Extra I - Lo mejor de él

895 45 11
                                    

10 años antes.
Punto de vista de Rodrygo.

Llevo unas semanas pasándomelo en grande. Estar con Vini cuando está cerca de Gavi es como ver una película en primera fila, solo que sin palomitas. Antes se esforzaba en negar lo evidente, pero ya no lo hace. Él me lo dijo, pero tampoco hay que ser muy listo para ver que se gustan.

La verdad es que Gavi me cae bien. Parece bastante agradable... menos cuando está metiéndose con algún rival veinte centímetros más alto que él. Y también creo que es simpático, la mayoría del tiempo.

Pero, en mi humilde opinión, lo mejor de él es su mejor amigo. Oh, meu Deus. Pedri González, qué bueno estás. No pienso decírselo, claro, no sea que se asuste -yo lo haría-, pero ya me inventaré algo. De hecho... creo que se me está ocurriendo una idea.

***

-¡Ey!

Acabamos de jugar un partido contra España. Todos están en los vestuarios, he visto que Pedri caminaba solo hacia el exterior del estadio y me ha parecido el momento perfecto para llevar a cabo mi plan.

Él se gira al escuchar mi saludo. Yo sonrío amablemente.

-Hola, soy Pedri -me devuelve el gesto y un repentino calor me invade de repente-.

Rodrygo, por favor, ¡este no es el momento!

-Lo sé -le vuelvo a sonreír-. Yo Rodrygo -alargo la mano, sin saber que otra cosa hacer, y él me la estrecha rápidamente-.

-Has jugado muy bien hoy -le digo-.

-G-Gracias..., tú también.

No paso por alto ese tartamudeo en su voz, ni el color carmesí que están empezando a tomar sus mejillas. Sonrío ampliamente y vuelvo a hablar:

-Bueno, antes de que se me olvide -no se me va a olvidar, he venido a decirle esto-, ¿puedo preguntarte algo?

-Claro, dime.

-¿Sabes que dentro de un par de semanas se celebrará una gala, aquí en Madrid, verdad?

Pedri asiente con la cabeza, y algo en su expresión me dice que me está prestando atención.

-He escuchado que Gavi y tú estáis nominados al premio para el mejor futbolista joven de la temporada. Vinícius y yo también lo estamos, así que todos tendremos que ir. Bien, pues me gustaría que nos acompañarais. Ir los cuatro..., juntos -piensa rápido Rodrygo, ¡piensa rápido!-. Creo que eso daría una muy buena imagen de nosotros, y acabaría con los rumores de que nos odiamos -joder, soy genial. Menuda excusa-.

Su boca se abre un poco, su expresión es pensativa. Al cabo de unos segundos, me dice:

-Me gusta mucho tu idea, ¿sabes? Pero es que Gavi y Vinícius realmente se odian...

Tengo que hacer un gran esfuerzo para no reírme en su cara, no hubiera sido muy elegante.

-... Bueno, eso es cuestionable...

-... Y supuestamente nosotros también deberíamos. Odiarnos, digo.

Por un momento no sé que decir, así que me encojo de hombros. Luego, reflexiono un momento y le respondo:

-Bueno, tampoco nos conocemos mucho. Te he observado muchas veces..., quiero decir..., algunas, tampoco es que me haya fijado tanto... -para ya, por favor-. Y pareces simpático.

-Sí, yo también te he observado... algunas veces. Y pareces majo.

Mierda. No he entendido lo último, pero he entendido que a veces me observa. Mierda, otra vez.

-No sé que significa esa palabra, pero gracias. Entonces... ¿Vendréis?

Pedri lo piensa por un momento. Después de lo que me parece una eternidad, dice:

-Cuenta con nosotros.

***

Hoy es la noche de la gala. La idea de ir los cuatro juntos se me ocurrió a mí, así que ahora no debería estar tan nervioso, ¿verdad? Aunque en mi defensa diré que las circunstancias no están ayudándome. Llevamos quince putos minutos atrapados en el tráfico y me estoy empezando a poner un poquito nervioso.

-Vale, definitivamente llegaremos tarde -me quejo-.

-Tranquilo, Romeo. No entrarán sin nosotros. Y no le causarás una mala impresión a Pedri. Porque eso es lo que te preocupa, ¿verdad?

-Puede. ¿Y tú? ¿Estás nervioso?

-No. Puede ser. Vale, sí. Total, yo ya le he causado mala impresión a Gavi..., aunque no es que me importe... claro.

Al menos, los dos estamos igual de nerviosos. Vaya par de... ¿cómo dijo Lucas el otro día? Ah, sí. Vaya par de pringados.

Varios minutos después por fin superamos el atasco, Vini conduce hasta llegar al lugar donde se celebra la gala, aparca y bajamos del coche. Después de caminar un poco alcanzo a ver que Pedri y Gavi ya están en la puerta esperándonos.

El primero se ha dado cuenta de que nos acercamos y se vuelve para saludarnos. Me mira a mí primero y sonríe. Me dedica una sonrisa que hace que tenga que esforzarme muchísimo para no correr hacia él y comerle toda la bo... No, no, calma. Simplemente le sonrío también.

Gavi se da cuenta de que hemos llegado y me saluda con un asentimiento de cabeza. Cuando mira a Vinícius el ambiente entre ellos se vuelve tenso e intímo, de algún modo, así que miro a Pedri y susurro:

-¿Por qué no les dejamos un momento? Vamos entrando.

Él asiente y me sigue, se pone junto a mí cuando llegamos delante de los paparazis. Un hombre gesticula para que nos coloquemos en el centro, una mujer lo hace para que nos acerquemos más -no sé quién eres, señora, pero te quiero mucho- y juro que los dorsos de nuestras manos se tocan por unos segundos.

Después de eso vamos a la sala, ya algo llena de gente, donde se entregarán los premios y buscamos asientos libres. Nos sentamos y ninguno dice nada, pero yo tengo algo que decir. El problema es que no sé cómo hacerlo. Pero si no se lo digo ahora, que estamos solos, ¿cuándo?

Me aclaro la garganta y él, que miraba hacia delante, se vuelve y clava los ojos en mí. Mierda, ¿qué iba a decirle...?

-Pedri -gano algo de tiempo-.

-Dime.

-¿Puedo... preguntarte algo?

-Sí, claro.

Respiro hondo, o lo intento, y vuelvo a hablar:

-Eh... -me aclaro la garganta. Sí, otra vez- ¿Te gustaría ir a tomar un café conmigo mañana? Ya sabes, antes de que vuelvas a Barcelona.

Pedri no me responde. Lleva varios segundos mirándome en silencio. Su boca se abre y se cierra, como si quisiese decirme algo, pero no lo hace.

-Vale, lo siento..., puede que me haya precipitado. No hace falta que aceptes si no quieres, claro. Perdona si te he incomodado, o... algo.

Miro hacia delante y me hundo un poquito en mi asiento.

-No, no... Me gustaría mucho ir a tomar un café contigo.

Lo miro.

-¿En serio?

-Sí, claro. ¿Mañana a las diez?

-Vale. Podemos vernos allí o puedo ir a buscarte, como quieras... Oh, aunque no tengo tu teléfono, no puedo pasarte la ubicación...

-Eso tiene fácil arreglo.

Me quedo mirándolo durante demasiado tiempo como el auténtico imbécil que soy, hasta que mi cerebro hace click y reacciono. Le doy mi teléfono, ya desbloqueado, para que añada su número.

Lo hace, y cuando me lo devuelve, sonrío como un tonto.

-Muy bien. Pues mañana a las diez.

***

Te odio - Vinícius Jr x GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora