Capitulo 14: Sorpresa

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Estuvimos arriba de la moto como treinta minutos hasta que paramos al fin en una plaza preciosa.
Estábamos a la chucha de todo lo que conocía pero las vistas habían valido totalmente la pena.
La plaza era muy verde y estábamos rodeados de cerros gigantes.
El Mikey estacionó donde habían unos autos y me ayudó a bajar.

— ¿Como vení? ¿Muy largo el viaje?

— Si, un poco... —Me reí nerviosa cuando me arregló el pelo qué tenía hecho mierda.

— Todavía nos queda camino, ¿conocí acá? Es la plaza San José de Maipo, yo vivo más arriba... —Me explicó mientras me tomaba de la mano y nos pusimos a pasear por la plaza.

— No conocía... con suerte sé llegar al liceo.

El se rió en lo que nos quedábamos en silencio disfrutando del aire libre.
Estaba un poco nerviosa por lo lejos que estábamos de mi casa e inconscientemente pensaba en como me iba a devolver después.
¿Acaso el iba a ir a dejarme a mi casa y pegarse ese pique ida y vuelta otra vez?
No lo creía.

Me empezó a meter conversa de a poco, el Mikey era muy agradable cuando no estaba cerca de los demás.
Más que nada del Draken porque parecía niño chico consentido pidiendole cosas o haciendo berrinche por todo.

Aunque iba prestándole atención mi mente no dejaba de pensar mil weas.
¿Por que sentía que esto era incorrecto?
Era insólito si era una salida de amigos pero en mi cabeza la idea de estar traicionando al Draken llegaba con fuerza.
¿Era traición si el me dijo que podía hacer lo que quisiera?

Me costaba entender.
Tampoco era como si fuese a hacer algo con el Mikey, no es como que el me diera chance de que algo pasara.
Aunque también nos habíamos comido en la fiesta...
No podía permitir que siguieran pasando esas cosas, pero cuando llegaba el momento sentía que dejaba de ser yo.
Mi cuerpo actuaba por impulso y terminaba en puros cachos.

Si no me acordaba bien, ¿entonces eso contaba como comernos, si estábamos igual de curaos?
Me daban ganas de hacerme bolita y desaparecer.

— Tengo hambre, ¿tu no?

— Mh, un poco... —Sonreí intentando no demostrar que estaba totalmente desconectada.

— Vamos a comer algo. —Se entusiasmó y casi se puso a correr llevándome hasta una de las esquinas de la plaza.

Cruzamos la calle y llegamos a un local pequeño.
Cuando entramos tenían todo tipo de pasteles, helados y dulces.
El Mikey se puso a pedir como si fuera su última comida en la vida mientras la señora que lo atendía parecía conocerlo bien.
Lo atendía como si fuera su propio nieto.

— ¿Querí un helado también? —Me preguntó mientras se comía un gusano de gomita de la bolsa.

— Em... bueno. —Me puse a revisar mi mochila para buscar plata.

— ¿De que sabor mi niña? —Revisé la vitrina de helados. Se veían todos ricos, además el cartel decía que eran artesanales así que estuve algunos segundos debatiendo.

— Frambuesa...

— Y póngale de chocolate también, que ese es muy weno. —Agregó el Mikey.

La señora montó dos bolas de helado gigantes en un cono grande y crujiente.
Se me hizo agua la boca, mentiría si dijera que había comido uno de esos antes de ese momento.
Con cuea había probado los centellas y los de agua de fruna.

La señora le puso crema, salsa de chocolate y galletas encima. Se veía maravilloso y cuando me lo entrego era más grande de lo que se apreciaba detrás del mostrador.

E U P H O R I A [Tokyo Revengers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora