Desperté antes de que sonara la alarma. La emoción y la ansiedad se mezclaban en mi estómago mientras me levantaba de la cama. Hoy íbamos a México, a un evento lleno de celebridades y premios, pero lo más importante era que compartiría cuarto con Trueno. La tensión entre nosotros era palpable, y no estaba segura de cómo manejarlo.Me dirigí al baño, dejé que el agua fría de la ducha me despejara y traté de enfocar mis pensamientos. Me miré en el espejo y me recordé a mí misma que esto era solo un viaje de trabajo, no podía pasar nada más que eso, aunque sabía que sería mucho más que eso.
Después de vestirme, empecé a empacar. Metí en la maleta ropa elegante para el evento, algunos conjuntos casuales y lo esencial para el viaje. Mi teléfono vibró con un mensaje de Trueno: "¿Estás lista? El taxi llega en 30 minutos."
—Perfecto —murmuré mientras terminaba de cerrar la maleta.
Bajé al vestíbulo y allí estaba él, con su típico aire despreocupado, sosteniendo una taza de café. Para mi mala suerte la maleta se abrió toda, dejando caer la mayoría de ropa.
— La puta madre.—murmuré para mis adentros viendo como Mateo reía acercándose
— Que mejor que iniciar el día botando absolutamente todo de la maleta—rió el de trenzas ayudándome.
— Cerrá el orto mejor.—advertí dándole una mala mirada.
Luego de colocar todo donde estaba y esta vez cerrar bien la maleta, fuimos hacía fuera, encontrándonos con el taxi que nos llevaría al aeropuerto.
— Lista para México?—preguntó Trueno mirándome con una sonrisa
— Sí, lista —respondí, tratando de sonar igual de animada.
El taxi nos llevó rápidamente al aeropuerto, y pasamos por el check-in y la seguridad sin problemas, pero antes fuimos a comprar algunos snacks y chicles. Mientras esperábamos nuestro vuelo, el silencio entre nosotros era más incómodo de lo que hubiera querido admitir.
—Esto va a ser interesante —dijo Trueno de repente.
—Sí, supongo que sí —respondí, tratando de no mostrar mi nerviosismo.
El vuelo fue relativamente tranquilo, nos recibieron bien, varias fans pedían fotos, hasta que encontramos unas turbulencias. Noté que Trueno se agarraba a los apoyabrazos con fuerza y con una cara de "sáquenme de aquí".
—¿Estás bien? —le pregunté, tratando de ocultar mi sonrisa.
—Sí, claro —respondió con voz tensa—. Solo un poco de turbulencia.
—¿Un poco de miedo a volar? —bromeé, dándole un ligero codazo.
—No es miedo, es precaución —dijo, intentando parecer relajado.
—Claro, "precaución". —Sonreí—. No te preocupes, todo estará bien.
Puse mi mano sobre la suya, intentando darle algo de seguridad. Sentí que su tensión disminuía un poco y me relajé también, cayendo en un sueño totalmente profundo, hasta que el pelotudo de Trueno comenzó a susurrar.
— Che, Maia.—susurró a mi oído
— ¿Que querés?—preguntaste acomodándote en el asiento.
— Mi mano está toda dormida donde esta bajo la tuya. ¿Podés sacarla?—preguntó este para que de inmediato sacará mi mano, dejándolo librar un suspiro de alivio.
Luego de horas de sueño, desperté y logré ver el perfil perfecto de Trueno, quién dormía como un bebé aún. El avión ya estaba a punto de llegar, desperte a Trueno y este se resignaba a mirar la vista que teníamos.