GOLP34 D3 NUEV∅

[49] Gracias, esposo

Las palabras de Lin Yao hicieron que Guan Ze se quedara paralizado por un momento, con las manos rígidas en el volante. No dijo nada, soltó el acelerador y el coche se deslizó lentamente hacia adelante. Después de recomponerse un poco, sonrió y dijo: —¿Es la primera vez que le dices esto a alguien?

—Mm —Lin Yao asintió. Con el sol de frente, levantó la mano para cubrirse los ojos, se recostó en el asiento y sonrió un poco avergonzado: —Lo había ensayado antes, pero nunca había tenido la oportunidad de decirlo.

—¿Ensayado? —Guan Ze giró la cabeza para mirar. El perfil de Lin Yao bajo el sol y su sonrisa limpia hicieron que por un momento olvidara que estaba conduciendo.

—Es un poco tonto, ¿verdad? —Lin Yao se cubrió los ojos y rió un poco: —Es como imaginar la escena, y luego cómo decirlo, la expresión, el tono, si debe ser romántico o más bien elegante...

—Así que te entretienes pensando en estas cosas. —Guan Ze sonrió.

—Pues sí, desde que empecé a gustarme alguien siempre me he entretenido solo, —Lin Yao entrecerró los ojos y se volvió hacia él: —hasta que te encontré a ti.

El auto de Guan Ze giró hacia la carretera principal. El sol brillaba intensamente. En invierno, sentarse en el auto bajo este sol era muy cómodo. Pensó por un momento y preguntó: —¿Tienes hambre?

—No lo sé —Lin Yao se tocó el estómago: —No lo siento, estoy demasiado feliz. 

—Compremos algo de comer y vayamos a tomar el sol —dijo Guan Ze, al ver un supermercado al lado de la carretera y giró directamente hacia allí.

—Bien —Lin Yao se interesó: —No hay espacio para estacionarse...

Había algunos espacios de estacionamiento al lado de la carretera, pero todos estaban ocupados. La entrada del estacionamiento subterráneo también estaba llena de autos esperando para entrar.

—Piensa rápido en lo que quieres comer —dijo Guan Ze mientras giraba el volante y aparcaba el auto en la acera.

—¿Vas a estacionarte aquí? —Lin Yao se quedó atónito: —¡Van a multarte!

—¡Rápido! ¡Capitán Lin! —Guan Ze abrió la puerta del auto y saltó, corriendo hacia el supermercado: —¡Hay una situación adelante!

—¡Estás loco! —Lin Yao también se apresuró a abrir la puerta del auto y saltó para perseguirlo: —¡Cierra el auto! ¡Si el enemigo se lleva nuestro auto, ¿cómo vamos a retirarnos?

Entraron al supermercado, Guan Ze empujó un carrito y se dirigieron directamente a la sección de alimentos. Los dos empezaron a arrojar cosas al carrito como si estuvieran saqueando.

—Informando al capitán Lin, —dijo Guan Ze alegremente mientras tiraba comida: —Acabo de recordar algo. El auto está cerrado, si el enemigo no puede llevárselo, podrían hacer explotar nuestro auto...

—¡Muévete rápido entonces! —Lin Yao agarró al azar algunas bolsas de bocadillos y corrió con el carrito hacia la caja: —¡Cúbreme!

Lin Yao gritó un poco fuerte, y varias personas que compraban alrededor se voltearon a mirar. Guan Ze, conteniendo la risa, respondió seriamente: —¡Sí, señor!

—¡Mamá, están jugando a la guerra! —Un niño pequeño cerca los miraba emocionado.

La madre del niño miró a Guan Ze con vergüenza, sin saber qué decir. Guan Ze hizo un gesto al niño: —¡Tú también cubre!

—¡Sí! —El niño inmediatamente se agachó detrás de un estante.

Frente a la caja, varias largas filas se extendían imponentemente. Lin Yao se desplomó sobre el carrito de compras, desanimado: —Se acabó, soldado 250, hemos caído en una emboscada...