Capítulo 08: "Ya no soy un jovencito "

342 50 44
                                    

Con un clic, el joven de aspecto taciturno terminó de digitar la última palabra correspondiente al documento que tenía pendiente, de todos los que tenía por culminar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Con un clic, el joven de aspecto taciturno terminó de digitar la última palabra correspondiente al documento que tenía pendiente, de todos los que tenía por culminar. Se sacudió los cabellos gruñendo antes de que su esposo pasara frente a él con una taza de café en una mano y un pan en la otra, yendo a sentarse a su lado para ver la televisión.

Conan se mantuvo observándolo, como si de ese modo pudiera llamarle la atención de manera silenciosa. Roy encendió la televisión y mordió su pan, riéndose ante el programa que apareció en la pantalla, cruzó sus piernas en el sofá y se dedicó a masticar.

Eso hasta que sintió una leve rasquiña psicológica en la mejilla y volteara hacia su esposo, quien lo observaba con gesto serio.

Roy no entendía la intención tras su mirada.

—¿Pasa algo, bebé?—inquirió con una mejilla abultada por el pan a medio comer en su boca.

Conan le lanzó una mirada fulminante al televisor y luego a él.

—¡Oh! Lo tengo, lo apagaré—comentó apagándolo de inmediato, miró a su esposo acto seguido quien volvió a centrarse en lo que hacía con aspecto estresado.

Roy mojó su pancito en el café y siguió comiendo, solo observándolo.

Su cabello revuelto, su ceño fruncido, sus dedos expertos tecleando furiosamente, esas largas y desnudas piernas estiradas contra la mesita frente al sofá... Tragó duro el bocado y continuó con su café. Conan estaba tan ocupado últimamente como en esos momentos que no cabía instante para los dos. Lo extrañaba. Extrañaba pasar tiempo con él, no habían vuelto a almorzar juntos, ni a tener tiempo de calidad al lado del otro. Sus interacciones se basaban en eso, mirarse, darse un beso y despedirse porque a Conan lo solicitaban a cualquier hora.

Conan bufó estresado y se quitó de encima el computador, gateando hacia su esposo con cara de pocos amigos. Roy lo observó curioso, viéndolo sentarse a su lado para hacerse bolita en su pecho.
Roy se rio, dejándole un beso en la mejilla mientras este refunfuñaba con frustración y se abrazaba al brazo del castaño, cerrando los ojos en cuanto su cabeza se apoyó en su hombro. Estaba tan aliviado de sentir al rubio a su lado que podía olvidar todas las veces que lo había dejado plantado las últimas semanas.

—Deberías considerar tomartelo todo con calma, bebé—le dijo el castaño.

Conan bufó.

—Mi padre tiene altas expectativas, y con él, los empleados. Creen que por ser el hijo del magnate debo ser igual de bueno que él, pero lo cierto es que estoy esforzándome para aprender—Roy le besó la coronilla de la cabeza, enternecido.

—Todos estamos en este mundo para aprender, no te hagas o te sientas menos por no saber algo, es completamente normal—el rubio hizo un puchero robándole un sorbo de café.

—Bueno, pero debo esforzarme mucho, así que, tenme paciencia ¿si?—inquirió mirando a su esposo con ojos grandes, Roy resopló mirando con sorna para después besarle la boca sin poder contenerse.

Por siempre [Mi chico Revoltoso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora