suegro

1K 137 44
                                    

antes de empezar debo aclarar dos cosas.

1- algunas escenas serán diferentes.

2- puede que las actitudes de algunos personajes sean distintas.

ahora si, disfruten.



Tras un feroz enfrentamiento contra los Kaijus, la victoria finalmente se inclinó hacia el bando de los héroes. La clave de este triunfo se debió en gran medida a la intervención de Soshiro y Mina.

Soshiro, moviéndose con una agilidad y precisión envidiables, había desplegado su arsenal de afiladas dagas, logrando diezmar a los monstruos con cada uno de sus certeros lanzamientos. Mina, por su parte, había utilizado magistralmente los poderosos cañones de sus armas, expulsando una lluvia de proyectiles que terminaron por abatir a los escurridizos Kaijus que intentaban escapar.

Tras la acción, Mina se acercó a Soshiro, claramente agradecida por su destacado desempeño como su segundo al mando. Con una sonrisa, le extendió la mano en señal de reconocimiento y gratitud.

Desde la distancia, Kafka observaba la escena, sus ojos reflejando una mezcla de frustración y felicidad. Él había jurado estar al lado de Mina, su amiga de la infancia, y sin embargo era Soshiro quien ahora ocupaba ese lugar, apoyándola y protegiéndola en la batalla.

Aunque esta situación generaba una cierta frustración en Kafka, no podía evitar sentir una chispa de alegría al ver que su compañera contaba con alguien más que la respaldaba. Sabía que, aunque no fuera él, al menos Mina tenía a alguien en quien confiar y que se preocupaba genuinamente por ella.

Kafka respiró hondo, tratando de controlar sus emociones. Entendía que, a pesar de sus deseos, no podría estar allí para proteger a Mina. Ahora, al menos, se sentía aliviado de que Soshiro hubiera logrado ganarse la confianza y el apoyo de su querida amiga.

Mientras observaba a la pareja, Kafka se prometió a sí mismo seguir entrenando y perfeccionando sus propias habilidades, para poder estar a la altura de la situación cuando fuera requerido. Aunque le doliera un poco estar al margen, se alegraba de que Mina contara con un aliado tan capaz y comprometido como Soshiro.

Kafka observó a Mina y Soshiro, su mirada reflejando una determinación inquebrantable. "Yo también quiero estar a su nivel algún día", pensó.

En ese momento, el mayor entendió que, aunque su objetivo pareciera inalcanzable en ese momento, no iba a rendirse. Sabía que tendría que esforzarse al máximo y perfeccionar sus habilidades si quería llegar a equipararse a la impresionante demostración de destreza que acababan de presenciar.

Kafka apretó los puños, sintiendo una creciente determinación que le recorría el cuerpo. "Un día, seguro un día... estaré al nivel de Mina y Soshiro", se prometió a sí mismo.

Aunque le dolía ver que su amiga de la infancia había encontrado en Soshiro un apoyo que él aún no podía brindarle, Kafka no se dejaría vencer por la frustración. Entendía que, para poder proteger a quienes amaba, tendría que esforzarse aún más y superar sus propios límites.

Con una renovada convicción, Kafka se juró que, sin importar los obstáculos que se le presentaran, algún día sería capaz de luchar codo a codo con Mina y Soshiro, como un verdadero compañero de batalla y un digno defensor de la justicia.

Mientras todos celebraban la reciente victoria, un ominoso presentimiento se apoderó del ambiente. Los héroes miraron con aprensión hacia el cielo, y lo que vieron los dejó paralizados.

En medio del firmamento, una enorme esfera roja con toques de un rojo vivo pulsante parecía flotar, amenazante. De pronto, la voz grave y sobrenatural del Kaiju principal, al que creían muerto, resonó entre ellos:

un hermoso accidente [KAIJU NUMERO 8]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora