malos ojos

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Kafka se mantenía sereno a pesar de notar la tensa situación que se había generado. Por un lado, Kikoru se aferraba a su mano, tranquila pero firme. Por el otro, Mina lo miraba con evidente disgusto.

Aunque Kafka no terminaba de comprender qué estaba sucediendo, decidió mantener la calma y la compostura. Sabía que Kikoru era su prioridad en ese momento.

Apretando suavemente la mano de su amada, Kafka le dedicó una mirada llena de cariño y apoyo. Podía sentir la determinación de Kikoru a través de su agarre y le devolvió una sonrisa tranquilizadora.

Luego, con cautela, se dirigió a Mina, intentando adoptar un tono conciliador.

"¿Hay algo en lo que pueda ayudarte, capitana ashiro?" preguntó, buscando entender la razón de su evidente molestia.

Kafka hizo un esfuerzo por recordar los eventos recientes. Ahora todo comenzaba a tener sentido. Él y Kikoru se habían preparado para el entrenamiento del día, pero al salir de su habitación, se habían encontrado con Mina.

Recordó la expresión de sorpresa y molestia en el rostro de Mina al verlos juntos. Parecía que la mujer estaba a punto de tocar la puerta, probablemente para anunciar su llegada.

Ahora, de vuelta al momento presente, Mina los miraba con seriedad. Kafka pudo notar un atisbo de curiosidad en su mirada, pero rápidamente volvió a su expresión neutra.

Tomando valor, Kafka se dirigió a Mina, buscando respuestas.

"Mina, ¿hay algún motivo en particular por el que estás aquí?" volvió a preguntar, manteniendo un tono respetuoso pero firme.

Kafka no quería provocar un conflicto, pero tampoco estaba dispuesto a permitir que Mina interfiriera en su relación con Kikoru. Debía averiguar qué es lo que estaba sucediendo.

Kikoru, a su lado, también mantenía una actitud serena, pero Kafka pudo sentir la tensión en su cuerpo. Ella estaba lista para defender su lugar junto a él si fuera necesario.

Ambos aguardaban la respuesta de Mina, preparados para enfrentar cualquier situación que pudiera surgir.

Kafka observó con atención mientras Mina extendía dos sobres blancos, uno dirigido a Kikoru y otro a él.

"Solo quería entregar esto... la mandaron desde la central para Kikoru y... otra para ti", explicó Mina, entregando las cartas.

Kafka tomó la suya con calma, pero notó que Kikoru parecía algo desconfiada.

"¿Se la llevaría usted en persona?" preguntó Kikoru, mirando a Mina con recelo.

"Era la idea...", respondió Mina, visiblemente incómoda.

Entonces, Kikoru frunció el ceño y continuó: "Qué raro... siempre ignora a Kafka. ¿Qué le hizo querer acercarse a él? ¿Es porque sabe que ahora es fuerte?"

Las palabras de Kikoru acertaron en el blanco. Mina no pudo negar la verdad en ellas.

"No es lo que yo...", balbuceó Mina, claramente desconcertada por la perspicacia de Kikoru.

Kafka permaneció en silencio, observando la interacción entre las dos mujeres. Podía sentir la tensión en el ambiente, pero también una pizca de orgullo por la forma en que Kikoru enfrentaba a Mina.

Él apreciaba la confianza y el respeto que Kikoru le demostraba. Sabía que podía confiar en ella para defender su posición y su relación.

Ahora, con las cartas en sus manos, Kafka esperaba poder encontrar respuestas a las inquietudes que Mina había generado con su presencia. Fuera lo que fuera, estaba dispuesto a enfrentarlo junto a Kikoru

un hermoso accidente [KAIJU NUMERO 8]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora