[EXTRA 3]

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Lin Zong prefería el otoño más que nada, ni caluroso ni demasiado frío. Con este clima, no tenía que estar constantemente pendiente de Lin Yao, preocupándose de que sudara o se resfriara por el viento.

Lin Zong se acuclillo fuera del aula de primer grado. La clase de Lin Yao todavía estaba haciendo una gran limpieza, desde fuera se veía todo polvoriento, mucho más sucio que antes de limpiar. Cuando Lin Yao saliera, seguramente tendría la cara llena de manchas negras.

—Lin Zong, —alguien lo llamó desde atrás.

—Quédate a un lado —dijo Lin Zong sin girarse. Conocía bien esa voz, era el hijo de la vecina gorda, de la clase contigua a la de Lin Yao. Lin Zong lo llamaba "Cejas" porque sus cejas eran lo más destacado de su cara, como si hubieran sido pintadas con un pincel grueso, y quien las hubiera dibujado no tenía mucha habilidad, ya que no eran nada simétricas.

—Lin Zong, ¿estás esperando a tu hermano? Tu hermano es el más tonto, acabo de verlo derramarse agua en los zapatos —continuó diciendo el Cejas desde atrás.

—¿Y a ti qué te importa? —Lin Zong se dio la vuelta. Detestaba a Cejas. La familia de la tía gorda tenía algo de dinero, eran los más acomodados en su callejón. Cejas había nacido cuando ella tenía casi cuarenta años, y aunque lo criaban con disciplina, también lo mimaban demasiado, por lo que Cejas era odiado por todos. Cada vez que Lin Zong lo veía, quería ir y afeitarle esas dos cejas.

—Sus zapatos están mojados, —dijo Cejas sonriendo alegremente: —los zapatos están mojados.

Lin Zong ignoró sus palabras y solo miró la bolsa de chocolates que tenía en la mano: —¿Todavía comes eso? ¿No tienes miedo de que te salgan tumores?

—¿Tumor? —Cejas se quedó atónito, mirando el chocolate en su mano.

—¿No lo sabías? —Lin Zong fingió estar sorprendido: —Ahora nadie come esa cosa, mata a la gente. 

—Me estás engañando —dijo Cejas, viendo el chocolate en su mano por un buen rato.

—¿Qué ganaría engañándote? Si no me crees, míralo a contraluz —dijo Lin Zong, tirando de su brazo: —Levántalo y míralo a contraluz.

Cejas dudó, pero levantó la bolsa de chocolates y la miró contra el sol durante un buen rato: —No veo nada extraño. 

—Olvídalo, no sabes cómo mirar, —Lin Zong frunció el ceño: —Mira, como has comido tanto, probablemente ya tienes tumores. Las personas con tumores tienen las manos de diferentes colores, con puntos rojos y puntos blancos. Mira tus propias manos. 

Cejas bajó el brazo que tenía levantado y miró sus dos manos una al lado de la otra, quedándose atónito de repente: —¡Es verdad!

—¡Estás acabado! ¡Tienes un tumor! —gritó Lin Zong: —¡Mira, el color de tus dos manos es diferente!

—Ah...—Cejas se puso pálido, mirando fijamente sus manos: —¿Qué voy a hacer...?

—¿Seguirás comiendo? —Lin Zong señaló el chocolate en su mano.

—¡Ya no! —Cejas, como si estuviera sosteniendo una bomba, rápidamente tiró toda la bolsa de chocolates que tenía en la mano al suelo.

—¡Rápido, regresa y dile a tu madre que te lleve al hospital! ¡Si esperas más, no habrá salvación! —Lin Zong le dio un empujón.

Cejas se quedó aturdido por un momento, luego se dio la vuelta y corrió. Cuando ya estaba lejos, gritó: —¡Mamá!

Lin Zong se rio por un buen rato viendo su silueta alejarse corriendo. Cuando ya no se veía, recogió la bolsa de chocolates del suelo y la metió en su mochila.

GOLP34 D3 NUEV∅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora