Capítulo 8.

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Ronroneo altivo.

Los días en París se deslizan tranquilamente como las hojas de los árboles con el viento. El verano estaba llegando a su fin, y los días soleados comenzaban a acortarse, mientras la universidad Sorbonne se preparaba para recibir a los estudiantes.

Yuna avanzaba relajadamente por las calles mientras revisaba su celular para ver sus correos electrónicos de la universidad y los horarios de las clases que estaban por comenzar. Su rostro permanecía impasible, ajeno al bullicio y a la emoción que la rodeaba.

Al desbloquear su teléfono, notó una notificación de mensaje. Era de Marinette. Aunque Yuna siempre había mantenido una distancia emocional, Marinette tenía una calidez y un entusiasmo que hacían difícil alejarla.

"Hola Yuna, no te olvides de ir al zoológico con nosotros mañana, vamos con algunos amigos, será divertido :D"

Yuna frunció el ceño, considerando la invitación. No era dada a socializar en grupos grandes, pero había quedado en ir con ellos después de todo. Después de unos momentos de reflexión, decidió responder.

"Lo recuerdo. ¿A qué hora?".

Tras enviar el mensaje, continuó caminando, pero la respuesta llegó rápidamente.
"¡Genial! Nos encontramos a las 10:00 a.m. en la entrada principal. Nos vemos allí".

Al día siguiente, el cielo estaba despejado y el sol brillaba con suavidad, presagiando un día perfecto para una salida. Yuna llegó puntualmente al zoológico, donde vio a Marinette saludándola efusivamente desde la distancia. Junto a ella estaban Alya, Nino y Adrien, tres amigos de Marinette que Yuna ya conocía, y una chicas más, con un cabello rubio que destacaba por un mechón rosa.

Marinette presentó a todos con su habitual entusiasmo. —Yuna, ellos son Alya, Nino, Adrien y Zoé. Zoé es la media hermana de Chloé Bourgeois.

Yuna no pudo ocultar su sorpresa al escuchar el nombre. Sabía que Chloé era conocida por su actitud altanera y su carácter difícil. Sin embargo, la joven frente a ella, Zoé, tenía una sonrisa cálida y un aura amigable que contrastaba completamente con la imagen de Chloé.

Es un placer conocerte, Yuna— dijo Zoé extendiendo su mano con amabilidad.
Yuna estrechó su mano y asintió levemente. —El placer es mío.

A medida que avanzaban por el zoológico, Yuna observaba a Zoé con curiosidad. Era increíble lo diferentes que podían ser dos personas que compartían la misma sangre. Zoé se reía con facilidad, mostraba interés genuino por los animales y se integraba perfectamente en el grupo. Era imposible no notar cómo su presencia alegraba el ambiente.

Mientras recorrían los diferentes hábitats y observaban a los animales, Yuna se dio cuenta de que estaba disfrutando del día más de lo que había esperado, aunque su rostro siempre estaba sin emoción. La energía positiva de Zoé y la calidez de Marinette eran contagiosas, y por primera vez en mucho tiempo, Yuna se permitió relajarse en las conversaciones animadas del grupo.

El sol seguía su curso sobre el cielo de París, proyectando sombras largas mientras el grupo continuaba su recorrido por el zoológico. Yuna, con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones, observaba con interés los animales. Había algo en la serenidad de los animales que le permitía relajarse y desconectar de las preocupaciones cotidianas.

En uno de los rincones más tranquilos del zoológico, Yuna se detuvo frente a una pequeña área de descanso donde algunos animales domésticos podían interactuar con los visitantes. Fue entonces cuando notó un pequeño gatito amarillo que se acercaba con curiosidad. El felino, con ojos brillantes y una cola que se movía de un lado a otro, se frotó contra sus piernas, como si buscara atención.

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