📿|CAPÍTULO 4.

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Malika.

Ella es mi familia.

Freya es mi abuela y ella lo sabía desde el momento que mandó buscar el Circe.

La música de los puestos del circo está taladrando mi cabeza pero tengo prohibido borrar la sonrisa de mi rostro ya que las personas de alta cuna comienzan a pasearse por las diferentes secciones que están distribuidas por los grandes jardines del palacio.

Las grandes farolas iluminan los pasillos llenos de naturaleza que conectan el Circe con la entrada al gran salón donde las melodías clásicas se oyen muy poco. Me alejo entrando al laberinto notando que hay pequeñas bancas para descansar, soy buena recordando cosas por lo que me atrevo a meterme aún más viendo el cielo despejado carente de estrellas.

En pocos días será mi cumpleaños diecinueve y los recuerdos comienzan a hacerse pesadillas cada que mi cabeza toca una almohada. Mi pecho golpea con fuerza con una gran espalda sacándome de mis pensamientos y llenándome de pánico, lo primero que veo es un bastón y no lo dudo dos veces cuando se lo arrancó de las manos con rapidez.

Le doy un rápido golpe haciendo que gire para encararme y es tan alto que tengo que levantar el rostro para verlo.

—¿Buenas noches?—La sorpresa es tan clara en su voz y a la vez profunda que me hace retroceder un poco.

Mi lengua parece haberse quedado pegada a mi boca ya que no logro articular palabra alguna. Puedo ser huérfana pero logre recibir la educación necesaria para devolver un saludo.

La abuela de Anahi siempre dice que la hermosura significa peligro.

Y frente a mi tengo al hombre más hermoso que pude haber visto en la vida.

Es tan alto que puedo estar segura que sus trajes están hechos a la medida y por el modelo, sé que pertenece a una casa real. Su cabello negro es tan oscuro como el carbón que su piel blanquecina resalta esos prufundos ojos azules.

—Lo siento, me asuste—me las arreglo para hablar sosteniendo con nerviosismo el bastón antes de que el estiré la mano para que se lo entregue.

Baje la vista a su mano enguantada en ese cuero negro brillante antes de darselo antes de notar que me miraba fijamente desde que se volteo para encararme.

—Está aquí sola, era lógico que se asustara señorita—nuevamente la profundidad de su voz hace que un leve cosquilleo invada cada partícula de mi cuerpo.

Ni siquiera se porque asentí ante sus palabras dándole la razón.

—No quería agredirlo...—balbuceo palabras rápidas causando que él ponga una media sonrisa que casi causa un hoyuelo—. Usted estaba aquí mucho antes de que yo y por estar distraída no lo ví.

Su rostro triangular adornado por esas cejas oscuras llamaban mi atención, aunque en realidad, él lo hacía. Esas largas pestañas, sus ojos azules, mandíbula cuadrada y su mentón alto eran cosas que no veías en un hombre común.

Hermoso, peligroso y silencioso podrían ser las palabras para describirlo mejor ya que me quedaría sin halagos.

—¿Cómo te llamas?—Su pregunta me tomó por sorpresa.

Eleve las cejas al notar como dio dos pasos en mi dirección permitiendo ver su vestimenta. El traje negro estaba compuesto por una larga capa que tocaba el suelo, y no tenia ningun grabado que me dijera a que casa real pertenecía.

—La verdad es que mi nombre es demasiado raro para que usted vaya a reírse.

—Dímelo y ya veremos—hablo volviendo a sonreír de lado.

DE HIELO Y CENIZAS. | +21 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora