Inquieto, el joven trató de concentrarse en la pantalla del computador sin entender del todo las sensaciones que le invadían la boca del estómago. No era hambre, no era un sentimiento que él pudiera discernir al instante, pero tampoco quería centrarse demasiado en ello cuando tenía que entregar en dos horas el proyecto que estaba haciendo.
Se frotó el rostro con molestia, recordar una y otra vez el momento exacto en el que Lucía le había dicho que su esposo se había ido a almorzar con alguien más era un claro indicio del por qué de su inquietud.
Había revisado su celular muchas veces luego de eso, esperando algún mensaje en el que Conan le dijera algo al respecto, pero nunca llegó algo parecido y ese hecho lo puso más nervioso, porque no era el hecho de que hubiera almorzado con alguien más que lo mantenía así, era que nunca le había dicho nada al respecto.
Se quedaba pensando en ello una y otra vez por alguna razón, sin embargo nunca lo llamó para saberlo.
Suspiró harto de distraerse y decidió esperar a que él llegara a casa para hablar de eso. Así que tomó un sorbo grande de jugo de naranja y se dispuso a concentrarse en su trabajo de última hora que como siempre, su jefe le había pedido que hiciera fuera de su horario laboral. Solo esperaba que esas horas extras se reflejaran en su próximo sueldo.
Miró la hora, casi eran las ocho y de nuevo, Conan volvía a llegar tarde. No le gustaba que lo hicieran trabajar tanto como en esa empresa en la que estaba, su pago no iba acorde con sus obligaciones y trabajaba en muchas cosas a la vez, lo que llegaba a estresarlo y como su sistema inmunológico era tan deficiente, solía enfermarse a menudo por ello.
Cuando la puerta del apartamento se abrió, Roy soltó la tensión de sus hombros y viró hacia la entrada para verlo pasar, segundos después apareció con los hombros caídos y gesto de cansancio. La concentración en su proyecto quedó en segundo plano al verlo y le sonrió, esto pareció aliviar la tensión del rubio quien tiró las llaves en una mesita cerca de la puerta para después acercarse a él, sonriendo.
—Hola, chico lindo—comentó Roy volteandose en la silla giratoria con la que reemplazaban alguna del comedor para estar más cómodos al trabajar en casa.
—Hola—musitó haciendo un puchero mientras se sentaba en sus piernas, abrazándole el cuello para besarle la mejilla.
—¿Estás cansado?—inquirió hacia el rubio, quien recostó su cabeza en el hombro del castaño, tratando de quitarse los zapatos con sus propios pies, Roy estiró el brazo para ayudarlo con eso.
—Sí, te juro que a veces quisiera renunciar, es muy agobiante—murmuró hundiendo su rostro en el cuello del castaño al tiempo que este se deshacía de sus zapatos y le masajeaba los pies con suavidad.
—¿Por qué no lo haces? No me gusta que te agotes de esta manera, además de que cada vez tienes menos tiempo para dedicar a la danza y es lo que más te gusta—Conan negó con la cabeza de inmediato ante la idea de renunciar, abrazándolo más para besarle la mandíbula con cariño.
—No, estoy bien, solo tengo que organizarme mejor—se movió para presionar sus labios en los de su esposo con suavidad—¿cómo estuvo tu día?
Roy desvió la vista al recordar lo del almuerzo y apretó los labios.
—Bueno—se aclaró la garganta mirándolo con rencor—hoy fui a tu oficina, Lucía me dijo que te habías ido a almorzar con alguien más, que obviamente no era yo como teníamos planeado.
Conan frunció el ceño desubicado por un momento antes de abrir los ojos con reconocimiento, luego la culpa pasó por su rostro.
—Roy...—lo miró preocupado— De verdad lo siento, olvidé por completo avisarte—roy asintió con la cabeza y Conan se cubrió la frente—perdóname, ¿estás enojado conmigo?
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Por siempre [Mi chico Revoltoso]
Dragoste[Secuela de mi libro "Mi chico revoltoso"] Roy y Conan han luchado para estar juntos y al fin lo han logrado, construyendo una vida juntos en base al amor incondicional que se tienen, sin embargo, a veces situaciones no resueltas del pasado pueden p...