[58] Apestoso, desvergonzado y apestoso

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Lin Yao se apoyó en la ventana de la habitación del hospital, observando al doctor mientras le daba las indicaciones a Guan Ze sobre los cuidados posteriores al alta. Los trámites ya estaban listos, pero gracias a que el padre de Zhang Xing había llamado por adelantado, el doctor tratante estaba muy pendiente de Guan Ze, dándole un trato digno de un paciente grave. Solo por el alta médica ya había venido tres veces.

Cuando el doctor terminó de hablar y finalmente salió de la habitación, Lin Yao estiró los brazos: —¿Quién es el padre de este Zhang Xing? tiene muchos contactos y te trata como si fueras alguien muy importante.

—Es el jefe de neurocirugía —respondió Guan Ze sacando un gorro de esquí de la mochila de Lin Yao: —Este no te lo pongas, lo usaré yo. 

—¿Y por qué no me lo pongo yo? Yo lo quiero —dijo Lin Yao sonriendo y sacando una bufanda larga de su propia mochila: —Esposa, usa esto para cubrirte la cabeza. 

Lin Yao envolvió la bufanda alrededor de la cabeza de Guan Ze y ató un nudo debajo de su barbilla, riendo hasta casi caerse: —¡Qué bien queda! ¡perfecto!

—Entiendo —respondió Guan Ze sonriendo y tomando su bolso para salir de la habitación.

—¡Oye! —Lin Yao lo siguió rápidamente. Esperaba que Guan Ze se enojara, pero para su sorpresa, él se dio la vuelta y salió caminando.

—Oh...¿Guan Ze? —Una enfermera que pasaba se sorprendió al ver a Guan Ze y tardó un momento en reconocerlo: —¿Qué haces así?

—Mi hermano menor tiene miedo de que se me enfríe la cabeza. —Guan Ze dijo esto con calma, señalando hacia Lin Yao con la mano mientras continuaba caminando hacia el ascensor sin cambiar de expresión.

Para llegar al ascensor tenían que pasar por la estación de enfermeras, donde estaban las enfermeras que normalmente veían. Lin Yao se puso ansioso, lo alcanzó y le agarró el brazo, quitándole la bufanda de la cabeza: —Eres increíble, no puedo competir contigo.

—Sombrero. —Guan Ze extendió la mano.

Lin Yao le entregó su sombrero: —¿Por qué tu cara es tan grande?

—Da igual, nadie sabe quién soy, y si alguien lo recuerda, a lo sumo dirán que es un amigo que presentó el doctor Zhang y que parece un poco raro, —Guan Ze sonrió y presionó el botón del ascensor: —perdona, anciano.

Al salir por la puerta del hospital, Lin Yao miró al cielo, había acabado de nevar y el cielo estaba muy bonito y azul.

—Guan Ze, —cerró los ojos y respiró hondo: —me siento muy bien.

—Yo también, —Guan Ze lo abrazó por la cintura: —vamos.

—De repente estoy un poco nervioso —Lin Yao saltó un poco: —mi papá no sé qué actitud tendrá, tengo miedo de que me golpee. 

—¿Alguna vez te ha golpeado?

—No, pero para golpear a mi hermano no tiene piedad, parecía que golpeaba a un ladrón. Si mi hermano sigue dejando que papá le golpee durante dos años más, probablemente podrá cantar como un tenor. —Lin Yao se frotó la nariz.

—No pasa nada, que me golpee —Guan Ze detuvo un taxi: —en cuanto él levante la mano, caeré al suelo de manera exagerada. 

Lin Yao le dijo a su madre que regresaría a casa mañana, necesitaba darse un tiempo para relajarse. En estos días, todo estaba helado, y su padre tenía varios sitios de construcción en descanso invernal. Se decía que ya había estado en casa haciendo vida de gato durante muchos días. Lin Yao siempre tenía la sensación de que su papá estaba acumulando energía, esperando a que ellos dos llegaran.

GOLP34 D3 NUEV∅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora