📿|CAPÍTULO 17.

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Malika.

Me desconozco por completo ante la imagen que yace frente a mí. Tengo a Charles jadeante mientras que dos hombres de la guardia roja lo sostienen con firmeza al suelo.

¿Por qué siento que esto está bien? ¿Por qué no hay ningún atisbo de arrepentimiento de mi parte? Puede que sea el hecho de que la Familia Di Carlo vendió todo su circo por la simple tarea de que ya no les era de ayuda a en su beneficio.

Tal vez porque gracias a ellos todos mis amigos murieron, ellos que me hacían sentir en una familia. Y que no mostraron un atisbo de arrepentimiento al oírlos gritar pidiendo ayuda.

La nieve está cubierta de sangre por donde sea que uno pueda ver, la guardía roja se abrió paso a mis órdenes sin siquiera titubear y me mostraron una lealtad cuando los Di Carlo trataron de defenderse y ellos se interpusieron frente a mí.

Un jadeante Charles yace frente a mí, de rodillas y sangrando.

No puedo explicar la razón del porque la sonrisa de mi rostro no me ha dejado, pero agradezco que eso le infunda miedo al hombre que me observa temblando mientras camino rodeandolo. El humo del Circe quemándose a metros de mi se arremolina a mis pies.

—Hice un juramento con mi sangre—canturree dejando salir una risita—, de que me vengaría de tu familia.

—Mi señora—me llama Julian, quien se acerca peligrosamente a mi oído—, no hay rastro de Anahí Di Carlo.

Aprieto los dientes furiosa y empuño la mano dejando a la vista una llama de fuego reluciente que en segundos, acaba en el pecho de Charles que grita con tanto dolor que se siente bien.

—¡¿Dónde está?!—Grite haciendo que la tierra se cimbrara bajo mis zapatos de tacón.

Charles se rio tras escupir sangre.

—Nunca la vas a encontrar—balbuceo—, está fuera de tu alcance maldita perra.

Lo eleve en el aire de un simple movimiento ignorando que durante casi dos horas, los poderes que he experimentado nunca antes los había visto en mí.

—¿Por qué?—Fue lo único que pregunté, observando sus ojos cafes.

—Tenías que ser mía, pero sabía tu destino—respondió jadeante—, y por eso me encargue de hacerte una adúltera que cualquiera podría tener.

El marrón de la condena fue mi hogar por años hasta que me traiciono.

Aquel pensamiento golpea mi mente haciéndome recordar la breve visión que tuve de la muerte de Bash.

El marrón de la condena es Charles Di Carlo.

Mis dientes rechinan del coraje que corre por mis venas haciéndome respirar con irregularidad, dejo que varias lágrimas bajen por mi rostro y elevo la mirada al hombre que por tantos años me manipulo.

—No voy a matarte—musite con firmeza—, la muerte es un regalo para ti que no voy a concederte.

Gire el rostro encontrándome con los ojos oscuros de Julian.

—Llevenselo.

Las armaduras sonaron a mis espaldas tras que los hombres de la guardia roja se encaminaron a Charles. Seguí cada movimiento que ellos hicieron, desde encadenarlo, hasta el collar de hierro que pusieron en su cuello para debilitarlo.

Anahí no está.

Un Di Carlo logró escapar. Meneo la cabeza apretando los puños queriendo calmarme por completo, giro en mi eje bajo la nieve cubierta de sangre y el Circe en llamas para ver al hombre de casi dos metros mirándome en la distancia.

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⏰ Última actualización: 5 days ago ⏰

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DE HIELO Y CENIZAS. | +21 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora