[52] Espera

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Cuando Lin Yao volvió a casa cargando una caja, solo Lin Zong estaba sentado en la sala jugando con su teléfono. Por alguna rara razón, su padre también estaba en casa, ayudando a su madre en la cocina a preparar la cena.

—Ya estás aquí —Lin Zong levantó la vista y lo miró: —Ven a ayúdame a pasar este nivel.

—Pásalo tú solo —dijo Lin Yao en voz baja y se dirigió directamente al piso de arriba. Ahora mismo no quería hablar con nadie.

Apenas había abierto la puerta de su habitación y entrado, y antes de que pudiera dejar la caja, Lin Zong ya había entrado detrás de él, cerró la puerta con la mano y lo agarró del brazo: —¿Qué te pasa?

—Nada —Lin Yao retiró el brazo de la mano de Lin Zong, colocó la caja de bolas de masas en la mesa y se tiró a la cama, cerrando los ojos. No quería hablar ni moverse, solo quería dormir y no despertar nunca más, estaba muy cansado.

—Si no quieres que los demás sepan que te pasa algo, finge mejor —Lin Zong se paró al lado de la cama con los brazos cruzados: —Todos pueden ver que algo te pasa, y tú sigues sin decir nada, ¿entiendes?

Lin Yao entreabrió los ojos y miró a Lin Zong. No era que estuviese intentando fingir, pero realmente no podía hablar con Lin Zong sobre este asunto. Lin Zong apenas había aceptado ayudarlo a negociar con su madre, y ni siquiera había pasado un día, cuando le dijeron que Guan Ze había desaparecido.

Si Lin Zong supiera de esta situación, lo azotaría de inmediato.

—No preguntes, hermano —dijo Lin Yao dándose la vuelta y quedando boca abajo: —No puedo explicarlo.

—¿Terminaron? —La voz de Lin Zong era fría "Si no me dices nada, iré a buscarlo."

Lin Yao se sobresaltó al oírlo girando y dirigirse hacia la puerta. Rápidamente saltó de la cama y lo agarró para detenerlo. Si Lin Zong se enojaba de verdad, era capaz de ir a buscarlo y matarlo.

—No, no, no... Hermano, por favor, déjame asimilarlo.

—Entonces asimila —dijo Lin Zong mirándolo: —Comeremos en media hora. Te doy 20 minutos para que te calmes, 5 minutos para que me cuentes qué pasó, y otros cinco para que te recompongas y bajes a comer.

Lin Yao se sentó en la cama, fijando su mirada en la caja sobre la mesa. Un zumbido constante en sus oídos lo hacía sentir mareado.

—¿Son bolas de masas? —Lin Zong, aburrido de esperar, se acercó, abrió la bolsa y extendió su mano para tomar uno: —¿Por qué incluso hay una caja...?

—¡No te lo comas! —Lin Yao se abalanzó y agarró la mano de Lin Zong: —No te comas esto, si quieres comer, mañana te compraré.

—¿Está envenenado? —Lin Zong retiró su mano, metió la mano en el bolsillo de su pantalón y continuó de pie en silencio, esperando.

Lin Yao perdió la noción del tiempo. Después de un rato, levantó la cabeza y miró a Lin Zong con un suspiro: —Hermano, no puedo encontrar a Guan Ze. 

—¿Quién es Guan Ze? —Lin Zong frunció el ceño y se reclinó sobre la pared.

—Guan Ze es...la persona que te dije que me gusta. —Lin Yao bajó la cabeza y apretó fuertemente sus dedos.

—Estoy seguro que no me dijo toda la verdad —dijo Lin Yao, explicando la enfermedad de Guan Ze: —Definitivamente no es un problema de la columna cervical. De lo contrario, no se habría ido tan repentinamente sin decirme nada. Además, estoy seguro de que hay otras razones. 

GOLP34 D3 NUEV∅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora