Capitulo 12: Peleas

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Sus días en verdad no eran nada fuera de lo común.
Una rutina que repetía por inercia sin notar en la monotonía que concluía su vida a diario.
Levantarse, bañarse, quejarse por la música de Baji que se escuchaba en su pieza, vestirse y alimentar a su gato.
Entraba a la habitación de su madre para besar su cabeza porque seguramente estaba cansada de tanto trabajar y no iba a irrumpir sus pocas horas de sueño.

Se quedaba la mayor parte de la mañana jugando con su gato.
No se aburría de mover el láser por los rincones más inesperados y ver sus movimientos o molestarlo con un raton falso enganchado en un palo para hacerlo correr por la sala de estar mientras reía por lo bajo cada vez que el animal hacía algo torpe o se golpeaba contra los cojines del sillón.

Cuando el timbre sonaba buscaba una leche del refrigerador y tomaba su bolso junto a las llaves de su moto listo para irse a la escuela junto a su mejor amigo.

En la escuela no le gustaba llamar la atención.
Su vida en la basica habia sido caotica y conflictiva, golpeaba a todo el mundo que se creyera superior y se creía el dueño del mundo. Tenía fama de peleador y eso le trajo muchos problemas.
Eso hasta que conoció a Keisuke Baji y cambió toda su forma de ver las cosas.
En octavo básico terminó por ser alguien bajo perfil, bien visto y amable lo cual solo le trajo mas popularidad con las chicas de su edad.

Cuando no estaba con sus amigos se detenía a hablar con alguna chica que se atreviera a hablarle o declararle su amor solo para rechazarlas de la forma más dulce posible. No era consciente de lo guapo que las demás lo veían porque todo el tiempo su atención y dedicación estaban puestos en sus cosas y en su mejor amigo.

Intentaba seguirle el ritmo, corregir sus errores y ser una buena influencia para alguien tan explosivo como lo era el pelinegro lo que siempre desencadenaba en discusiones y peleas que eran olvidadas minutos más tarde para seguir como si nada hubiera pasado. Pero esa era su manera de retribuir las buenas cosas que le había entregado los últimos años.

El fin de semana era igual, solo que salía con la pandilla y se ocupaban de sus asuntos y supo canalizar sus ganas de golpear haciendo el bien.
No todos lo entendían, pero le gustaba pelear.
Todos se preguntaban como un chico tan dulce podía tener unos puños tan fuertes y tanta facilidad para defender a las personas incluso cuando no tenían nada que ver con el.

Aunque este año su mente estaba experimentando una leve alteración un tanto desconocida para el.
Su nueva compañera de clases se había logrado infiltrar en su grupo de amigos y aun no entendía bien del todo el como había pasado, pero ahí estaba.
Sentada junto a ellos mientras desayunaban y reían como si toda la vida hubiese estado ahí.

Sabía que todos compartían ese sentimiento ya que lo habían hablado el primer día en que la conocieron.

Nunca había tenido antes las ganas de acercarse a una mujer en especifico, y ahora mismo no sabía como hacerlo.
Tenía claro que no podía tratarla igual que a los cabros pero tampoco quería confundir las cosas y pasarla a llevar. Quería ser su mejor amigo y no sabía como llegar a ella de la forma correcta.

Esa mañana en particular llegaron al liceo directo a lo que iban, se encontraron con Kazutora y fueron todos al mismo lugar donde los habían citado.

— Quizás que wea quieren ahora estas chiquillas locas... —Dijo Baji mientras subían al último piso.

Cuando llegaron al balcón ahí estaban las tres mujeres esperando por ellos.
Yanara, Scarlet y Aylen.

— ¿Que pasa chiquillas? —Preguntó Kazutora juguetón pero se mantuvieron serias hasta que estuvieron los tres frente a ellas.

— Pasa que estamo aburría de ustedes, ¿cuando piensan ponerse los pantalones con nosotra? —Dijo la Scarlet.

— Ya, ¿que wea? —Baji frunció el ceño sin entender.

E U P H O R I A [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora