Capítulo 05: "Viaje"

299 44 31
                                    

Cuando las maletas estaban hechas, los muebles de su apartamento cubiertos con sábanas y uno de sus pies fuera del apartamento, empezó a creer lo que estaba haciendo y a cuestionar su decisión

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando las maletas estaban hechas, los muebles de su apartamento cubiertos con sábanas y uno de sus pies fuera del apartamento, empezó a creer lo que estaba haciendo y a cuestionar su decisión.

Iba a extrañar ese lugar, su nido de amor, ese al que había llevado a su esposo luego de terminar su ceremonia nupcial y dónde lo había adorado tantas veces, entre días ajetreados, días lluviosos y calmados que disfrutaban con chocolate caliente y una buena película; días tristes cuando uno decía algo que hería al otro de alguna manera solo por estrés, entre besos en la cocina cuando Conan lo abrazaba mientras hacía el desayuno, entre intentos fallidos de Conan por cocinar algo diferente a postres; entre dos años hermosos de matrimonio vividos en esas cuatro paredes que Roy había conseguido con mucho esfuerzo para Conan, para los dos…

—¿Estás listo?—inquirió la voz hermosa de su esposo sacándolo de sus pensamientos, él viró hacia él, sus ojos expectantes y curiosos le recorrían las facciones en búsqueda de algún signo de arrepentimiento, pero solo pudo encontrar nostalgia—¿Todo bien?

Roy suspiró sonriéndole a medias y le acarició la mejilla, Conan se inclinó hacia su mano y le besó la palma, preocupado.

—Aún estamos a tiempo de arrepentirnos, yo haré lo que tú decidas, Roy—le dijo con ansiedad en el rostro.

—Jamás podría pedirte eso—le acarició el mentón con los dedos y se inclinó para dejarle un besito en los labios rosados del joven —sé que quieres esto, y yo existo para complacerte—conan sonrió sonrojado, sus manitas jugando con las mangas de la camisa del castaño —además, un cambio no nos haría mal. Tal vez nos vaya mejor allá.

El rubio lo miró con adoración, sin poder evitar presionar sus labios contra los de él con ánimo.

—¿Sabías que eres el mejor esposo del mundo?—musitó sobre su boca, rodeándole el cuello al susodicho, este le abrazó la cintura, una sonrisa picarona apareciendo en sus labios.

—Me encanta como suena eso—el más bajo se volvió a reír antes de que su esposo se adueñara de sus labios, y ambos olvidarán por completo que estaban en la puerta de su apartamento a punto de mudarse a otra ciudad.

De repente el sonido estrepitoso de una puerta cerrándose los hizo respingar y separar sus bocas para mirar al mismo tiempo a la señora arrugada y encorvada que salía de su apartamento lateral al suyo con gesto de asco dirigido hacia ellos.

—Esta generación está destruida —murmuró tanteando con su bastón el suelo mientras caminaba hacia el ascensor a paso corto. Su cabello canoso bien peinado hacia atrás en una coleta baja.

Roy contuvo una risa burlona y su esposo le lanzó una mirada de reprimenda.

—Solo espero que a dónde lleguemos no hayan vecinos ancianos y homofóbicos—susurró divertido hacia el rubio entre sus brazos quien se cubrió la boca riéndose y asintió con la cabeza en acuerdo.

Por siempre [Mi chico Revoltoso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora