𝑿𝑿𝑿𝑰𝑽. 𝒀𝒐𝒖 𝒅𝒊𝒅

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Seonghwa jugaba con un pedazo de papel entre sus dedos.

- Todo estará bien - tomó sus manos para que se tranquilizara - ya no debes preocuparte.

- ¿De verdad crees que lo lograremos hoy?.

- Te lo aseguro - besó su mano - todo saldrá bien.

Bajaron del taxi, era hora de la continuación del juicio, la tensión en el aire y las miradas afiladas con las que fácilmente podrían cortar un cuello se desataron en la corte en cuanto el acusado hizo su aparición.

- Hay una prueba que nos podría ayudar, es una grabación. ¿Podemos usarla?.

- ¿La persona que grabaste sabía que estaba siendo grabada?.

- No...¿Eso es importante?.

- Podrían descartarla por eso, no estoy seguro que sea lo mejor, pero viendo nuestra situación creo que es buena opción.

- Está bien.

El juicio inició, miles de cartas de recomendación habían llegado a la jueza, la sentencia muy probablemente sería reducida, hasta que aquella grabación en la que los trabajadores de su antigua agencia se reprodujo. Los rostros de terror tanto en Oslo como en su abogado eran tan satisfactorios.

- Su señoría, esa evidencia no - la jueza lo interrumpió.

- Tomando en cuenta que las evidencias previamente presentadas por la parte acusada resultaron ser falsas y tras escuchar esta grabación, creo que estoy lista para dar mi veredicto - silencio - declaró al señor Oslo Hudson culpable de los cargos de acoso laboral y ofensa sexual de primer grado, su condena será de diez años, más dos años de libertad condicional y una multa de mil cuatrocientos dólares a la víctima por daños y prejuicios - dio un golpe con su martillo - fin de la sesión.

- ¡No!. ¿Cómo se atreve? - gritó Oslo y tras ello tomó del cuello a su abogado - eres un estúpido, ¡Un estúpido!.

- Rápido, seguridad, separenlos.

- ¡Me lo vas a pagar maldito desgraciado! - se fue gritando mientras era casi arrastrado por los policías.

Hongjoong abrazo a Seonghwa por los hombros - ya no debes preocuparte, lo lograste - le sonrió.

Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y lo abrazo con fuerza.

- Ya fue todo, todo terminó - le dió un beso en la mejilla - vamonos, hay que celebrar - lo tomó de la mano y ambos salieron.

- ¿A dónde iremos?.

- Es una sorpresa, te encantará.

- Confiaré en tí.

Caminaron por un rato hasta llegar a aquella hermosa cafetería francesa en la que Hongjoong compraba los deliciosos macarrones que alegraban las mañanas de ambos.

𝑆 𝐼 𝑍 𝐸 // 𝒉𝒐𝒏𝒈𝒉𝒘𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora