Nuevas oportunidades

37.

Kiki

Llevaba una semana en Granada, sin saber nada de mi familia de Madrid y desconectando de todo un poco. Desde que salí de operación triunfo jamás había tenido unos días para mí.

Aunque desconectar no lo hice del todo, los tres primero días no salí del hospital, la infección de oído se me complicó un poco.
Los dos siguientes días no salí de casa necesitaba descansar del hospital y de todo por lo que me dediqué a dormir y a comer. Los siguientes días a eso salí poco más, a comprar y ya.
Hoy no tenía escapatoria Susana y mi madre se habían empeñado en hablar conmigo y sacarme a comer.

¿Me apetecía? No
¿Podía negarme? No
¿Tenía alguna otra opción? No
¿Me tocaba vestirme e ir hasta el hospital andando y esperar a las señoras? Si

Me puse un pantalón vaquero y una sudadera de colores y salí hacia el hospital.

Por el camino intenté no pensar en nada, pero me era imposible. Violeta y sus palabras se mantenían en bucle en mi cabeza. Últimamente solo me echaba en cara que pasaba mucho tiempo en el estudio, y que me juntaba con mis amigas de operación triunfo y que en mi estudio solo había mujeres. Estaba celosa y no quería admitirlo y eso me jodía muchísimo. En cuanto llegué al hospital me tope con Paula en urgencias

- Holii

- Que bien te veo, ¿como estas?

- Sigo con antibióticos y calor en oído

- Lo normal. ¿Vienes a por tu madre?

- Si

- Acaba de bajar a quirófano, un parto urgente. ¿Quieres venir?

- ¿Yo?

- Si, lo puedes ver desde el cristal

- Venga vamos

- Te va a encantar

Acompañe a Paula por el hospital, hasta llegar a una sala, en la que me hizo ponerme un pijama desechable verde y me dijo que esperase hasta que me abrió la puerta por otro lado y me dijo que esperase ahí. A los pocos segundos me saludo desde un cristal y me dijo que estuviera atenta.

Lo que vi a continuación fue como un regalo de la vida. Jamás supuse que un parto era así. Una mujer luchando contra su propio cuerpo y su propio dolor para dar vida a ese pequeño ser que ha creado en su vientre durante nueve meses.
Eso me llevo a pensar que si yo no hubiera abortado en aquel momento yo tendría un o una peque de seis años. Tuve que salir de allí corriendo, no me encontraba bien, sin querer me tope con Susana

- ¿De donde vienes así? ¿Que te ha pasado?

- Perdona Susana,- me abracé a ella y lloré.

- Pero pequeña, ven vámonos a mi despacho

- Lo siento

- Tranquila Chiara, llora que no pasa nada

- He visto un parto

- Son emocionantes

- Yo podría tener ahora un niño de seis años