𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕾𝖎𝖊𝖙𝖊

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𝑰𝒏𝒐𝒄𝒆𝒏𝒕𝒆 𝑫𝒆𝒔𝒑𝒆𝒅𝒊𝒅𝒂

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𝑰𝒏𝒐𝒄𝒆𝒏𝒕𝒆 𝑫𝒆𝒔𝒑𝒆𝒅𝒊𝒅𝒂

Ser Harwin se iría del palacio, por Rhaenyra reunió a sus tres hijos mayores esa mañana para que pudieran despedirse de él mientras ella cargaba a su hijo recién nacido.

Jace y Luke eran los que más afligidos se veían, mientras que Alysanne se mantenía parada al lado de su madre mirándolos despedirse; ella en el fondo sabía quién era su padre, pero nunca lo había expresado más allá de su subconsciente porque si bien no tenía una mala relación con ese hombre o con su padre Laenor, la realidad eran que su vínculo más fuerte siempre fue con su madre mientras que sus hermanos sí tenían su cercanía con el ex guardia.

— Sean buenos con su madre, niños. — Les dijo el hombre. — Y con su hermana. — Agregó echándole un vistazo a la niña. — Los visitaré cuando pueda, pero podría tomar tiempo.

Triste, Jace se les acercó a ambas y se colocó al otro lado de su madre, quien en seguida lo abrazó con uno de sus brazos; logrando de esa manera que el hombre se acercara a los tres, despidiéndose del niño y del bebé, para luego centrarse en la niña.

— Recuerda que eres capaz de lo que te propongas. — Le dijo ganándose una sonrisa de la misma.

Él le había enseñado tantas cosas a pedido de su madre, y si bien quizá no tenía la relación que tenían sus hermanos, ella estaba agradecida que aceptara entrenarla a pesar de ser una niña.

Ser Harwin se despidió de la princesa heredera para luego marcharse; Jacaerys lo siguió para verlo partir con pesar, y su madre lo siguió a él. Alysanne se mantuvo viéndolos hablar a distancia sin moverse.

¿Era triste? Claro que sí.

¿Era el fin del mundo, al menos para ella? No, el mundo seguía su curso.

Al volver, su madre les pidió vestirse para que comenzaran con su día a la vez que le entregaba el bebé al cuidado de sus doncellas, avisándoles que iría en búsqueda de su padre.

Alysanne se dirigió a su cuarto para acatar los pedidos de su progenitora, y mientras una de las doncellas terminaba de trenzar su cabello, la puerta fue abierta dejando ver a su hermano mayor entrar y sentarse en su cama con el semblante decaído.

— ¿Estás bien? — Decidió preguntarle con amabilidad.

— Si...— Dijo Jace con pesar. — Madre dijo que podremos enviarle cuervos.

— Eso es bueno. — Alysanne le agradeció a la sirvienta con una sonrisa por su peinado y se levantó de su lugar para estar con su hermano. — Supongo que será divertido.

— Es lo que dijo madre. — Jace esbozó una pequeña sonrisa. — ¿Por qué no estás triste?

— Yo no pasaba tanto tiempo con Ser Harwin como tú y Luke. — La pequeña se encogió de hombros.

Su hermano asintió con su cabeza, ya que era verdad, ella prefería pasar tiempo con su madre, en los aposentos de su abuelo o en la biblioteca sola. Su hermana era rara pero así la quería.

Ella sabía que su hermano en verdad estaba afectado por la partida del guardia, por lo que sin pensarlo lo abrazó, sintiendo como él lo aceptaba con fuerza. No lo soltaría hasta que él lo hiciera primero, ya que no le gustaba ver a sus hermanos decaídos.

— Gracias. — La voz de Jace salió en un murmullo.

— No hay nada que agradecer. — Ambos se separaron y ella le sonrió. — Cuando envíen los cuervos, yo puedo ayudarlos.

— Entonces sí será divertido.

Los hermanos soltaron una risa para comenzar finalmente con su día; Jace y Luke a sus entrenamientos, y Alysanne a sus lecturas con Helaena. Y así se mantuvieron durante el día, hasta que sus padres los llamaron a los tres ya que debían comunicarles algo de suma importancia.

Una vez la familia reunida, sus padres comenzaron a explicarles que esa misma tarde partirían de Red Keep hacia Dragonstone, ya que a partir de ese momento vivirían allí. Y Alysanne ahora sí se sintió triste, pero no lo exteriorizó.

Mientras los sirvientes de la fortaleza, Alysanne fue a despedirse de su abuelo para decirle que lo extrañaría y que apenas su madre la deje volar sola en dragón, ella volvería a visitarlo; ambos se despidieron con un abrazo y luego se dirigió hacia la biblioteca, dónde sabía que su amigo estaría esperando.

— Llegas tarde. — Le reclamó Aemond al escucharla entrar. — He empezado solo.

— Lo sé. — Ella unió sus manos detrás de su espalda. — Pero he venido a despedirme.

Al oír esas palabras, el niño finalmente se giró notando su capa en sus hombros y la mirada inexpresiva de la princesa frente a él, y supo que lo estaba diciendo en verdad, cosa que lo impactó.

— ¿Te irás? — Preguntó viéndola asentir. — ¿Por cuánto?

— Mi familia y yo iremos a vivir a Dragonstone. — Sentenció con firmeza. — Pero le he prometido a mi abuelo que vendría de visita...— Alysanne llevó sus manos al frente y jugó con su capa. — Quizá podamos reunirnos a leer en esas visitas.

Aemond asintió ya que no sabía que decir. Quería ver el lado positivo, que significaba que las burlas de los hermanos de la niña frente a él se acabarían, pero eso significaba que también era el fin de sus citas de lectura y debate con Alysanne; por fin había encontrado a alguien con el que compartía gustos y similitudes, y ahora nuevamente estaría solo en la gran fortaleza.

— ¿Puedo pedirte un favor?

La voz de ella lo sacó de sus pensamientos y clavó sus ojos en los de ella, esperando que dijera lo que quería decir. La princesa rebuscó algo en el interior de su capa para luego tendérselo.

— Es mi despedida de Helaena. — Dijo avergonzada mientras aún mantenía la pequeña carta en manos. — No quería molestarla ni alterarla con mi despedida, ¿se lo podrías entregar por mí, por favor?

Aemond simplemente tomó la carta y la guardó en su bolsillo sin decir nada más; Alysanne se encontraba igual pero el tiempo seguía acortándose, por lo que en impulsos decidió darle un rápido y corto abrazo para luego girarse y caminar de nuevo hacia la puerta.

Ambos se miraron una última vez antes de que finalmente ella saliera de allí.

Sin ninguno saber que esa sería la última vez que vieran al otro con ojos de inocencia, dignos de dos niños de tan solo 13 y 11 años.

•𝑯𝒂𝒖𝒏𝒕𝒆𝒅• |𝕬𝖊𝖒𝖔𝖓𝖉 𝕿𝖆𝖗𝖌𝖆𝖗𝖞𝖊𝖓|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora