bestia

243 40 3
                                    

El noveno siempre había sido la cima de los kaijus. Desde que nació, fue dotado con un increíble poder que le hacía sentirse invencible. Nunca había conocido el miedo, pues su fuerza bruta y su imponente presencia le permitían dominar a cualquier adversario.

Pero en este momento, algo había cambiado. Mientras se enfrentaba a su rival, el octavo, miró directamente a sus ojos y algo dentro de él se estremeció. Fue como si el vacío en la mirada del octavo le perforara el alma, despertando en él una inquietud que jamás había experimentado.

el noveno, retrocedió lentamente, incapaz de comprender lo que estaba sucediendo. Aquél a quien siempre había considerado inferior, ahora parecía poseer un poder más allá de su comprensión. Una sensación de inseguridad y confusión se apoderó de él, debilitando su determinación.

El noveno se lanzó furiosamente contra Kafka, sus garras poderosas cortando el aire con un rugido ensordecedor. Esperaba aplastar a su oponente sin mayor dificultad, pero la reacción de Kafka lo tomó por sorpresa.

Con una rapidez y precisión asombrosas, Kafka desenvainó su katana, desviando los golpes del noveno como si fueran movimientos lentos y predecibles. La elegancia y fluidez de sus movimientos eran hipnóticos, dejando al noveno desconcertado ante la destreza de su rival.

Entonces, Kafka clavó su mirada en los ojos del noveno, y el kaiju sintió como si estuviera mirando directamente al vacío. La frialdad en la mirada de Kafka era abrumadora, desprovista de cualquier emoción o rastro de humanidad. Era como si observara a través de una ventana hacia la nada.

El noveno se estremeció ante aquella presencia, sintiéndose súbitamente insignificante e impotente. Toda su abrumadora fuerza y poder parecían desvanecerse ante la imponente y aterradora calma que emanaba de Kafka.

Fue en ese momento que el noveno comprendió que se enfrentaba a algo que iba más allá de su comprensión. Kafka poseía un control absoluto, una maestría que trascendía la mera fuerza física. Su mirada vacía, carente de cualquier emoción, parecía atravesar la esencia misma del noveno, exponiendo su vulnerabilidad.

Paralizado por el miedo y la confusión, el noveno retrocedió, incapaz de enfrentar aquella presencia aterradora. Kafka, imperturbable, mantuvo su katana en alto, su rostro impasible, como si el noveno no fuera más que una criatura insignificante.

El noveno, enfurecido, gritó con toda su fuerza: "¡Tú no eres nada!" Intentando convencerse de que aquel miedo que le atenazaba era solo una mala jugada de su mente, se lanzó una vez más contra Kafka, con sus garras extendidas y los ojos inyectados en sangre.

Pero entonces, algo impensable sucedió. El noveno miró a su derecha y su brazo y su mano ya no estaban. El kaiju se alarmó, saltando hacia atrás para tomar distancia. Su poder de regeneración, normalmente tan efectivo, entró en acción, haciendo que su extremidad volviera a crecer.

Fue en ese momento que escuchó la voz de Kafka, gélida y carente de emoción: "No importa cuántas veces te regeneres... te cortaré".

El noveno se quedó sin palabras, incapaz de procesar lo que acababa de ocurrir. Era como si todo el ruido del mundo se hubiera silenciado, y solo pudiera escuchar aquella voz que parecía perforar su alma.

"Una y otra, y otra vez, hasta que no quede nada de ti", continuó Kafka, su tono calmado y sus ojos vacíos.

El noveno sintió que se le helaba la sangre. Comprendió que se enfrentaba a un adversario que iba más allá de su comprensión, alguien que parecía tener el poder de destruirlo sin esfuerzo, sin importar cuán poderoso fuera.

"incluso si mueres y re naces una y otra vez como un kaiju"

De pronto, Kafka hizo un gesto, como si fuera a dar un paso adelante. Pero en el instante en que el noveno parpadeó, el quinto capitán había desaparecido sin dejar rastro.

un hermoso accidente [KAIJU NUMERO 8]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora