[37] Tengo experiencia jugando.

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Lin Yao estaba sentado en la silla, agarrando los reposabrazos. Guan Ze ya se había vuelto a sentar frente a la computadora, pero él seguía aturdido, apretando con tanta fuerza que le dolía. Si perseveraba un poco más, a lo mejor puede dominar la "Garra de Hueso Blanco de los Nueve Yinn". [1]

Su mente estuvo en caos por un buen rato, sin poder reaccionar. La acción de Guan Ze fue como una lamida en su corazón, provocándole un cosquilleo y un temblor, con ganas de rascarse o frotarse en algún lugar.

—Si no me dejas buscar una receta, ¿quieres que lo haga de forma sencilla? —dijo Guan Ze, girándose. 

—¿Ah? —Lin Yao rápidamente recuperó sus sentidos que habían estado bailando salvajemente a su alrededor, pero no escuchó claramente lo que Guan Ze dijo, solo captó las palabras relacionadas a "hacerlo". 

Esto le recordó de repente cuál era el tema de discusión anterior, y también recordó lo que Guan Ze dijo cuando lo lamió. Inmediatamente se sintió avergonzado y saltó, señalando a Guan Ze: —¡Tú! ¿Qué acabas de decir?

—No dije nada —respondió Guan Ze, apagando la computadora y preparándose para ir a la cocina.

—¡No tienes el coraje para repetirlo! —Lin Yao lo miró de reojo.

—Acabo de preguntarte —dijo Guan Ze, parado frente a él con una sonrisa en la comisura de los labios: —¿sabes hacerlo?

Lin Yao lo miró fijamente: —¿Por qué no lo sabría? Empecé a ver películas para adultos a los 15 años, llevo casi diez años viéndolas. ¿De verdad me tomas por tonto?

—Aún no has dominado bien los besos —dijo Guan Ze, tocando suavemente sus labios con la mano: —Estás pensando demasiado lejos.

Lin Yao observó a Guan Ze mientras este salía tranquilamente del estudio hacia la cocina, y después de un momento dijo entre dientes: —Tú tampoco eres muy diferente. Antes solo habías tenido novias, ¿no? ¿acaso tú sabes?

—Vaya —Guan Ze se detuvo y miró hacia atrás con una sonrisa: —Tienes razón.

Lin Yao se alegró tanto que sus ojos se entrecerraron. Sorbió por la nariz y dio pequeños pasos hacia él: —director Guan, ¿quieres que te enseñe?

Guan Ze lo agarró del cuello de la camisa, lo acercó y le susurró al oído: —Parece que no has visto películas para adultos, ¿Mm?

—Sí he visto —Lin Yao se quedó perplejo por un momento: —Solo que no muy a fondo...¿Qué quieres decir?

Guan Ze no le respondió más, entró en la cocina, se lavó las manos y comenzó a preparar la comida.

Lin Yao estuvo meditando solo en la sala de estar sobre esta frase durante un buen rato. Dos minutos después, finalmente reaccionó y gritó hacia la cocina: —¡Maldita sea! ¡Guan Ze, no te vuelvas loco! ¡El título de esposa será tuya!

—Ven a lavar las verduras —respondió Guan Ze desde la cocina.

—¿Por qué tengo que lavar las verduras? Cuando mi madre cocina nunca le pide a nadie que ayude a lavar las verduras. ¿Por qué tú necesitas un ayudante solo para cocinar? —Lin Yao entró de mala gana en la cocina, tomó un brócoli y preguntó: —¿Cómo se lava esto? ¿Con lo grueso que es se lavará correctamente con agua?

—¿Comes el brócoli entero cuando lo sirven? —preguntó Guan Ze, con las mangas remangadas, una mano sujetando un pescado y la otra sosteniendo un cuchillo de cocina bastante pulido. 

—Oh, hay que separarlo en trozos pequeños, ¿verdad? Bueno, lo separaré, aunque en realidad el agua tampoco entrará una vez separado, mira...—Lin Yao separó el brócoli en trozos pequeños y lo enjuagó bajo el agua, mirando de reojo a Guan Ze: —No me apuntes con el cuchillo, tengo trauma con los cuchillos de cocina. Lin Zong usó uno para tallarme una figura de madera y pasó a herirme el brazo, todavía tengo la cicatriz. Sigue cortando tu pescado, ¿por qué me miras tanto?

GOLP34 D3 NUEV∅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora