preocupación cómo Isao se preparaba para enfrentarlo. Ahora más que nunca, necesitaba encontrar la manera de demostrar su inocencia y evitar ser catalogado como una amenaza a exterminar. La tensión se palpaba en el ambiente, y Kafka sabía que tendría que actuar con cautela si quería salir con vida de esa situación.

Sin darle tiempo a Kafka para reaccionar, el comandante Shinomiya se lanzó al ataque sin vacilar. Kafka apenas lograba esquivar por centímetros cada uno de los devastadores golpes de Isao. Comprendía que un solo impacto de esos guantes sería mortal.

Usando las paredes del lugar para mantenerse en movimiento, Kafka sólo podía correr, desesperadamente tratando de escapar de la persecución. Era como presenciar una feroz cacería entre un gato y un ratón, y para su desgracia, Kafka era el ratón.

En uno de los tantos golpes, Kafka logró esquivarlo, pero sintió un dolor punzante en su brazo izquierdo. Al mirar, se llevó una gran sorpresa al ver que ya no lo tenía. Frunció el ceño y procedió a regenerarlo.

un hermoso accidente [KAIJU NUMERO 8]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora