Capítulo 09

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"Yo alguna vez me enamoré del sol, o por lo menos creí amarlo, hasta que una noche, mientras miraba el techo, supe que nunca sería mi hogar. Él no era para mí, y tal vez para mí no era un "él", lo supe, en cuanto vi sus ojos enamorados de mí y mi corazón ya no palpitó al sentir todo lo que él podía darme. Nunca me enamoré de un él, pero me duele que él si se enamoró de mí"

A Daniel siempre le gustó la escritura, y siempre había escrito cosas tan banales que sin duda podían interpretarse como los sentimientos cotidianos de la vida adolescente, solo tenía 18, y en ese momento había dejado ir a la persona que le dio confort por tanto tiempo. Nunca había escrito sobre Becky, no hasta la noche en la que estaba tan inquieto que no podía dormir, suspiro varias veces, antes de sentarse y escribir esa simple nota, palabras simples, oraciones con metáforas y sentimientos.

Sol, el sol siempre le recordaría a Becky porque ella siempre fue esa luz brillante en su vida, más brillante que cualquier otra cosa, y el calor que le brindaba era tan reconfortante que sin duda fue su sol y siempre lo sería. Pero él la había alejado diciendo aquellas palabras huecas con una sola razón: no podía dejar que Becky se hundiera con él, no podía dejar que ese bonito sol que siempre estaba lleno de vida poco a poco se fuera apagando y sabía que si permanecían juntos ellos simplemente no funcionarían; supo que debían dejarlo cuando los ojos de Becky lo miraban bonito después de que se vieran en aquella habitación del hostal en donde Becky vivía ahora, y se sentía tan culpable de hacerla dejar todo, tan culpable de que la chica se fuera sola a buscar el mundo, cuando claramente era sueño de ambos.

Así que no lo resistió más y esa tarde, cuando dijo que había conocido a alguien era mentira, no había alguien con quién si funcionaba, no había encontrado a alguien quién lo sintiera completo, no había nadie, solo era él, sus mentiras y su corazón doliente, solo era él, un chico de 18 años que por miedo al que dirían dejó cortarse las alas tan grandes que tenía en el futuro. Le dolía, a Daniel le dolía, pero no por Becky, le dolía porque ya no sería ese jugador famoso que tanto quiso ser, sus planes, todo lo que su futuro pinto por perfecto ya no estaba, se había ido, esfumado.

Fue tres meses después que en el lugar donde vivía una empresa abrió sus puertas, él era joven, a la universidad no asistía y trabajaba en una tienda de helados, resignado a que así sería su vida para siempre cuando conoció a Dian, una linda chica que le pidió un helado de fresa y su número, gracias a ella su vida se arregló. Pues Dian era hija del dueño de la empresa y cuando ya llevaban un noviazgo de 7 meses, Daniel comenzó a trabajar en esa empresa, mejorando cada aspecto de su vida.

Su vida se arregló y poco a poco, se fue enamorando de aquella hermosa chica y fue perdiéndose en lo bella que era ella tanto por dentro cómo por fuera. Una noche, Daniel decidió confesar a Dian sus males, claro, ocultando que tuvo todo que ver con Becky, solo comentó que hizo que su mejor amiga dejara la ciudad y que justo se juntaba con quién le había hecho daño a Becky, comentó también que la había alejado de su vida y que tenía aproximadamente dos años que no la veía para nada.

—¿Por qué no le marcas y arreglas toda la situación?, Si es tu mejor amiga, seguro y se arreglarán fácilmente, es más, seguro y se alegrará de oír de ti, mi amor —esas fueron las palabras de Dian, un respiro para Daniel y una condena para Becky.

Y bueno, ahora Daniel estaba ahí, sentado en la mesa principal, con una botella de licor en las manos y viendo la guerra campal de pastel dando paso a todo lo que daba, todos estaban felices y contentos, todos disfrutaban de jugar como unos estúpidos, menos él y su cartera. Tendría que pagar todo aquel desorden que se veía, dios, estaba con tantas ganas de llorar en ese momento, ya ni tenía ganas de correr a la idiota que le aventó el pastel, ya no tenía ganas para nada más que terminar la noche y también el capítulo que no había terminado por completo en su vida, un capítulo que creía que siempre mantendría un poco abierto, para simplemente hojear de vez en cuando, para que le diera algo de paz, pero no podía, no debía hacerlo, debía cerrar por completo aquel capítulo de su vida que fue un curita para su corazón contenido.

Encantada「 Freenbecky 」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora