Alysanne, la única hija de la princesa heredera Rhaenyra, siempre había sido lo que se espera de una princesa; poseía gracia, belleza, era educada y correcta, pero a pesar de su nombre ser Velaryon, la sangre Targaryen también corría por sus venas.
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𝑷𝒓𝒊𝒎𝒆𝒓 𝑪𝒐𝒓𝒂𝒛𝒐𝒏 𝑹𝒐𝒕𝒐
Hacía un mes la familia de la princesa heredera habían llegado a Dragonstone a vivir y todo estuvo saliendo bien ese tiempo, pero ahora iban marchando hacia Driftmark tras la noticia de que Lady Laena, hermana de Laenor, había fallecido. Por lo que la familia partió hacia el funeral de la mujer.
Alysanne estaba triste, quería a su tía paterna y siempre había sido buena con ella cuando se reencontraban, además sabía que sus primas ahora necesitarían consuelo tras perder a su madre y hermano no nato el mismo día, sobre todo a su madre, por lo que deseaba poder asistir y estar para ellas.
Al llegar, la ceremonia dio inicio ya que solo faltaban ellos para comenzar, y mientras su madre estaba abrazada a sus hermanos varones, Alysanne se mantuvo de la mano de su padre. Él había perdido a su hermana y estaba claramente angustiado, por lo que ella no se separó de su lado en ningún momento mientras el tío de su padre despedía a su sobrina en alto valyrio al mismo tiempo que el ataúd de Laena era devuelto al mar.
En un punto de la ceremonia, la niña observó a sus primas que se encontraban con su abuela con pesar, ya quería hablar con ellas. Pero entonces su mirada se desvió hacia el tercer hijo de su abuelo que la observaba fijamente, era la primera vez que se reencontraban después de un mes... Y la verdad era que ninguno sabía cómo actuar nuevamente.
Al finalizar la ceremonia, los presentes se reunieron para darle el pésame a la familia de la mujer por lo que la pequeña nieta del rey se acercó a sus primas finalmente y las abrazó al mismo tiempo, escuchándolas llorar con tristeza.
— Lo lamento tanto. — Les dijo con honestidad. — La tía Laena era una mujer amable y valiente. — Las niñas entrelazaron sus manos. — La extrañaré, pero no más que ustedes, eso lo sé.
— Ya la extraño, y mucho. — Murmuró Rhaena, la menor de las gemelas.
Baela, su hermana, la abrazó para luego ambas sentarse una al lado de la otra mientras Alysanne se quedó parada ofreciéndoles palabras de consuelo; si bien quería estar para ellas en ese momento tan doloroso, la realidad es que no sabía que decirles con exactitud. De hecho, hacía unos pocos días antes tampoco supo cómo consolar a sus hermanos tras enterarse del fallecimiento de Ser Harwin, así que solo se mantuvo a sus lados durante todo el día, y sabía que aún les dolía ese asunto.
En un momento las tres se quedaron en total silencio, hasta que de la nada Jace apareció al lado de ellas; y al igual que su hermana, él no sabía que decir, por lo que se mantuvo mirando a sus primas en silencio hasta que Baela finalmente lo tomó de la mano. Y ese fue el momento de Alysanne para alejarse.
Dio un par de vueltas entre los adultos, ninguno le prestaba absoluta atención y eso le gustaba; a pesar de sus rasgos, lograba pasar desapercibida. Cuando había decidido bajar las escaleras para apartarse un poco de los presentes, pasó por al lado de su abuelo paterno que hablaba con su hermano menor y escuchó levemente la conversación.
