13. Un día a la vez.

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Narumi abrió los ojos lentamente, sintiendo el frío y la humedad de las paredes de concreto. Su cabeza latía con fuerza, recordándole la violencia con la que había sido capturado. Se incorporó con dificultad y miró a su alrededor. Asumi yacía en el suelo junto a él, todavía inconsciente. La celda era pequeña, apenas iluminada por una bombilla parpadeante colgada del techo.

—Asumi, despierta... debemos estar alerta —dijo Narumi, sacudiéndola suavemente.

Asumi abrió los ojos y miró a Narumi con confusión, luego con terror al darse cuenta de su situación.

—¿Dónde estamos? ¿Qué pasó? —preguntó Asumi, su voz temblando.

—No lo sé con certeza. Nos emboscaron y ahora estamos aquí... en algún lugar subterráneo, por lo que parece —respondió Narumi, mirando alrededor con preocupación.

Se levantaron y empezaron a explorar su celda. Había poco más que una litera oxidada y una pequeña ventana en la puerta, a través de la cual apenas podían ver el pasillo exterior. Comenzaron a escuchar voces provenientes de una habitación cercana.

—El sujeto 42 mostró una respuesta positiva a la mezcla de ADN Kaiju y humano. Pronto tendremos soldados híbridos —dijo una voz.

—El Comandante Misaki estará complacido con los resultados. Debemos intensificar las pruebas —añadió otra voz.

Narumi y Asumi se miraron, sus rostros reflejando la gravedad de la situación.

—¿Comandanre Misaki? —dijeron Asumi y Narumi al unísono, cada vez entendían menos, tenían la idea que habían capturado a Yuzu o peor aún, a su madre enferma.

—Están usando tecnología avanzada para experimentar con Kaijus y humanos. Tenemos que salir de aquí antes de que nos utilicen como conejillos de indias —murmuró Narumi.

—Sí, pero primero necesitamos un plan —respondió Asumi, decidida.

A pesar de estar debilitados, Narumi y Asumi comenzaron a trazar un plan de escape. Utilizaron los pequeños objetos a su disposición para fabricar herramientas improvisadas. Con una horquilla que Asumi llevaba en el cabello y una piedra suelta del suelo, comenzaron a trabajar en la cerradura de la celda.

—Mantén los oídos abiertos. Necesitamos saber cuándo cambian los guardias —dijo Narumi, mientras trabajaba en la cerradura.

—De acuerdo. También deberíamos conservar nuestras fuerzas, no sabemos cuánto tiempo estaremos aquí —asintió Asumi, preocupada.

Pasaron las horas en silencio, atentos a cualquier sonido. Las conversaciones de los guardias y el eco de sus pasos eran su única compañía. El cansancio comenzaba a hacer mella en ellos, pero su determinación no flaqueaba. Sabían que cada minuto contaba y que cualquier descuido podría ser fatal.

Finalmente, lograron aflojar la cerradura un poco, pero aún quedaba mucho por hacer. Narumi respiró hondo, tratando de mantener la calma y la concentración.

—Esto va a llevar tiempo, pero no podemos rendirnos —dijo Narumi, con voz firme.

—Lo sé. Estamos juntos en esto —respondió Asumi, apretando su mano brevemente.

La primera noche cayó sobre ellos, sumiéndolos en una oscuridad casi total. Los sonidos de la instalación continuaban, un recordatorio constante del peligro en el que se encontraban. Pero Narumi y Asumi, a pesar del miedo y la incertidumbre, se prepararon para enfrentar lo que vendría, sabiendo que su única esperanza era mantener la calma y seguir trabajando juntos.

Hoshina se apoyó contra la pared de la sala de operaciones, su expresión endurecida por la preocupación. A su lado, Yuzu Misaki, la hija del Comandante Misaki, revisaba frenéticamente los informes de los últimos movimientos de Necroza.

Amor sin límites: Hoshina y YuzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora