Mañanas distantes y voces cercanas.

2.7K 138 30
                                    


El sol apenas se filtraba por las persianas cuando abrí los ojos. Me estiré y me quedé unos minutos más en la cama, tratando de organizar mis pensamientos. Aún sentía la tensión de la disculpa de Mateo hace unos días; no estaba convencida de su sinceridad, pero hoy debía trabajar con él. Mateo había insistido en que fuera la voz detrás de su nueva canción, así que, con un suspiro, me levanté.

Me dirigí al baño y me lavé la cara con agua fría para despejarme. Me puse unos jeans ajustados de tiro alto, una camiseta blanca con una chaqueta de cuero negra y mis zapatillas favoritas.

Preparé un desayuno sencillo: una tostada con palta y huevo, acompañado de un café negro. Mientras comía, revisé mi teléfono. Tenía un mensaje de Gabriel deseándome suerte para el día de hoy y otro de mi manager recordándome la hora de la sesión de grabación, debido a que por emergencia, Felicia tuvo que ir a Buenos Aires. Terminé mi desayuno, tomé mi bolso y salí de mi departamento rumbo al estudio.

Al llegar, saludé brevemente a la recepcionista y me dirigí directamente a la sala de grabación. Trueno ya estaba allí, ajustando algunos controles en la consola. Cuando me vio entrar, sonrió tímidamente.

—Buen día, rubia —dijo él, tratando de romper el hielo.

—Buen día —respondí, sin mucho entusiasmo, manteniendo distancia.

Mateo lo notó, pero decidió no presionar. Empezamos a trabajar inmediatamente, obviamente antes siendo advertidos con ciertas reglas. Me coloqué los auriculares y comencé a familiarizarme con la pista. Mateo me explicó lo que buscaba en las voces de fondo y me mostró algunas referencias.

—Quiero algo suave, pero con mucha emoción. Algo que resuene, ¿entendés? —dijo él.

—Entiendo —contesté, concentrándome en mi tarea.

Pasamos las siguientes horas grabando y regrabando. Me entregué completamente al trabajo, intentando dejar de lado los sentimientos encontrados. Hicimos varias tomas, experimentando con diferentes tonos y matices hasta que Mateo estuvo satisfecho con el resultado.

Durante los breaks, Trueno y yo apenas hablábamos. Tomaba sorbos de mi té verde mientras revisaba las letras, y Mateo se concentraba en ajustar las pistas. A veces, nuestras miradas se encontraban, pero rápidamente las desviaba, manteniendo la distancia emocional.

—¿Querés algo para comer? —preguntó Trueno durante uno de los descansos, levantándose para buscar algo en la cocina del estudio.

—No, gracias —respondí sin mirarlo.

Mateo suspiró y se dirigió a la cocina. Regresó con un par de sándwiches y botellas de agua. Aunque comimos en silencio, la tensión era palpable y los que habitaban ahí, lo notaron.

Finalmente, después de varias horas de trabajo, logramos la toma perfecta. Mateo estaba visiblemente emocionado e igualmente me sentí orgullosa del resultado, aunque aún había un muro invisible entre nosotros.

—Quedó increíble —dijo Trueno, mirándome con una mezcla de gratitud y algo más que no pude descifrar.

—Sí, suena muy bien —contesté, intentando mantener la profesionalidad.

Cuando terminamos, Trueno se acercó lo antes posible.

—Maia, ¿podemos hablar?

Lo miré a los ojos por primera vez en todo el día y, tras unos segundos de reflexión, asentí.

—Está bien.

Salimos del estudio juntos, dispuestos a enfrentar la conversación que habíamos evitado durante días. La música nos había unido por unas horas, pero ahora era momento de enfrentar los sentimientos y aclarar las cosas, o eso creía.

— ¿Estás bien?—preguntó el de trenzas sentándose a un lado mío. Dejando ver el atardecer reluciente que daba a sus ojos hipnotizantes.

— Sí.—respondí asintiendo

— No lo parece. ¿Todavía pensás en lo qué pasó?

— No puedo creer que después de todo lo que pasó, simplemente te hayas ido sin decir nada, Mateo. —mi voz estaba cargada de enojo y decepción.

— Maia, no fue fácil para mí tampoco. Me asusté, ¿entendés? —Trueno trataba de encontrar las palabras adecuadas, sus ojos buscaban los míos, pero solo lo evitaba.

— ¿Te asustaste? ¿De qué? —replique, cruzándome de brazos—. No entiendo qué pudo haber sido tan aterrador como para que desaparezcas por días.

—Me asusté de lo que siento por vos, te lo dije en la fiesta. No esperaba sentir algo más allá del resentimiento. —Trueno bajó la mirada, sintiendo el peso de sus palabras.

—¿Sentir algo más? ¿Entonces desaparecés cada vez que te confundís? —sacudí la cabeza, incrédula—. ¿Sabés lo que me dolió? Pensé que tal vez había significado algo para vos, pero parece que me equivoqué.

— No, no te equivocaste, rubia.—Trueno se apresuró a responder, tomando mis mejillas, buscando mi mirada—. Claro que significaste algo, significás mucho para mí. Pero justamente por eso me fui. No sé manejar esto, Maia.

—Entonces, ¿tu solución es huir? —me quedé en silencio unos segundos, dejando que mis palabras calaran en Trueno—. No puedo estar con alguien que desaparece cada vez que las cosas se ponen difíciles.

— Tenés razón. Me equivoqué y lo lamento. Pero te juro que no sabía qué más hacer. —Trueno se acercó un paso, tratando de acortar la distancia entre nosotros—. Quiero arreglarlo, Maia. Quiero aprender a manejar esto, a manejar lo que siento por vos.

—No sé, Mateo. Me lastimaste. Me dejaste sola cuando más te necesitaba. —suspiré, tratando de calmarme—. Necesito tiempo para procesarlo.

—Entiendo. Te doy todo el tiempo que necesites. Solo quiero que sepas que no quiero perderte. —Trueno habló con sinceridad, esperando que sus palabras llegaran a Maia.

—Eso está por verse. — finalmente levanté la mirada, encontrándome con esos ojos —. Demostrame que puedo confiar en vos. Y tal vez, solo tal vez, podamos encontrar una manera de seguir adelante.

—Lo haré, te lo prometo. —Trueno asintió, decidido—. No voy a fallarte otra vez, rubia. No quiero que sobre pienses boludeces por mi culpa, realmente no quiero eso.—dijo mirando mis ojos, logrando captar ese brillo que aparecía cada vez que me miraba.

— Bien.—asentí.

— No sé que sería de mí sin vos, sos demasiado especial para mí, Mai. Te quiero un montón y realmente sos la única chica que deseo en mi vida, sin vos siento que se me va el aire, extraño tus caricias, tus besos, tus indiferencias y tus insultos creativos.—rió este, tomando mi rostro entre sus manos, repartiendo un largo beso en la comisura de mis labios.

Ambos nos quedamos en silencio por unos momentos, cada uno perdido en sus pensamientos, mientras yo posaba mi cabeza en su hombro, sabiendo que el camino por delante no sería fácil, pero tal vez, solo tal vez, podríamos encontrar una manera de recorrerlo juntos, o eso era lo que esperaba.



Jo's note!

Hola nenas, que tal todo? Les caigo con cap. La verdad que mi inspiración se esta perdiendo, pero espero que les guste.

Recuerden comentar que les pareció, unas disculpas si me quedo para el culo, el colegio me tortura y las ideas las pierdo

Les mando un besito<3

Meddle About, TruenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora