Calidez.
El primer rayo de sol se coló a través de las cortinas, bañando la habitación en un suave resplandor dorado. Yuna se desperezó lentamente, sus movimientos precisos y controlados, como si incluso su despertar estuviera regido por una disciplina férrea. Sus ojos, aún medio cerrados, se deslizaron hacia la mesita de noche donde reposaba su celular.
Con un suspiro apenas perceptible, tomó el dispositivo y deslizó el dedo por la pantalla para desbloquearlo. La luz azulada iluminó su rostro pálido, destacando sus rasgos afilados y la expresión fría que rara vez abandonaba sus facciones. Entre las notificaciones acumuladas durante la noche, una en particular captó su atención. Su corazón, normalmente insensible a las emociones fuertes, dio un pequeño vuelco.
Correo electrónico de: Universidad Sorbonne.
Yuna se quedó inmóvil por un instante, como si el tiempo se hubiera detenido. Abrió el mensaje con una calma deliberada, sus ojos recorriendo cada palabra con una precisión meticulosa.
"Felicidades, Yuna Lefèvre. Nos complace informarle que ha sido admitida en nuestra universidad para el presente año lectivo."
Las palabras bailaban ante sus ojos, cada una de ellas confirmando el logro que había perseguido con tanta determinación.
Cerró los ojos por un breve momento, permitiéndose sentir el alivio que la noticia traía consigo. No era alegría, exactamente, sino una satisfacción silenciosa que se extendía desde lo más profundo de su ser.
Soltó un suspiro largo y profundo, como si con él se desvanecieran las tensiones acumuladas durante semanas de espera y preparación.
Colocó el celular de nuevo en la mesita de noche y se levantó con una nueva ligereza en sus pasos. Se dirigió hacia la ventana, abriéndola de par en par para dejar entrar el aire fresco de la mañana parisina.
El mundo seguía su curso normal, indiferente a su triunfo personal, pero para Yuna, esa mañana tenía un matiz especial. Había alcanzado una meta importante, una que la acercaba un paso más a sus sueños.
Miró al horizonte, donde el cielo comenzaba a teñirse de azul claro.Yuna se permitió unos minutos más de contemplación antes de apartarse de la ventana. Se dirigió al baño, y con movimientos precisos, se lavó la cara con agua fría. El reflejo en el espejo le devolvió la mirada de una mujer que, por primera vez en mucho tiempo, sentía el peso de la incertidumbre desvanecerse.
Regresó a su habitación y abrió el armario. Eligió un atuendo sencillo pero elegante. Se calzó unos zapatos cómodos, tomó su bolso, asegurándose de llevar consigo el celular y la billetera.
El aire fresco de la mañana la envolvió al salir del hotel. Las calles de París ya comenzaban a llenarse de vida, con el bullicio característico de una ciudad que nunca duerme del todo. Yuna caminó con un paso ligero, disfrutando de la brisa que le acariciaba el rostro.
Su destino inicial era el parque cercano. Necesitaba tiempo para asimilar la noticia, para saborear la libertad que le daba esa aceptación. Al llegar al parque, eligió un sendero menos transitado, dejando que el verde de los árboles y el canto de los pájaros calmaran su mente. Cada paso parecía liberar una parte de la tensión que había llevado consigo durante tanto tiempo.
Después de unos minutos de caminata, sintió la necesidad de un café. Recordó la panadería de Marinette Dupain-Cheng, famosa no solo por sus deliciosos panes y pasteles, sino también por el cálido ambiente que la propietaria siempre sabía crear. Se dirigió hacia allí, disfrutando del sol que comenzaba a calentar el día.
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Sabor a Miel
FanfictionChloé Bourgeois había forjado una reputación de arrogancia y crueldad, siempre resguardada por la sombra de los privilegios que su apellido le otorgaba. Para muchos, era imposible imaginar un cambio en su corazón, endurecido por años de desdén y sup...